miércoles, 6 de abril de 2016

VIENTOS, FLORES DE ASFALTO Y POLICÍAS (ALANDAR ABRIL 2016)


A veces la vida irrumpe con vértigo. Los acontecimientos se imponen y apenas te permiten margen de maniobra. Parece entonces que es ella quien nos decide pero como dice Luisa Muraro[1] siempre hay más libertad disponible de la que nos tomamos. La vida nos ha sobrecogido fuertemente este último mes por Lavapiés con toda su belleza, solidaridad y utopía y también con toda la dureza y violencia que existe en ella y que nos asalta de repente como un gato furioso.

Iba pensando sobre ello esta mañana cuando una ráfaga de viento me regaló una lluvia de flores de los almendros suburbanos que sobreviven al asfalto de mi barrio. Entonces, de nuevo, se me regaló un “insight” a modo de aliento vital en tiempos duros: la vida es eso, viento que arrasa y que cuando caminas contra corriente cuesta enfrentarlo y avanzar en dirección contraria y también flores nacidas bajo adoquines, que se nos regalan como un milagro suburbano y cubren nuestras cabezas como un buen presagio.

La violencia policial es siempre en Lavapiés un viento contrario que nos toca afrontar y al que no me acostumbro. Hace unos días, otra vez más, otro compañero africano ha sido maltratado por la policía y como consecuencia de la violencia ejercida le han roto un brazo. Mi amigo tiene 22 años, es muy callado y tímido y apenas sale de casa si no es para buscarse la vida como vendedor callejero. Iba tranquilamente por la calle, le pidieron el género y echó a correr por miedo. Entonces dos policías de paisano se abalanzaron sobre él y le rompieron el brazo. Le han tenido que operar de urgencia, poner una prótesis y el médico le ha dicho que tendrá que pasar una larga convalecencia y rehabilitación hasta que pueda recuperar la movilidad. El chico está muy triste y más que su brazo lo que le preocupa es cómo va a poder mantenerse y enviar algo de dinero a su familia ahora que no puede vender y tiene que estar dependiente una larga temporada.

Junto a este viento que nos ha intentado arrollar estos días también ha sido mucha la belleza de la solidaridad de la gente con nuestro amigo africano, flores de apoyo, cariño cuidado, acompañamiento, que toman nombres muy diversos: Bara, Famara, Nacho, Carmen y tantos otro; porque como decían las madres y abuelas de Mayo aunque pretendan arrancar todas las flores no se puede detener la primavera.

No obstante en el distrito centro llevamos años muchos colectivos reuniéndonos con la policía, asistiendo a los planes de barrio, hablando de la necesidad de formación y protocolos adecuados que garanticen el respeto de los derechos humanos por parte de la policía para abolir las prácticas racistas y xenófobas de quienes las ejecutan, pero en este tema apenas percibimos cambios. Las buenas intenciones no terminan de hacerse operativas. Las redadas indiscriminadas, los maltratos siguen repitiéndose.

Gracias a que Madrid ha sido declarada ciudad de los cuidados[2] mi amigo pudo ser atendido y operado rapidísimamente, cosa que hace escasamente un año hubiera sido muy difícil sin antes haber tenido que atravesar complejos vericuetos administrativos y sin el asesoramiento de yo si sanidad universal. Sin embargo, en el contexto de esta campaña contrasta todavía aún más la impermeabilidad de la policía a entrar en otra lógica que no sea la de la represión, el racismo, la violencia y el miedo.

Conversando con gentes diversas del barrio sobre estos acontecimientos me hecho más consciente que seguridad y securitización [3] no es lo mismo y que en nombre de la primera el sistema neoliberal nos impone la segunda. Mis amigos africanos lo explican con mucha claridad y sencillez cuando describen lo que para ellos significa tener seguridad o no tenerla. Reproduzco a continuación sus propias opiniones:

-“Seguridad es ir por la calle y que me traten con respeto, que no me miren con desconfianza, que no me insulten, que la policía no crea que el móvil que llevo es robada o que por ser africano soy delincuente”.

-“Al principio de llegar a España crees que la policía va a defenderte si te pasa algo pero enseguida aprendes que no, porque para la policía existen dos clases de personas las emigrantes y las otras, los que tiene papeles y los que no”.

-“No tener seguridad es que si corro porque tengo prisa me paren y me pregunten qué es lo que he robado y me amenacen con que voy a pasar la noche en comisaría”.

-“No tener seguridad es que si me acerco a ayudar a alguien que han robado o herido la policía no me va a creer, sino que va a pensar que yo tengo algo que ver con ello”.

- “No tener seguridad es que la policía nos ofrezca protección a cambio de favores, de que les pasemos información sobre gente, sobre asociaciones o que nos digan que nos van a dar papeles si les conseguimos información”.

-“No tener seguridad es que en la comisaría no te expliquen qué derechos tienes y si tú se lo planteas se los tome a risa o te amenacen”.

-“No tener seguridad es que si vendes te quiten el género y se queden con ello para su beneficio, sin decirlo en comisaría, como muchas veces nos pasa”.

-“Tengo seguridad cuando la policía conoce mi cultura y la respeta”.

-“Tengo seguridad cuando puedo ir al médico y me atienden sin problemas y no nos detienen a la salida como pasaba hace unos meses”.

-“Tengo seguridad cuando puedo puedes alquilar una casa por mi mismo, sin que tengan que acompañarme amigos españoles para que el casero no desconfíe de mí”.

-“En un barrio hay seguridad cuando puedes estar tranquilamente en la calle. Cuando hay pistas de futbol para jugar, cuando no hay gente durmiendo en la calle o en los cajeros y si la hay los vecinos nos preocupamos de ellos”.

“¿Quién controla al que controla” suele tararear con su bicicleta una vendedora ambulante de calcetines muy conocida en el barrio y que a veces los vecinos y vecinas nos tomamos a broma por su insistencia, pero que con su canción nos hace el favor recordarnos que es necesario que así sea…Máxime ahora que pretenden construir un hotel en el centro del barrio [4] y que se intensificará la presencia policial en Lavapiés para salvaguardar la seguridad de los turistas a costa de la de los habitantes diversos del barrio.




[1] Luisa Muraro, La indecible suerte de ser mujer, Narcea, Madrid, 2013

[2] https://www.youtube.com/watch?v=QP3a9c9ttVg

[3] Recomiendo la lectura de Débora AVILA y Sergio GARCÍA (coord.) Enclaves de riesgo. Gobierno neoliberal desigualdad y control social, Madrid, Traficantes de sueños, 2015

[4] http://lavapies.tomalosbarrios.net/uncategorized/concentracion-stop-hotel-jueves-17-de-marzo-20h-en-la-plaza-de-lavapies.html

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