domingo, 18 de septiembre de 2022

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Lectura recomendada: Mujer que no poseeré jamás ( Miguel Ángel Mesa)

Mujer que no poseeré jamás (Punto Rojo Libros, Madrid 2022)

Conozco a Miguel Ángel Mesa desde hace más de 20 años y desde que publicó su primer libro: Del desierto a la solidaridad, en el año 1995, soy una asidua lectora de todo lo que escribe, que es tan diverso como polifacética su personalidad. Pero sin duda es su palabra poética la que más me conmueve por su sencillez y su hondura.

Un poeta es alguien que bucea en su interior hasta encontrar la palabra precisa para nombrar lo inefable, la belleza o el horror que traspasa el corazón humano y al hacerlo conecta con experiencias que resultan universales sin renunciar a la singularidad de la propia. Ser poeta es situarse en la realidad con la sensibilidad abierta y a la espera que acontezca el milagro de la palabra que el universo regala a quienes viven sostenidos y sosteniendo en ella. Porque al contrario de quienes dicen que las palabras se las lleva el viento y no sirven para nada, la palabra honda y verdadera, que nace de las entrañas, como la palabra poética de Miguel Ángel, es aliento, caricia, soplo de vida y esperanza que nos moviliza en la búsqueda del derecho a la belleza y la justicia y hacer histórica la utopía.

Así sucede con este nuevo libro. Mujer que no poseeré jamás es una antología del Miguel Ángel Mesa más personal e íntimo y a la vez comprometido con la causa de la liberación de las mujeres, por la equidad de género y contra toda forma de violencia y dominación patriarcal.

Desde hace muchos años su autor se reconoce como un varón feminista en trabajo permanente con otros hombres y mujeres en la deconstrucción de una masculinidad normativa y comprometido en la búsqueda de un nuevo modo de ser varón, más allá del patriarcado. Deconstrucción en la que su mujer Marisa y sus hijos Abraham y Ruth han sido y son fundamentales, pero también tantas amigas y compañeras de militancia en colectivos sociales y acciones feministas en las que Miguel Ángel participa, como decimos en la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, hasta que la igualdad y la ecojusticia sean costumbre.

Las protagonistas de este libro son las mujeres. Su autor no pretende otra cosa que seguir caminado codo a codo con ellas en las luchas feministas sin robarles la palabra, el liderazgo ni su protagonismo. Caminar a su lado y agradecer el despertar en su vida de la dimensión femenina que la amistad y el compañerismo con mujeres despiertan en su sentir, en su pensar, en su hacer, en su decir, en definitiva, en un modo nuevo de estar en el mundo, dejando salir el ánima, aprisionada y violentada por tantos siglos de machismo en la vida de las mujeres, pero también en la de los varones.

La tonalidad de los poemas de este libro es también muy diversa. Muchos de ellos han nacido de las experiencias compartidas temporalmente del autor en Centroamérica y del reconocimiento de la aportación de las mujeres campesinas en lo que el mismo llama la revolución de la creatividad, en la resistencia y la apuesta por la vida, como el poema que lleva por título Profunda dignidad. Otros recrean a autores referenciales como Eduardo Galeano con el titulado “Ellas, las nadies”. 


Otros tienen un carácter mucho más íntimo como Déjate o Me vienen ganas de besarte, Me salvas o Transido de luz, pero todos en definitiva son poemas que nos urgen a reconocernos como iguales y a vivir encendidos hasta que despunte el alba de un mundo liberado de la feminización de la pobreza y la violencia de género, prendernos en fuego hasta hacerlo posible. Un libro lleno de belleza y compromiso

.Pepa Torres

viernes, 9 de septiembre de 2022

¿Proyectos o procesos? ( Alandar Septiembre 2022)

 


Llegó Septiembre, retomamos trabajos, activismos, un nuevo curso por delante. Es tiempo de seguir apostando por aquello en lo que creemos y buscar y cuidar estrategias, pedagogías, espacios comunitarios, etc, donde convertir la utopía en inédito viable. Es tiempo de mancharnos las manos, la inteligencia y el corazón en ello y de hacerlo comunitariamente

Tras la distancia que da el descanso del verano, volvemos a lo cotidiano con un sentimiento ambiguo y contradictorio, mezcla de resistencia e ilusión. En nuestro lugar del mundo septiembre es tiempo de proyectos y programaciones. Los calendarios empiezan a llenarse con reuniones para planificar el curso, identificar prioridades, fijar objetivos y acciones, hacer cronogramas, compartir responsabilidades, etc.

De la práctica pedagógica y social hemos aprendido que los proyectos son una herramienta concreta necesaria para responder a una realidad que queremos transformar y que nos reta desde sus posibilidades, sus necesidades y carencias, por eso han de ser concretos, precisos, evaluables, y han de temporalizarse. Con ellos intentamos responder a la vida de forma coherente y eficaz. Sin embargo, la vida es mucho más que un proyecto, los transgrede constantemente porque no cabe nunca en una programación con casillas previamente establecidas. La vida es un permanente y sorprendente acontecimiento y no podemos ponerle diques a su asombro e intemperie. Lo que si podemos es prepararnos para encararla comunitariamente y vivir como oportunidad lo que nos acontece por sobrecogedor que nos parezca. Por eso, sin menospreciar ni un ápice los proyectos creo que es mucho más importante la atención y el cuidado de los procesos. A menudo lo más importante de los proyectos no es que cumplan los objetivos esperados, sino que desencadenen procesos personales o colectivos en los que la vida más vulnerada y el cuidado estén en el centro y como acompañarnos en ello.

Por ahí va mi propuesta para este inicio de curso: poner la atención en los compañeros y compañeras con quienes vamos aventurando la vida y toda nuestra intencionalidad en generar espacios de respiro y liberación donde conjugar un nosotras abierto y diverso. Espacios sin derecho de admisión, en los que más fuertes que las diferencias lo sean las articulaciones y junturas. porque, reconocer las junturas en que somos da fuerzas para generar otras nuevas[1]. Porque a estas alturas sabemos de sobra que no hay cambio ni transformación histórica que no pase por la relación y el cuidado de los vínculos. Desde el compartir juntas y juntos vulnerabilidades y precariedades estas pueden convertirse en potencia transformadora y desinstaladora del sistema e ir así poco a poco generando zonas liberadas.

¿Qué es mas importante la meta o el camino?, preguntó una joven discípula a su maestra. La respuesta quebró toda polarización excluyente: Lo más importante, lo extremadamente valioso, es con quienes se va haciendo el camino.

Pepa Torres Pérez






[1] J. M. Esquirol, Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita, Barcelona, 2021, pág. 14