En la madrugada del domingo 13 de abril, cuando el calendario cristiano marcaba el inicio de la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos –para la que también se habían estado preparando las dos comunidades cristianas que existen en la ciudad de Gaza: la parroquia católica de la Sagrada Familia y la iglesia ortodoxa de San Porfirio (una de las tres más antiguas del mundo)–, las fuerzas israelíes bombardearon –por quinta vez– y destruyeron gran parte del hospital Bautista Al Ahli, perteneciente a la Iglesia Anglicana de Jerusalén.[1]
Este pequeño hospital era el último que quedaba funcionando –a duras penas, debido al bloqueo total impuesto por Israel a la entrada de insumos– para atender a un millón de personas en el norte de Gaza, tras la destrucción del Complejo Médico Al Shifa y otros hospitales vecinos, como el pediátrico Kamal Adwan. Al personal y pacientes del hospital se les dio 20 minutos para evacuarlo antes de bombardearlo, lo cual generó caos y pánico, dejó a la gente literalmente a la intemperie entre las ruinas y causó la muerte de un niño de 12 años (y se espera que muchas otras le seguirán). «Había cuerpos mutilados, niñas y niños (juro que eran niños) con las manos desgarradas y amputadas», dijo Zeinat al-Jundi (56), quien estaba cuidando a su esposo que perdió ambas piernas en el ataque aéreo de la semana anterior en el barrio Shuja’iyya, y afirmó que todas las personas internadas allí habían sido heridas en ese ataque. «Había más de 10 niñas y niños heridos en la sala. Todos sangraban. Quienes pudieron levantarse y salir, se fueron. Algunos arrastraron las camas con sus pacientes hasta la calle, y otros como yo no podían moverse; yo no podía cargar a mi marido y sacarlo del hospital, así que esperé la muerte junto a él.»
Al Ahli fue el primer hospital de Gaza –de los 30 que vendrían después– en ser bombardeado el 17 de octubre de 2023, igual que la iglesia anglicana contigua de San Felipe. Más de 400 personas (personal, pacientes, familias refugiadas en el predio) murieron en el ataque y centenares más quedaron heridas. El pretexto de Israel entonces y ahora es siempre el mismo: Hamás utiliza los hospitales como base para sus operaciones militares; pero nunca ha proporcionado pruebas fehacientes, el personal médico internacional voluntario en Gaza desmiente esa versión, y todo el mundo sabe ya que es simplemente una excusa para no confesar su verdadero propósito: exterminar a la población de Gaza y destruir también el sistema de salud para que no se pueda atender a las personas enfermas o heridas por los constantes bombardeos.
Doblemente invisibles e ignoradas
Si en general la comunidad cristiana palestina es incomprendida y olvidada por las iglesias de Occidente, mucho más aún lo es la pequeña comunidad cristiana de Gaza, que antes del 7.10.23 tenía alrededor de mil integrantes. Tras los bombardeos israelíes de octubre de 2023 que destruyeron instalaciones de ambas iglesias convertidas en refugio –a sólo 300 metros del hospital Bautista– y causaron la muerte de una veintena de feligreses, varias familias lograron salir de Gaza. Hoy se calcula que la comunidad cristiana local no tiene más de 700 integrantes. Todas están nucleadas en torno a ambas iglesias en la ciudad de Gaza, es decir, en el norte. Su sobrevivencia depende enteramente del dinero que envían instituciones cristianas de Cisjordania y del exterior, incluyendo muchas familias gazatíes de la diáspora. En la Navidad pasada, el Patriarca latino (obispo católico) de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, fue autorizado a visitar Gaza para llevar un mensaje de «esperanza y resiliencia» de las comunidades cristianas del resto de Palestina, conocer las necesidades locales y coordinar iniciativas de ayuda humanitaria. Un gesto que también ha sido apreciado por la comunidad católica de Gaza fue la decisión del Papa Francisco de comunicarse telefónicamente todos los días a la hora 19 con su compatriota, el párroco Gabriel Romanelli, para saber cómo están y transmitirles su apoyo espiritual.
En toda Palestina la población cristiana está en peligro de desaparición debido a la emigración constante, que se inició en 1948 durante la Nakba y se profundizó en las décadas siguientes, especialmente en la Naksa de 1967 y otras crisis posteriores. La propaganda de Israel y sus aliados en Occidente atribuye esa emigración a la persecución musulmana, pero las comunidades cristianas desmienten ese relato falaz e insisten en que la causa principal es la imposibilidad de tener un futuro y una vida normales debido a la ocupación colonial y el apartheid, que les afecta como a todo el resto del pueblo palestino. Hoy la gran mayoría de la población cristiana vive en la diáspora, desde Jordania hasta Chile o EEUU. Actualmente se estima que quedan unas 200.000 personas cristianas autóctonas en toda la Palestina histórica, lo cual representa menos del 2% de la población.
Un llamado palestino a cambiar el rumbo
Las comunidades cristianas de Palestina piden que las iglesias de Occidente recuerden que en esa Tierra Santa donde nació el cristianismo, en el corazón del llamado Medio Oriente y del mundo árabe, existe una comunidad cristiana árabe autóctona, que se considera a sí misma heredera directa del movimiento iniciado por Jesús de Nazaret, y es por lo tanto la más antigua del mundo, pero también la más olvidada e incomprendida. Muy pocos cristianos en Occidente re/conocen la existencia de estas comunidades autóctonas que son parte integral del pueblo palestino, y menos aún tienen contacto con ellas. De hecho, esas comunidades han expresado su frustración porque cada año miles de peregrinaciones de todo el mundo visitan Tierra Santa para conocer los lugares sagrados de hace 2000 años, pero no muestran interés por escuchar cómo viven en el siglo XXI las “piedras vivientes” y cómo les afecta la opresión israelí.[2]
La indiferencia y el silencio de las iglesias de Occidente respecto a sus hermanas de Palestina no puede escudarse en el desconocimiento de la situación, porque instituciones y movimientos cristianos palestinos han emitido periódica y reiteradamente documentos y llamamientos –a menudo urgentes y desesperados en coyunturas críticas– exhortando a las iglesias del mundo a alzar la voz y a tomar medidas efectivas de solidaridad con el pueblo palestino y sus comunidades cristianas.
El movimiento ecuménico Kairós Palestina[3] ha liderado la mayoría de estas iniciativas, que suelen ir acompañadas por la Escuela Bíblica de Belén, el proyecto Cristo en el Checkpoint, la Universidad Dar Al Kalima (Belén), el Centro ecuménico Sabeel de teología de la liberación palestina (Jerusalén) y varias instituciones más nucleadas en la Coalición Nacional de Organizaciones Cristianas de Palestina (NCCOP). En sus declaraciones han pedido a las iglesias de Occidente que presionen a sus gobiernos para que rompan relaciones de complicidad con Israel, incluyendo sanciones, ruptura de relaciones diplomáticas, suspensión de proyectos de cooperación, retiro de inversiones en empresas y bancos israelíes o internacionales que lucran con el statu quo, cortar el suministro de armas y el apoyo financiero que sostienen al régimen colonial de apartheid y genocidio.
Desde que Israel desató su operación genocida sobre Gaza, las declaraciones y llamados se han intensificado. En octubre de 2023, el documento: Una llamada al arrepentimiento: Carta abierta de las y los cristianos palestinos a los líderes de las iglesias y teólogos/as de Occidente increpó duramente a quienes legitiman la violencia israelí, usan la Biblia para justificar el genocidio y muestran un intolerable doble rasero al compadecerse sólo de las víctimas israelíes del 7.10.23, mientras ignoran las decenas de miles de víctimas palestinas del genocidio. El documento interpela a las personas e iglesias occidentales que apoyan acríticamente a Israel pero «ignoran el contexto más amplio y las causas profundas de esta guerra: la opresión sistémica del pueblo palestino por parte de Israel durante 75 años desde la Nakba, la continua limpieza étnica de Palestina y la ocupación militar opresiva y racista que constituye el crimen de apartheid», así como el cruel bloqueo de 17 años que convirtió a Gaza en una prisión a cielo abierto, y hoy en un campo de exterminio.
El teólogo y pastor luterano Munther Isaac ha sido una de las voces palestinas que se han alzado con más fuerza para cuestionar el silencio o la complicidad de las iglesias occidentales ante el genocidio. Alcanzó notoriedad en diciembre de 2023, cuando en su templo de Belén colocó la imagen del niño Jesús sobre un pesebre de escombros; sus palabras proféticas “Cristo entre los escombros” dieron la vuelta al mundo y luego se convirtieron en un libro del mismo nombre. Organizaciones cristianas solidarias de EEUU organizaron en 2024 y 2025 extensas giras de Isaac por todo el país para presentar el libro y hacer que su poderoso mensaje: “El silencio es complicidad”[4] continúe interpelando y abriendo conciencias.
Estas críticas y llamamientos palestinos a la conversión y el arrepentimiento van dirigidas especialmente a las iglesias e instituciones que profesan el sionismo cristiano, que si bien en EEUU cuenta con 10 millones de integrantes y constituye un lobby poderoso, está presente en todo el planeta, y no sólo en el mundo evangélico.[5]
Mensajes desde el genocidio y la limpieza étnica
Este año las comunidades palestinas vivirán otra Pascua en condiciones más extremas e inhumanas que el año pasado, pues tanto el genocidio como la limpieza étnica y la violencia se han agravado dramáticamente. En Gaza la destrucción es total, pero Israel continúa bombardeando a una población exhausta y agonizante (la mitad de ella son un millón de niñas y niños), y desde hace más de un mes ha prohibido por completo la entrada de alimentos, agua potable, insumos médicos, combustible, carpas y abrigo. En estos 18 meses de ataque sobre Gaza, Israel batió todos los récords históricos de población civil, periodistas, personal de salud y de la ONU asesinados[6], y de niñas y niños muertos, huérfanos, desaparecidas o con amputaciones. Las muertes documentadas superan las 52.000 y se estiman más de 15.000 bajo los escombros; la tercera parte son niñas y niños. Decenas de personas son asesinadas a diario por los bombardeos o los francotiradores, y aún no se puede estimar la cantidad que están muriendo por falta de asistencia humanitaria básica para sobrevivir. A su vez, más de 9.000 personas detenidas son sometidas a formas horribles de tortura y condiciones inhumanas en las prisiones israelíes.[7]
En este tiempo de pasión, muerte y resurrección, nos llegan mensajes desde Palestina:
Bajo el título “Una voz por la justicia desde Jerusalén”, un grupo ecuménico que reúne a dos obispos eméritos, personas laicas y religiosas cercanas a los jesuitas y a la antigua Comisión Justicia y Paz católica denuncian la silenciosa limpieza étnica que Israel lleva a cabo en Cisjordania («el mayor desplazamiento forzado de población palestina desde 1967»), donde más de 40.000 personas y comunidades enteras han sido expulsadas de sus tierras y hogares por los ataques de soldados y colonos israelíes armados.
Evocando la parábola del buen samaritano, se dirigen a sus hermanos/as en Gaza: «Nos negamos a pasar de largo. No sólo no les olvidamos, sino que les comprometemos nuestra solidaridad. Les llevamos en nuestras oraciones. Lloramos con ustedes. Tratamos de hacer oír sus gritos en un mundo que necesita ser sacudido de su autocomplacencia.» También se dirigen «A quienes en todo el mundo ven nuestras heridas, pero no hablan (…) Tal vez aún esperan, con su silencio, que alguien en el camino se detenga para ayudar. Pero ya debería ser evidente que nadie se detiene.» Alertan que, con apoyo de Trump, Israel se dispone a terminar de anexar Cisjordania: «El creciente uso de los nombres “Judea y Samaria” (al hablar de Cisjordania ocupada), explotando la terminología bíblica para confundir las realidades políticas actuales, pone de manifiesto el deseo de borrar del mapa a Palestina y a sus habitantes, alegando que no existimos. Ahora es el momento de insistir en que el pueblo palestino tiene derecho a vivir en su patria, y de unirse a quienes en todo el mundo demandan igualdad, justicia y paz para palestinos/as e israelíes por igual.»
Por último, se dirigen a las personas judías y cristianas (sionistas) «a quienes se les ha hecho creer que Dios quiere que Israel se anexione nuestra patria» para recordarles que «todas las personas, palestinas e israelíes, han sido creadas a imagen y semejanza de Dios», y que la población palestina es «su prójimo». «El mandamiento inviolable de la palabra de Dios que compartimos es éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18, Mateo 22:39, Marcos 12:31, Lucas 10:27, Romanos 13:9). Expulsar al pueblo palestino de su tierra natal no es sólo un acto de violencia: es un sacrilegio.»
Por su parte, Kairós Palestina dio a conocer como cada año su mensaje de Pascua. En él afirma que «las y los cristianos palestinos nos encontramos en una encrucijada que determinará si nuestra presencia en la tierra donde Cristo nació, fue crucificado y resucitó perdurará o se esfumará en la historia. Las amenazas a las que nos enfrentamos como parte del pueblo palestino –confiscación de tierras, desplazamiento forzado, agresiones físicas y detenciones violentas, asesinatos selectivos, restricciones de movimiento, estrangulamiento económico y marginación política– han alcanzado un punto crítico.» Y continúa:
«Durante siglos, las y los cristianos palestinos hemos sido las piedras vivas y los guardianes de la fe cristiana en Tierra Santa. Sin embargo, hoy nuestras comunidades están reduciéndose bajo las crueles e implacables políticas y prácticas israelíes destinadas a borrar nuestra presencia. La expansión de las colonias israelíes en Belén, los ataques contra propiedades cristianas armenias en Jerusalén, la apropiación de tierras de la iglesia ortodoxa en Palestina y los planes más generales de anexión amenazan con expulsar a las familias cristianas de su patria.»
«La población cristiana de Gaza, junto a su vecina musulmana, siguen padeciendo un inmenso sufrimiento en esta guerra genocida, soportando asesinatos, mutilaciones y la destrucción de sus hogares; incluso sus lugares de culto han sido bombardeados y dañados. Además, la destrucción de infraestructuras civiles, incluyendo el devastador ataque al Hospital Bautista, ha vuelto la vida insoportable. El número de nuestros hermanos y hermanas ha disminuido hasta tal punto que el futuro del cristianismo en Gaza corre ahora un grave peligro, lo que hace temer que pronto esa comunidad desaparezca por completo.»
El llamado de Kairós dirige mensajes específicos:
- A las iglesias locales: «Que esta Pascua sea el momento en que la unidad de las y los cristianos se traduzca en resistencia colectiva. Nuestras iglesias deben permanecer unidas para defender nuestra tierra, nuestro pueblo y nuestro futuro. Debemos apoyarnos mutuamente para impedir que continúe la emigración y garantizar que nuestros hijos y nietas puedan seguir celebrando la Pascua en la tierra de la resurrección.»
- Al pueblo palestino, para que busque la unidad por encima de las diferencias políticas y religiosas en este tiempo de crisis, porque la lucha es nacional. Proteger la presencia cristiana es proteger a la propia Palestina, afirman, y exhortan a «que ninguna persona palestina –cristiana o musulmana– se sienta abandonada frente a la ocupación, el apartheid y el desplazamiento forzado.»
- A las iglesias del mundo: «Les instamos a adoptar una postura clara: rechazar la teología racista; desafiar el sionismo cristiano; denunciar las políticas y prácticas israelíes que oprimen al pueblo palestino, incluyendo sus comunidades cristianas; insistir en el cumplimiento de la legislación internacional sobre derechos humanos; exigir que los criminales de guerra rindan cuentas; y comprometerse a emprender acciones concretas para proteger las propiedades y comunidades de las iglesias palestinas.» También exhorta a las iglesias de Estados Unidos a que con palabras y acciones enfrenten a su gobierno que proporciona armas, inteligencia, cobertura diplomática y apoyo cada vez mayor al genocidio y la limpieza étnica.
- A los líderes políticos mundiales, les exigen que terminen con la impunidad de las violaciones israelíes al derecho internacional y garanticen que sus dirigentes rindan cuentas y respeten el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino.
- Al Vaticano, al Consejo Mundial de Iglesias y a otros organismos internacionales y ecuménicos, les exhorta a ejercer un liderazgo profético, a pasar de las declaraciones a la acción, a presionar a Israel para que ponga fin a su régimen de ocupación colonial y de apartheid, y a hacer esfuerzos serios para preservar a las comunidades cristianas en Palestina.
Sin olvidar unas palabras de agradecimiento a las numerosas iglesias, personas e instituciones cristianas que han alzado la voz, han manifestado su solidaridad y han hecho incidencia ante sus gobiernos, el mensaje concluye:
«La Pascua no es solo la victoria de Cristo sobre la muerte. Es el triunfo de la verdad sobre la opresión, de la justicia sobre la injusticia. Hagamos que esta Pascua no sea de luto, sino de movilización. Que sea el momento en que las personas cristianas y musulmanas palestinas, junto con nuestros aliados en todo el mundo, declaremos que no permitiremos que nos roben nuestra historia, nuestra fe y nuestra tierra. Esta Pascua, comprometámonos a garantizar que no sea la última Pascua con una vibrante presencia cristiana en Palestina. ¡Cristo ha resucitado! ¡Palestina resucitará!»
María Landi
[1] El arzobispo anglicano de Jerusalén Hosam Naoum emitió una fuerte condena a la agresión, a la que se sumaron la Iglesia Luterana, la Latina (Católica) y otras.
[2] Frente al turismo religioso controlado en un 85% por las agencias israelíes, algunas iniciativas palestinas ofrecen una propuesta alternativa: visitar Tierra Santa con agencias, itinerarios, hoteles y gastronomía palestinas y encontrarse con las comunidades e iglesias locales.
[3] Este movimiento ecuménico palestino se basa en el documento Kairós Palestina: Un momento de verdad. Una palabra de fe, esperanza y amor desde el corazón del sufrimiento palestino. Lanzado en 2009, ha sido adoptado y firmado por todas las entidades cristianas palestinas y respaldado por los jefes de las iglesias de Jerusalén. Correo electrónico: kairos@kairospalestine.ps • www.kairospalestine.ps
[4] Pronunciado en la iglesia interdenominacional, interracial e internacional Riverside de Nueva York, en agosto de 2024.
[5] Una prueba de ello es el reciente episodio que una vez más motivó una carta de Kairós Palestina y un llamado abierto a la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU., la cual en diciembre de 2024 adoptó el documento “Traduce el odio” elaborado por el Comité Judío Americano (un conocido grupo de lobby pro Israel), que asimila la legítima lucha del pueblo palestino por su liberación con el antisemitismo.
[6] El 23 de marzo pasado, las fuerzas israelíes ejecutaron y arrojaron a una fosa común a 15 trabajadores humanitarios (8 paramédicos de la Media Luna Roja Palestina, 6 socorristas de Defensa Civil y un empleado de la ONU) que iban en ambulancias y camión de bomberos a recoger civiles muertos y heridos en las afueras de Rafah.
[7] Una comisión de investigación de la ONU dio a conocer un informe revelando que Israel utiliza la violencia de género, sexual y reproductiva como arma de exterminio contra la población palestina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario