miércoles, 20 de diciembre de 2023

viernes, 15 de diciembre de 2023

2ª Escuela de Teología Feminista popular, organizada por la revuelta de Mujeres en la iglesia de Madrid


 Tras el éxito de convocatoria del año  pasado ponemos en marcha la 2ª Escuela de Teología Feminista popular, organizada por la revuelta de Mujeres en la iglesia de Madrid, en colaboración con la parroquia de San Carlos Borromeo.  Un lujo formar parte de este equipo. 

 Hasta que la igualdad se haga costumbre 


                            Os esperamos  


 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

LA OPERACIÓN EVANGELIO (Alandar Diciembre 2023)


Quizás por mi formación como filóloga y porque mi vida se arraiga en una espiritualidad sostenida en que el misterio de lo humano y del cosmos se hace silencio y de ese silencio brota una Palabra creativa y creadora siempre a favor de las víctimas, quizás por eso, soy una mujer amante de las palabras. Por serlo estoy también convencida que el lenguaje nunca es neutro y que toda revolución o cambio de paradigmas implica una mutación de lenguaje o una depuración del mismo y que ninguna palabra es verdadera si antes no ha sido gestada desde la hondura y del silencio.

También por eso el poder secuestra los lenguajes y las palabras. Las violenta y doméstica transformando sus significados y extendiéndolos a través de la manipulación mediática. De este modo borra de la memoria de las personas y los pueblos su sentido originario, reapropiándose de ellas y dejándonos cada vez más huérfanos y huérfanas de palabras e intentando así minar nuestra capacidad de nombrar la realidad. Lo cual es siempre porque lo que no se nombra no existe. En consecuencia, la perversión del lenguaje es una de las herramientas de todos los sistemas de poder para legitimarse a sí mismos, para intentar justificar la violencia, la injusticia. el expolio que producen y ¡hasta los genocidios!

Un caso paradigmático es la “Operación Evangelio “, una expresión que nada tiene que ver con su sentido originario: “Buena noticia” para los empobrecidos y empobrecidas, para los humillados y humilladas de la historia. Una Buena Noticia identificada con la alegría, la esperanza, y el compromiso con la utopía de hacer histórico y viable un mundo donde la paz y la justicia se besen (Salmo 85,10) y no haya nunca más más sufrimiento ni llanto (Ap 21,4).

Sin embargo, la Operación Evangelio es el nombre que el ejército israelí y el MOSAD (agencia de espionaje) ha dado a una estrategia militar de ataque en Gaza, donde a través de un sofisticado sistema de drones identifican y atacan, aun con mayor virulencia de la que ya es habitual, posibles refugios de los lideres de Hamas para acabar con ellos de manera mundialmente ejemplificante. La Operación Evangelio es una herramienta muy potente al servicio del odio y la legitimación del genocidio de Gaza que ya lleva en su haber las muertes de más de diecisiete mil gazatíes. Entre ellos cerca de 6000 niños y niñas, de modo que Gaza es hoy un inmenso cementerio de pequeños, según datos de la nada sospechosa UNICEF.

Mientras tanto, el gobierno más poderoso del mundo continúa utilizando palabras como lealtad inquebrantable [1] para referirse a la incondicionalidad de su apoyo a la guerra de Gaza y a la defensa de los intereses políticos y económicos del gran lobby sionista dentro y fuera de Israel. Mientras tanto Netanyahu continúa animando a la guerra santa inspirado en la Torah y en el privilegio de sentirse “pueblo elegido”. Mientras tanto en Cisjordania aumentan los ataques de soldados y colonos contra las familias palestinas. Mientras tanto, millones de personas en miles de plazas del mundo gritan en las calles no es una guerra es un genocidio.

Mientras tanto los gobiernos de la Unión Europea intercambian palabras y discursos, sin llegar a una palabra eficaz que ponga límite y fin a esta guerra y juzgue a Netanyahu por crímenes contra la humanidad. Mientras tanto, esta Navidad seguirán naciendo niños palestinos como Jesús de Nazaret hace más de 2000 años sin un techo para cobijarse, sin más abrigo que la solidaridad de los últimos y ultimas. Nuevamente la Palaba, el Misterio se hace carme y nos mueve y remueve al no en nuestro nombre.

Pepa Torres Pèrez 










viernes, 1 de diciembre de 2023

UN GRITO GLOBAL: PAREMOS EL GENOCIDIO DE PALESTINA


 Este 25 N y cada día  desde Lavapiés y los colectivos feministas no paramos de gritarlo: 

                                Hay que acabar con este genocidio.

             

                            PALESTINA LIBRE DE OCUPACIÓN 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Presentación del Libro La revuelta de las mujeres en la iglesia en Albacete

 

 ¡ Que alegría poder compartir esta presentación con Marta Merino, de la Revuelta de Madrid, con Mercedes Lòpez, de la Revuelta de Sevilla y con tantas amigas y compañeras cómplices de Albacete. 

¡Ojalá muy pronto se pueda poner en marcha la Revuelta de Albacete!  



domingo, 26 de noviembre de 2023

Las causas que han dado y dan sentido a nuestra vida( XVII Encuentro COMUNIDADES CRISTIANAS POPULARES)


 Una gozada participar en el XVII encuentro de las CCPS  en Lliria  hace una semana. De  este colectivo aprendí cuando era joven que  entre cristianismo y revolución no hay contradicciòn. Hoy más de 20 años después sigo creyéndolo y que tenemos que seguir forzándolas. Honro sus vidas y especialmente las de las las mujeres de las Comunidades cristianas populares. Seguimos en revuelta   

miércoles, 25 de octubre de 2023

Geografías del metro ( Alandar Octubre 2023)


La ciudad de Madrid es un mundo donde caben muchos mundos, como dirían las zapatistas. Vivimos sumergidas cada una en el nuestro y a menudo necesitamos salir, aunque sea un breve tiempo, para poder volver con una mirada más amplia y más crítica a nuestro territorio. Así me sucedió hace unos días que tuve unas jornadas de trabajo en una zona acomodada de un Madrid por el que apenas transito. No sé si fue por la novedad de hacerlo, pero el caso es que desde que cogí el metro hasta que llegué al lugar de mi cita de trabajo, la ciudad que descubrí, incluido el propio metro me parecieron desconocidos.

Los vagones se habían transformado: nuevos, espaciosos, limpios, silenciosos, sin el amontonamiento de gente al que estoy acostumbrada. El modo de vestir de las personas, sus cuerpos, el color de la piel, la ligereza de sus cargas, lo olores y hasta la forma de hablar y el sonido de sus voces, me resultaban extraños a mi normalidad. Al salir del metro me sorprendió una gran avenida con numerosos bancos y tiendas de lujo que exhibían zapatos y bolsos con un precio de 350 E, lo que cuesta dar de alta a una empleada de hogar en la seguridad social. Por cierto también vi a algunas vestidas de uniforme empujando la silla de ruedas de algunas mujeres dependientes muy elegantes. Me sorprendió de igual modo la abundancia de peluquerías y establecimientos de estética, floristerías y parafarmacias, la ausencia de locutorios y la inexistencia de cacas de perros.

Días atrás había estado en una reunión en el barrio de Puente de Vallecas, sobre salud, pobreza y barrios donde las asociaciones convocantes nos presentaron un informe sobre el mapa de la mortalidad en España y algunas recomendaciones para alcanzar la equidad sanitaria en Madrid. Escuchando el informe me hice consciente que no hay peor epidemia de nuestro tiempo que la desigualdad social. En esta reunión me enteré de que en el barrio de Nueva Numancia sus vecinos tienen la renta anual media familiar más baja de la ciudad : 26.652 euros, seguida por Villaverde, con 28.407 euros, mientras que el distrito que me provocó este artículo alcanza el ránking del poder adquisitivo con una media familiar de 70.735 euros anuales [1].

Los datos presentados en este informe me hicieron conscientes que en la salud y en casi todo influye más el código postal que el código genético. Supe que en barrios como San Blas los hombres presentan un mayor riesgo de muerte de hasta el 56% por cáncer de pulmón, del 139, % de cirrosis, del 48% de sida y que el riesgo de fallecimiento por diabetes en mujeres están en un 41% del promedio de Madrid. También me enteré de que el barrio de Villaverde, donde estuvo ubicada la fábrica siderúrgica de Arcelor-Mittal durante años es la zona de Madrid con mayor riesgo de muerte por cáncer de pulmón en hombres, con un 123 % de promedio [2].

De vuelta a mi normalidad me reencontré de nuevo con la vida ruidosa y callejera de mi barrio, su diversidad de cuerpos y acentos, colores y olores no precisamente a Chanel 5 o Jean Paul Gaultier, pero si a resiliencia y luchas por la vida frente a leyes que nos criminalizan y lógicas de mercado que expulsan a los vecinos o los condenan el hacinamiento o la infravivienda. Un barrio ahora “invadido” por turistas y policías secretas que merodean por todos los rincones o patrullas llevando a cabo identificaciones racistas. Por cierto, ¿quién dijo que las clases sociales y su geografía habían desparecido?

Pero los mundos como las fronteras, por más sofisticados que sean los sistemas de seguridad se pueden cruzar. El mundo es único y los privilegios han de convertirse en derechos universalizables. Eso descubrí una mañana en mi paseo por el barrio que es líder en el ránking del poder adquisitivo en la ciudad de Madrid y sus avenidas impolutas, sin cacas de perro.




[1]https://datos.madrid.es/portal/site/egob/menuitem.c05c1f754a33a9fbe4b2e4b284f1a5a0/?vgnextoid=71359

[2] https://elpais.com/ciencia/2021-02-19/el-mapa-de-la-mortalidad-barrio-a-barrio-en-espana-revela-enormes-desigualdades-incluso-en-la-misma-calle.html

martes, 17 de octubre de 2023

Presentación del libro Alcem la Veu-La Revuelta de las Mujeres en la Iglesia , en Sevilla


 Pues si, ¡Estamos que no paramos!.  Vamos ya por la segunda edición. 

En estas semanas otras compas lo presentan también en  Santander y Valencia 

Hasta que la igualdad sea costumbre 

miércoles, 20 de septiembre de 2023

IX SEMINARIO INTERACTIVO MUJERES EN DIÁLOGO


La palabra seminario viene de “seminarius” significa lugar donde brota y se cuidan las semillas. Las organizaciones que convocamos el IX Seminario Mujeres en Diálogo: La Revuelta de mujeres en la Iglesia de Madrid, la Asociación de Teólogas de España, la Red Miriam de espiritualidad ignaciana femenina y la Escuela Universitaria Cardenal Cismeros no nos dedicamos a la jardinería, pero creemos profundamente en lo emergente y optamos por cultivarlo desde el pensamiento y desde la praxis. De ahí nace este seminario, del intento de generar y difundir pensamiento crítico con perspectiva de género en el diálogo fe-ecojusticia.

Nuestra propuesta es una invitación a pensar colectivamente como mujeres “lo nuevo”, lo alternativo. Adentrarnos en nuevos paradigmas que nos ayuden a entender mejor los desafíos de los tiempos nuevos que atravesamos y a comprometernos con ellos. Entendemos que esto es imposible sino es desde una perspectiva feminista y ese es el enfoque que atraviesa todo el seminario, aunque desde su origen siempre han participado en él no solo mujeres, sino también hombres interesados en ello.

El Seminario nace en el año 2016, en modalidad presencial el seno del Institutos Superior de Pastoral, pero tras la pandemia pasa a realizarse en modalidad on line, vinculándose a la Escuela Universitaria Cardenal Cisneros y a las actuales organizaciones convocantes. Al tratarse de un seminario requiere que las participantes preparen las sesiones con unos materiales previos para poder participar en los diálogos. A su vez cada sesión es acompañada por personas expertas en los temas que se abordan.

A lo largo de estos 9 años han participado como expertas filósofas como Olga Belmonte, investigadoras y activistas pacifistas como Carmen Magallón, ecofeministas como Marta Pascual, biblistas como como Carmen Soto, Mariola López, Villanueva, “mujeres sabias” en espiritualidad como Silvia Bara, María José Arana, o historiadoras con Mar Graña, entre otras. Este año contaremos con la presencia de teólogas como Sofia Quispe (desde Bolivia), Antonia Wozna, Mercedes Navarro, Marisa Vidal, la abogada experta en derecho humanos e inmigración Patuca Fernández, la poeta y activista feminista Patricia Olascoaga, la médica Carmen Montejo, de la Comisión de Justicia y Reparación de Revuelta de mujeres en la iglesia de Madrid, la filósofa y activista experta en economía feminista Nieves Salobral, y Cherifa Ben Hassine, presidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia.

Como en anteriores convocatorias esperamos contar entre las participantes de este año, con mujeres América Latina y el Caribe y así enriquecernos con diálogos y visiones “trasfronterizas”. Una novedad también de la convocatoria de este curso es la incorporación de una metodología más interactiva que requiere una mayor participación e implicación de las personas que se matriculen, así como de las organizadoras. Quien los desee recibirá la certificación académica correspondiente.Creemos que este IX Seminario es una propuesta interesante para todas y todos los que como diría María Zambrano queremos pasar el logos por las entrañas y pensar lo nuevo.

Os esperamos

Pepa Torres Pérez. Para más información pepalavapies@yahoo.es





viernes, 15 de septiembre de 2023

VÓMITO ( Alandar Septiembre 2023)

Ecologistas y ecofeministas no dejan de gritarlo una y otra vez: Vivimos en un estado permanente de guerra contra la vida. Una guerra no al modo de las guerras tradicionales como la de Ucrania u otras más invisibles como la de Yemen, sino una guerra que atenta contra las bases materiales que hacen que la vida sea posible. Por eso muchas de las catástrofes naturales de las que estamos siendo testigos y sus miles de víctimas no son tan “naturales”, sino, mal que les pese a los negacionistas, son consecuencia del abuso, el maltrato y la violencia contra la tierra, nuestra casa común.

Hace unos días en una webinar con un activista griego amigo al preguntarle por la situación que atravesaba el país no dejaba de repetir la palabra Apocalipsis y continuaba diciendo: Primero el fuego, ahora las inundaciones. Es muy difícil imaginar cómo vamos a poder resistir a este desastre. El pueblo griego y los miles de refugiados y refugiadas que conviven entre nosotros desde la crisis 2008 somos especialistas en sobrevivir en medio de lo imposible, pero ¿Cómo resistir a esta Apocalipsis y sus consecuencias?.

También el reciente terremoto de Marruecos y las inundaciones de Libia con sus miles miles de víctimas se ha cebado sobre todo con las poblaciones más vulnerables y deprimidas del país, a las que ha despojado de lo poco que tenían y sobre todo de sus vidas. Las poblaciones de las montañas milenarias del Atlas son hoy un llanto que ensordece nuestros oídos con su desesperación y angustia, a la vez que con la respuesta de la sociedad civil en organizarse, sin apenas recursos en un régimen donde la libertad y los derechos humanos siguen siendo una asignatura pendiente.

La tierra vomita, no aguanta más tanto expolio. Protesta con la rebelión de sus fosas tectónicas a la violencia que el capitaloceno hace- hacemos- con ella cada día. La justicia climática y los derechos de la tierra son un grito que no podemos seguir desoyendo o aplazando. Desde la desaparición de la mariposa monarca en México al último niño de cuatro años, hallado muerto bajo los escombros de una mezquita en el Sur de Marruecos, estas vidas reclaman justicia y reparación, propósito de la enmienda, decíamos en el catecismo de la iglesia católica, cambio de rumbo, señala hoy Laudato Si.

El decrecimiento no puede ser solo un deseo ecologista, tiene que ser si o si, como dice Yayo Herrero, tiene que atravesar nuestra sensibilidad, nuestros hábitos de vida, nuestra economía y nuestra política. Hace unos días me decía un amigo que trabaja como profesor de geografía en una escuela concertada, que tras abordar el tema del cambio climático en clase un grupo de padres se habían quejado al director del colegio por considerar que eso era hacer política. Escuchándole me hice consciente que la guerra contra la vida no se combate con armas ni con ejércitos obedientes. 
Se combate con hombres y con mujeres conscientes que somos naturaleza y que como ella tenemos límites que hay que respetar. Se combate no con francotiradores, sino con hombres y mujeres que han despertado de la pesadilla de la autonomía y el individualismo y redescubren que el cuidado, la inter y la ecodependencia no son un imperativo ético, sino la única forma de poder vivir y sobrevivir, de asegurar la sostenibilidad y la felicidad de las mayorías en el planeta. Hombre y mujeres que vomitan, como hace la tierra con los volcanes, los valores capitalistas que se nos han inoculado en vena: acumulación, competencia, patriarcado, racismo, colonialismo.

La guerra contra la vida se combate no con francotiradores, sino desde el fortalecimiento comunitario que teje derechos universales, renunciando a los propios privilegios. Se construye con inteligencia colectiva, con alegría, entusiasmo, coraje e imaginación radical para poner la vida en el centro de la convivencia, la política, la economía la vida y el cuidado vida, en lugar de la sacralidad del dinero y el crecimiento por encima de los territorios y las vidas dignas. Porque como ya profetizaron las poblaciones originarias de América del Norte: Cuando hayáis talado el último árbol y acabado con el último pez os daréis cuenta que el dinero no se pude comer.

Vomitemos



Pepa Torres Pèrez











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jueves, 14 de septiembre de 2023

Seguimos de Centenario

 Este años hacemos los 100 años del nacimiento de la institución de la que formo parte, de mis  miles de pertenencias , la más vinculante. os comparto este video para que conozcáis la genealogía de Luz R. Casanova , la mujer que puso en marcha  con otras compañeras la firma de vida  que hoy es la mía. 

https://youtu.be/ebtG9i6Emyk

viernes, 25 de agosto de 2023

Lectura recomendada: ¿Con que autoridad me arrebatas el alma?, de Beatriz García Traba ( Cicely, Madrid, 2023)

"No es la luz lo que me deslumbra, es su ausencia”


Espiritualidad y poesía van de la mano en este pequeño y profundo libro con el que Beatriz García Traba, como bien narra su título, “nos arrebata el alma”. Beatriz García Traba es una mujer difícil de clasificar, que se resiste a quedar encerrada en ninguna casilla: historiadora, antropóloga, archivera, educadora, activista, madre, defensora de los derechos de las mujeres presas y comprometidas en buscar alternativas a la prisionización, poeta, etc.

Pero sobre todo Beatriz es una mujer creyente y contemplativa del evangelio en la vida, una mística desde el corazón de lo cotidiano, que bebe de la fuente de la espiritualidad de Charles de Foucauld y Madeleine Delbrel.

Adentrarnos en este libro de poemas o salmitos de vida, como los denomina la autora, se parece a la aventura mágica de introducirnos en el fondo de un caleidoscopio y percibir la realidad con nuevos matices desde su sencillez y hondura.

A través de siete palabras: Búsqueda, dolor, encuentro, sufrimiento, vida, soledad, deseo los poemas nos van despertando a una realidad impactante, infinita, clara, sincera que emerge también en nosotras y moviliza el deseo de derretir las fronteras y abatir los muros que nos impiden dejarnos afectar por la profundidad de la vida y su misterio.

Especialmente interesantes son los poemas, a modo de haikus, inspirados por textos bíblicos:

Retumba todo y nada se oye


¿o nadie lo escucha?


Los oídos sangran


Las manos lloran


Las piernas se derriten


¿Quién lo siente?


Algún día los ojos volverán al cielo y el corazón a la tierra (Jl 4,12-21)


¿Pero puede un libro íntimo, como este llegar a ser también un libro político? Sin duda, porque la realidad contemplada hiere y urge a denuncia y transformación entre muchas manos y conciencias, como el capítulo inspirado por las mujeres presas nos sugiere:


Creen que estáis muertas


que no sois capaces de reír, que no tenéis sueños ni esperanzas


Dicen que dais miedo


pero solo dais amor (2 Cor 6, 1-10)



¿Con que autoridad me arrebatas el alma? Es un libro alimentado por el silencio de los años y escrito desde mapas y topografías muy diversas. Como se nos dice en el Prólogo:


Desde la piel,


desde el interior,


desde la diferencia,


desde el arrebato,


desde un lugar que no ocupa lugar,


desde lo diminuto,


desde la sencillez,


desde el canto de la vida desbaratada.


Adentrarnos en su lectura es dejarnos provocar y conmocionar por una experiencia: la de la desnudez y la profecía.






Pepa Torres Pérez

lunes, 31 de julio de 2023

PERRA (Cristianismo y Justicia. Julio 2023)



La canción “Perra” de Rigoberta Bandini ha hecho furor en la campaña electoral. Su mensaje de que hay contextos y realidades en las que es más deseable ser perra que ser mujer se puede universalizar a la condición humana. Lo he podido comprobar esta mañana cuando paseaba por la calle Atocha. A la altura del antiguo Casa Luciano, una anciana se ha puesto a gritar porque su perrita, agotada por el calor, se ha desmayado: Linda, Linda, no te mueras, gritaba desesperada, sin soltar el bastón, para cogerla en brazos.

Sus gritos rompieron el ritmo acelerado de algunos viandantes, incluyendo el mío y hasta el señor de un quiosco próximo se acercó con una botella de agua al pequeño grupo improvisado de SOS, en apoyo a la perrita, ofreciendo sus manos, a modo de cuenco, para que pudiera beber.

Finalmente, Linda se reanimó un poco. La anciana se calmó y un joven se ofreció para coger a la perrita en brazos y acompañar a la anciana hasta su casa, que vivía muy próxima, y dejar a Linda en manos del portero.

Una escena enternecedora, pero a la vez terrible por el agravio comparativo con Sisoko. Sisoko es un joven maliense envuelto en una manta y un anorak, que duerme y pasa gran parte del día en una calle esquina con Atocha, muy cerca de donde se desvaneció Linda. Sisoko es todo ojos, unos ojos grandes que intentan decir algo que su boca no sabe pronunciar. Pero también, según como se mire, Sisoko no es más que un bulto, una manta rota y sucia, un anorak oscuro y un montón de bolsas y botellas de plástico vacías amontonadas en una esquina de la calle Atocha. Sisoko es negro, Sisoko es pobre, Sisoko es un sin papeles. Sisoko es mucho más invisible que la perrita Linda.

Estos días también en el contexto de la firma de los Acuerdos de Túnez sobre migraciones entre la Unión Europea, Italia y este país, paradójicamente no dejan de llegarnos noticias, desde la Red solidaria de Acogida, de centenares de personas que están siendo deportadas a zonas fronterizas entre Túnez y Argelia. Personas abandonadas en el desierto, sin acceso a agua ni comida expuestas a temperaturas abrasadoras. Centenares de personas bloqueadas en la frontera con Libia en una zona donde ninguna organización tiene acceso. Personas que están siendo duramente extorsionadas por las fuerzas policiales libias y despojadas de sus móviles, impidiendo así su única posibilidad de comunicación con el exterior. Personas que son tratadas y viven peor que perros.

¡Tenemos que reaccionar!, la naturalización de la violencia de las políticas de fronteras, y sus consecuencias, ya sea en una esquina de la calle Atocha o en el infierno de Libia o Argelia o los Acuerdos de Túnez nos hacen cómplices. 

Pasado el vértigo electoral y la alegría de haber conseguido frenar a la derecha y la ultraderecha en su avance al Parlamento, tenemos que seguir exigiendo como ciudadanía, al nuevo gobierno, que no mire hacia otro lado ante el drama de las migraciones, que no sea cómplice de las necropolíticas de fronteras, que exija la paralización inmediatas de deportaciones y abandonos en el el desierto en países como Túnez, Argelia o Libia, que se coordinen operaciones de rescate de las personas atrapadas y extorsionadas en las fronteras.

En definitiva, que se desarrollen vías legales para que la realidad migratoria no esté en manos de las mafias o los traficantes con la complicidad de los estados, sino que las vidas migrantes importen y nadie prefiera ser perra.


jueves, 27 de julio de 2023

Perra

https://blog.cristianismeijusticia.net/2023/07/27/perra 

Mi  colaboración de Julio para Cristianismo y Justicia  

Cuento para Mabel Tapia, compañera de MUSEO SITUADO

Estos días hemos estado de despedidas las gentes de la red colaborativa MUSEO SITUADO. en Lavapiés. Nuestra querida compañera Mabel, subdirectora del Museo Reina Sofia, activista artista de la vida, se embarca en nuevos proyectos vitales.

Gracias por todo lo compartido y vivido, gracias porque juntos y juntas hemo agujereado un museo, hasta hacerlo del barrio.

Este cuento va por tí

Érase una vez unas semillas que vivían escondidas en una cabellera de plata

Dicen que sus ancestras portaban semillas en el pelo para fecundar la tierra de las mujeres libres, quizás por eso Mabel cuando llegó a Lavapiés guardaba un secreto bajo su cabello blanco que le hacía oler a ceibo, jazmines y jacaranda. Porque en su larga diáspora por el mundo los surcos invisibles de su cabellera se habían transformado en un desván de semillas-sueños de muchos colores. Olores y sabores, que buscaban una tierra para florecer y manos e inteligencia colectiva para ser cultivadas.

Al llegar a Lavapiés y encontrarse con sus gentes rebeldes, de su cabello se desprendieron primero unas pequeñas semillas que portaban sueños de acogida y de palabras nuevas, palabras de bienvenida, palabras como abrazo, esta es tu casa, tarenga o jerejef, que al encontrarse con la inteligencia y las manos resilientes y creativas de compañeros y compañeras senegaleses, bangladeshies y marroquies hicieron florecer en pleno corazón del Museo Reina Sofía una Escuela de español donde se deletreaban en lenguas diversas ningún ser humano es ilegal

Las semillas secretas que guardaba Mabel bajo su cabellera eran muy transgresoras y desobedientes, no sabían de sistemas de seguridad ni de leyes de extranjería, creían firmemente en la libertad de movimiento de personas por el mundo y en el derecho a tener derechos y por eso en este tiempo han florecido también prodigiosamente en la Escuela de Derechos, que va ya por su cuarta promoción.

Pero de todas las semillas sin duda, las que más amaban la belleza y estaban convencidas que el arte es un instrumento de acción política y de revolución, eran las de ceibo. Mabel las habían encontrado y guardado con esmero en su ciudad natal Mar del la Plata, pero durante el tiempo en el que vivió en Francia, quizás por la humedad del Sena, o por las luchas de los san papiers, o porque en Parìs, Ok, lá lá siempre nace l` amour fue el lugar donde las semillas de ceibo se hicieron mucho más poderosas y universales.

Por eso, por eso al llegar a Lavapiés y encontrarse con sus gentes rebeldes florecieron en la Escuela de mMediación situada Aissatou Ndiaye, en donde vecinos y vecinas del mundo se forman a través de saberes compartidos para transmitir desde su cultura y sus lenguas el poder transformador y de denuncia de las obras de arte.

Pero no todo quedó ahì porque las semillas de jacaranda, que eran especialmente viajeras y pragmáticas, imaginaban las obra de arte circulando por el mundo de Sur a Norte del planeta, de museo en museo y sobre todo de plaza en plaza, para el disfrute de todas y por eso florecieron en los Cursos de Manipulación, embalaje transporte y montaje de bienes culturales que ya van por su segunda promoción.

Pero donde sin duda la cabellera blanca de Mabel desprendió con fuerza todo su secreto fue en hacer del Museo Reina Sofìa un patio de vecinas diversas, donde la alegría de los juegos de los niños del mundo atravesaba los duros muros de piedra y se bailaba a ritmo de cumbia y danza africana. Un picnic abierto al barrio, un lugar de fiesta lucha y pensamiento feminista y antirracista en complicidad con la Laboratoria y las Territorias y todos los colectivos sociales del barrio.

Pero las semillas que porta Mabel en su cabellera son siempre viajeras y refuerzan su poder mágico de vida atravesando geografías y saltando fronteras con el deseo de acabar con ellas. Por eso ahora se están preparando para un nuevo viaje, aunque aquí dejan un olor y un aroma que permanecerá para siempre en la memoria colectiva del barrio de Lavapiés y que no olvidaremos jamás,

Buen viaje

Lavapiés 18 de Julio 2023










viernes, 21 de julio de 2023

Lectura recomendada para el verano : Pretérito perfecto, de Mercedes Navarro (Verbo Divino, Estella 2023)

Hace veinticinco años llegó a mis manos un libro de Mercedes Navarro que abrió enormemente mi perspectiva sobre la vida religiosa femenina. Un libro de cabecera durante mucho tiempo que me alentó en la búsqueda y el compromiso por otra vida religiosa posible. Ese libro se llamaba Siete Palabras y todos sus capítulos tenían el título de un gerundio. El libro era un canto provocador a la libertad, a la utopía y a la conciencia femenina- feminista en la iglesia. Hoy 25 años después Mercedes no escribe en gerundio sino en Pretérito Perfecto. Lo hace no desde la nostalgia o la conciencia de que los sueños, las luchas, las preguntas, los irrenunciables que han marcado su vida forman parte del pasado, sino que el pretérito perfecto es el verbo de la plenitud. Por eso Pretérito perfecto es sobre todo un libro que narra la experiencia de una existencia vivida en búsqueda y evolución constante. Es un libro biográfico, pero en él somos muchas y muchos quienes nos podemos sentir identificados. Un libro en el que la palabra Ruaj es recurrente. Un libro en el que quienes somos lectores o lectoras habituales de Mercedes Navarro no solo no quedaremos decepcionadas, sino que la re-descubriremos en “estado puro”.

Pretérito perfecto es un libro escrito con la libertad, la desnudez y el sentido crítico de quien a sus setenta años y 50 de vida religiosa, generosamente comparte luces y sombras, proyectos frustrados y esperanzas discretas con capacidad de sostener vidas, a la vez que su irredenta capacidad de soñar e imaginar futuros alternativos. Porque adentrarse en el evangelio como lo hace Mercedes, como mujer orante, investigadora y siempre crítica, es el útero donde nacen sus sueños. Leer el evangelio, nos dice su autora es como pasear frente a un infinito mundo de sueños, aunque en la iglesia paradójicamente pesen aún más la costumbre, la inercia y el miedo, a la creatividad y al riesgo.

Quizás por eso el primer capítulo lleva por título he soñado. En él Mercedes relata algunos de sus sueños y los de su generación y junto a ellos también algunos de sus fracasos y expectativas frustradas, porque los sueños, si llevan aparejadas propuestas, siempre son transgresores y por tanto peligrosos para el orden establecido. Así sucedió también con el sueño de Jesús y su fracaso. Sólo reconociendo el fracaso de Jesús y los nuestros propios podremos experimentar paradójicamente que más allá de esta experiencia es posible alumbrar algo nuevo, es posible la Resurrección.

En su libro Mercedes nos recuerda que hay que seguir apostando por los sueños, pero no por cualquier sueño, sino por aquellos que recuperan y reinterpretan el pasado y que tiene también capacidad de iluminar el presente, como sucede con los sueños bíblicos. El germen de los sueños habita en el corazón de las mujeres, aun cuando pareciera que se han acabado por frustración o agotamiento. Por ello la autora está convencida que hay que acudir a la memoria transgresora de las mujeres, a las genealogías femeninas, como parteras que empujen también los nuestros y nos ayuden a tener sueños despiertos. Mercedes reivindica y sigue apostando por una sana ingenuidad, que no está reñida con el sentido crítico ni es opuesta al realismo, sino la condición misma para poder vivir la existencia como evolución y cambio.

Junto a he soñado otros pretéritos perfectos dan nombre a los capítulos del libro: He sufrido, he amado, he gozado, he pensado, he creído, he evolucionado. A lo largo de todos ellos nos adentramos en el itinerario de libertad y pasión por el evangelio de una mujer luminosa y a la vez llena de sombras que no se conforma con las respuestas dadas sino siem
pre amante de las preguntas y apasionadamente humana. Una mujer, como señala la última frase con la que termina el libro, que entre lo cumplido y lo incierto, sigue existiendo agradecida. Un libro sin duda que como todas las publicaciones de Mercedes no nos dejará indiferente.



Pepa Torres Pèrez

jueves, 13 de julio de 2023

MAESTRAS DE VIDA: SIMONE WEIL

En el contexto electoral la voz de otra gran maestra de vida: Simone Weil, se acerca a mi oído y como guardando un secreto me cuenta su historia y su compromiso político

Nací en Paris el febrero de 1909 en el seno de una familia acomodada judía y en un tiempo oscuro amenazado de totalitarismo y barbarie como así fue. Mi familia estaba convencida que la cultura era un instrumento imprescindible para hacer a los pueblos y a las personas tolerantes y libres y así nos educaron, tanto a mi querido hermano André, como a mí, en el gusto y la pasión por el estudio y la reflexión crítica. Desde niña la brillantez intelectual de mi hermano fue para mí un estímulo importante y a veces también motivo de desánimo e incluso de desesperación, porque desde muy pequeña me apasiono el conocimiento de la verdad y durante gran parte de mi vida creí que solo podría acceder a ella a través del conocimiento y la reflexión teórica

Mucho más tarde comprendería que es el propio deseo de búsqueda de la verdad lo que nos va conduciendo a encontrar su rastro y que la verdad más que una idea pide ser encarnada. La búsqueda de la verdad y la compasión hicieron de mí una mujer inquieta y crítica hasta el final de mi vida, difícil de clasificar. De ellas brotó también mi amor por la filosofía, cuya pasión se haría aún mucho más intensa siendo alumna de mi querido profesor y posteriormente siempre amigo Alain (Émile Chartier). ¡Sus enseñanzas me hicieron despertar a tantas utopías y grandes deseos: la justicia social, la libertad democrática, etc, y a olvidarme de todo lo que no sirviera para tal fin, ¡cosas tan básicas como la forma de vestir o incluso comer!.

Mi paso por la Soborna y la Escuela Normal Superior de Paris, con apenas 19 años contribuyó también enormemente a que mi pasión por la filosofía se hiciera más radical y social y políticamente comprometida. La cuestión de la explotación de las masas obreras en el trabajo y el hambre en el mundo se convirtieron para mí en una urgencia ética. Recuerdo una tarde que Simone de Beauvoir y yo coincidimos en una tertulia donde ella planteó que el mayor problema de la humanidad era encontrar sentido a la existencia. Y yo con toda mi pasión juvenil de aquel momento, no pude menos de cuestionar aquella afirmación como propia de alguien que tenía todas las necesidades cubiertas y que la revolución más necesaria para la humanidad no podía ser otra que poner fin al hambre en el mundo.

Mis comentarios, mi agudeza intelectual y mi forma de vestir siempre desaliñada, me hicieron muy conocida en los ambientes intelectuales de la Sorbona, máxime cuando además era la única mujer de mi clase y empecé a participar en grupos de desobediencia civil y a denunciar la política colonialista francesa. En este tiempo mi experiencia de Dios se me fue confirmado inseparable de la praxis ética y la justicia, hasta el punto de como escribí por aquellos años: creer en Dios no es otra cosa que la acción justa.

Trabajé como profesora de filosofía en la escuela de Le Puy y me incorporé activamente al movimiento sindical, sumándome a las reivindicaciones obreras de los trabajadores más explotados y a dar clases gratuitas a los mineros. Algo que, a la dirección de mi centro, presionada por los padres de mis alumnos, les pareció impropio de una profesora de filosofía e hicieron lo posible por destituirme. Viajé a Alemania para conocer más de cerca el movimiento sindical y el marxismo, hasta que en 1943, tras una larga crisis de salud e ideológica, tomé la decisión de abandonar la política partidista por la violencia y el odio que engendraba, pero seguí siendo fiel al compromiso con los humillados y explotados.

Fue entonces cuando tomé la decisión de abandonar la enseñanza de la filosofía para vivir desde dentro la experiencia de pobreza y explotación. Así lo hice trabajando como obrera en la fábrica de electricidad Alsthom donde, como escribiría más tarde, viví la experiencia de que la sociedad moderna se edificada sobre trabajos para los cuales el ser humano debe obligarse a no pensar. La dureza del trabajo y sus consecuencias terribles para la salud: quemaduras, accidentes laborales, problemas de audición, ritmo inhumano que llevan a las personas a deslizarse hacia el estado de bestia de carga dejarán una honda huella en mi espíritu y me llevarán a participar de la desdicha ajena como propia y junto a ella la solidaridad entre iguales.

Después de la fábrica de Alsthom pasé por muchas otras, pero fue en la Renault donde viví las experiencias más duras y humillantes, la brutalidad de otros seres humanos que (…)imponían la crueldad y la opresión. Allí tuve la experiencia como escribí a mi gran amiga Albertine Thévenon, que una opresión inexorable e invencible no engendra como reacción inmediata la rebelión, sino la sumisión. A partir de este momento supe que dedicaría todo lo que me quedara de vida a luchar para que el ser humano pudiera tener oportunidades para vivir de una forma digna y fraterna. Mi salud se debilitó enormemente y en un viaje que hice a Portugal en 1935 para recuperarme, entre pescadores tuve una experiencia religiosa que marcaría para siempre mi existencia como escribí a mi querido amigo el padre Perrin:

Tenía el cuerpo y el alma despedazados, aquel contacto con la desdicha había matado mi juventud (…) Al estar en una fábrica, confundida a los ojos de todos y a los míos propios con la masa anónima, la desdicha de los otros penetró en mi carne y en mi alma (…). Lo que allí sufrí me marcó para siempre (…). Con este estado de ánimo y en unas condiciones físicas miserables, llegué a ese pequeño pueblo portugués, que era igualmente miserable, sola, por la noche, bajo la luna llena, el día de la fiesta patronal (…) Las mujeres de los pescadores caminaban en procesión junto a las barcas; portaban cirios y entonaban cánticos, sin duda muy antiguos, de una tristeza desgarradora (…). Allí tuve de repente la certeza de que el cristianismo es por excelencia la religión de los esclavos, de que los esclavos no podían dejar de adherirse a ella, y yo me sentí entre ellos.

Fue poco después cuando retomé de nuevo la docencia y la escritura filosófica sin dejar nunca de apoyar a los miles de refugiados que llegaban de Alemania acogiéndoles en mi casa y en la de mi familia. El golpe de estado de Franco y la defensa de la república en España fue para muchos de mis contemporáneos y contemporáneas un revulsivo ante el que nos quisimos ser meros espectadores, Marché entones al frente como periodista en la columna Durruti. Allí el horror de la guerra y la decepción de la izquierda me provocaron una intensa crisis de la que saldrían algunos de mis artículos y reflexiones filosóficas más discutidas. Al volver a Francia me incorporé de nuevo al activismo pacifista contra la política colonial francesa en Indochina. Dos años después en un viaje de descanso a Italia, en Asís, en la capilla de Santa María de los Ángeles. tuve una segunda experiencia de encuentro con Dios que marcará mi vida para siempre y algo más fuerte que yo me obligó por primera vez a ponerme de rodillas. Al año siguiente en Solesmes, tras asistir a los oficios de Semana Santa: me sentí de nuevo visitada por Cristo y amada por Él intensamente:

Sentí una presencia más personal, más cierta, más real que la de un ser humano, inaccesible tanto a los sentidos como a la imaginación, análoga al amor que se transparentaría a través de la más tierna sonrisa de un ser amado. Desde ese instante, el nombre de Dios y el de Cristo se han mezclado de forma cada vez más irresistible en mis pensamientos.

Por aquellos años escribí algunos de mis textos más conocidos: Meditación sobre la obediencia y la libertad y Sobre las condiciones del marxismo. Examen critico de las ideas de revolución y progreso.

Ya entonces el horror de los totalitarismos, y la guerra marcarán mi reflexión y mi vida para siempre. Fue entonces cuando empezó a tomar cuerpo en mi un proyecto que nunca pude realizar, pero que intenté darlo a luz con todas mis fuerzas: un cuerpo de enfermeras en primera línea del frente. El 1 de Junio de 1940 los alemanes entraron en Paris y forzada por mis padres tuve que huir con ellos hacia Marsella. Allí conocí a mis grandes amigos Jean Lambert, Gilbert Khan, Gustave Thivon, Helene Honrat, que a mi muerte publicarán muchos de mis textos inéditos. A través de ellos conocí también al padre Perrin, mi gran confidente espiritual. En esta ciudad fui detenida varias veces por mi implicación con la Resistencia. En este tiempo el deseo de estar junto a los trabajadores más humildes me llevará a trabajar como temporera en el campo y a experimentar, como escribí por aquel entonces, un agradecimiento sincero por(…) haberme sacado de la categoría social de los intelectuales y haberme dado la tierra y con ella la naturaleza (…). Será este un tiempo inmensamente creativo, como si intuyera mi muerte próxima.

En mayo de 1942 mi familia y yo con cientos de refugiados embarcamos hacia Casablanca y desde allí a Nueva York. Pero yo no dejé en el empeño de regresar a Europa y así lo hice llegando hasta Londres, dispuesta a colaborar más intensamente con la Resistencia al nazismo. Sin embargo, mis planes se vieron muy pronto truncados por mi frágil salud. Mi deseo de solidaridad me llevó a dejar de comer hasta que el pan no llegara a todos, Mi muerte aconteció el 24 de Agosto en 1943 en Ashford, alejada de mi familia y mis amigos, identificada con los últimos y los perdedores de la historia a los que había ido poco a poco entregando toda mi vida : mi pensamiento intelectual, mi frágil cuerpo y la libertad de un corazón siempre anhelante en búsqueda de la verdad y de encarnarla.

miércoles, 5 de julio de 2023

Noches insomnes (Alandar Julio 2023)


Me cuesta dormir estas noches. No se si es la ola de calor o el alto voltaje de un mapa político en manos de la ultraderecha, o quizás ambas cosas. En mis noches insomnes la creatividad se me dispara y juego a sub-vertir acontecimientos que suceden por el día y que forman parte de la realidad kafkiana que se nos impone y que demasiado frecuentemente terminamos por naturalizar.

Anoche subvertí el juicio de un amigo mantero que actualmente lleva en España 5 años. Es solicitante de asilo, camarero en una cafetería del barrio de Salamanca e intérprete de una Escuela de derechos en el Museo Reina Sofia. Llegó a España por Tenerife cruzando la frontera mortal del Atlántico mientras otros compañeros de la patera no tuvieron esa suerte. Al llegar a las costas españolas le metieron en un CIE creándole un estado de tristeza en que creyó que iba a morir, pues nada más ajeno a su sueño europeo que saberse preso al llegar a tierras españolas. Días después, sin darle ninguna explicación, junto a otros compañeros, le metieron en un avión y cuando creía que le estaban deportando dirección a Dakar su tristeza se volvió alegría al descubrir que el avión aterrizó en Barajas.

Le dejaron en la calle sin ninguna orientación y el mismo, como pudo y contactando con paisanos llegó a Lavapiés. Alguien le dio dinero para el metro y nada más bajarse y salir a la calle lo primero que vio fue dos chicas besándose. Se extrañó, pero también ese beso le hizo sentir libertad. Unos paisanos le acogieron en una habitación compartida con otras personas y enseguida se dio cuenta que para sobrevivir no tenía más opción que vender bolsos de Luis Vuitton. Hoy tres años después, convertido en camarero profesional la justicia le acusa de un delito contra la propiedad intelectual en el que la víctima es Luis Vuitton (por cierto, la segunda fortuna más poderosa en Francia, y actualmente con sede en Suiza para no pagar impuestos).

Con ese juicio por medio no le renovarán su asilo y perderá su trabajo. Es mucho lo que se juega además de la multa y la indemnización que tendrá que pagar a esta transnacional si le declaran culpable. Pero nada de eso le suele interesar a los jueces, que prefieren no mirar a los ojos de los manteros cuando firman sentencias. Hoy cuando acudió al juicio, no pudo celebrarse, pues los policías no se presentaron por estar de vacaciones y tampoco los representantes legales de la marca. El juez decidió entonces que había que aplazarlo para dar una oportunidad a los policías y a la marca.

En mis noches insomnes juego a buscar finales alternativos donde los y las invisibles no son ninguneados, donde se reparan dignidades quebradas y se resarcen derechos, donde las oportunidades se les brindan a los pequeños y no a los que les expolian. Así imaginando finales alternativos frente a la dureza de la realidad y la violencia de la “justicia” con los empobrecidos y empobrecidas somos muchos y muchas los que nos recargamos de imaginación y utopía para no cejar en el empeño de subvertir el desorden clasista, racista, y colonial que los mercados nos imponen

sábado, 1 de julio de 2023

miércoles, 7 de junio de 2023

NO SIEMPRE GANA GOLIAT ( Alandar junio 2023)

Empezar mi columna con este título tras los resultados de las últimas elecciones en nuestro país puede parecer, un tanto atrevido y provocador por mi parte. De hecho, lo es. Pero un aprendizaje vital que tengo muy incorporado es preferir siempre pedir perdón, antes que permiso y anteponer el atrevimiento a la resignación o la parálisis. El título de mi columna de este mes está tomado de una reflexión que los compañeros y compañeras de Cristianismo y Justicia publicaron hace unos meses para releer en clave de esperanza el año 2022. No siempre gana Goliat me atrevo a proclamarlo, pese al sentimiento de frustración y dolor que nos acompaña a muchas ante el nivel tan alto de abstención en las pasadas elecciones y el ascenso de la derecha y la ultraderecha en nuestro país, con lo que supone del profundo calado de los discursos de odio en las mayorías que han ejercido el derecho al voto.

Me duele también la desmemoria. Lo fácil que olvidamos, por ejemplo, la densidad del sufrimiento, la dureza de la criminalización de la protesta social durante crisis del 2008 y su gestión salvajemente neoliberal por parte de un gobierno de derechas. La desmemoria de la mucho más reciente crisis del covid, donde creímos aprender que el sálvese quien pueda y el olvido de los últimos y últimas no puede ser nunca una solución, sino una fábrica de exclusión y pobreza generadora de nuevas violencias. Me duele la ceguera del negacionismo ante la crisis eco-social, el colapso climático y la naturalización de las muertes cotidianas en las fronteras del mundo. Me duele y me indigna la fuerza del postfascismo y la idea de que el derecho y la justicia ceda paso a la barbarie, la manipulación a través de los fakes news y la guerra del todos contra todos.

La democracia es también dolor y tristeza. Por eso muchas necesitamos hacer duelo por el fin del ciclo del 15 M y sus consecuencias en tantos proyectos de esperanza que se pusieron en marcha en los barrios y que hemos intentado cuidar al máximo en tantos lugares, pese a la descapitalización de los movimientos sociales por parte de los mismos grupos políticos que emergieron tras el 15 M, intentando rehacer y reinventar una nueva política. 

Pero la democracia es sobre todo esperanza, participación, comunidades de lucha y resistencia que desde la suma de las propias vulnerabilidades y potencias siguen apostando por generar iniciativas humildes con capacidad de alumbrar respuestas colectivas. La democracia es diálogo y encuentro desde el respeto y el reconocimiento de la diversidad. Es apostar por la capacidad humana de crear lazos que perforen muros que declaran quien es humano y quien no, quien es sujeto de derechos y a quienes se les niega.

Marcia Taburi, intelectual y activista brasileña contra el bolsonarismo en su hermoso libro ¿Como conversar con un fascista, Reflexiones sobre el autoritarismo en la vida cotidiana (2015) escribe que No acabaremos con el odio predicando el amor, sino actuando en nombre de un diálogo que no solo muestre que el odio es impotente, sino que lo torne impotente a través, de la persistencia de la resistencia

El resultado de estas elecciones nos empuja a seguir apostando en nuestros barrios por la creación de espacios afectivo-políticos de pensamiento crítico, más poderosos que los bulos, seguir impulsando el nacimiento de comunidades de lucha, cuidados mutuos, resistencia y propuesta, que nos permitan ganar las batallas cotidianas en las que nos va la vida : conseguir los papeles frente a una ley de extranjería que mata o enloquece, como le ha sucedido a un amigo que estamos acompañando recientemente y que tras 17 años de viaje desde Bangladesh a España, pasando por el infierno de Libia, su cuerpo no puede más y su psique se le ha hecho pedazos; o como María S., joven salvadoreña sin papeles que con el apoyo de varios colectivos se atrevió a denunciar a jefe por despido improcedente y tras una fuerte presión y acoso por parte de la empresa, ha ganado el juicio y con ello su permiso de residencia. 

Pero, sobre todo, como dice ella, lo que más he ganado es mi propia dignidad, no olvidar que la tengo y que no todo vale, aunque no tengamos papeles. Por eso pese al resultado de las elecciones sigo convencida que no siempre gana Goliat. Los gigantes suelen tener los pies de barro. Toca seguir teniendo listas las hondas y ayudándonos a despertar conciencias. Sumamos



Pepa Torres Pèrez

La profecía del cuidado: Escuela de espiritualidad marista

Contenta de haber  participado con las amigas y amigos de la Escuela de Espiritualidad Marista en este podcast sobre la profecía del cuidado.


https://open.spotify.com/episode/7HmHjFRH7iXxWzgF8eWhiy?si=n1m7uqM1TdatvfO7eGWny

jueves, 1 de junio de 2023

GENEALOGIAS FEMENINAS y MAESTRAS DE VIDA: SIMONE WEILL (Alandar Junio 2023)


En el contexto electoral la voz de otra gran maestra de vida: Simone Weill, se acerca a mi oído y como guardando un secreto me cuenta su historia y su compromiso político

Nací en Paris el febrero de 1909 en el seno de una familia acomodada judía y en un tiempo oscuro amenazado de totalitarismo y barbarie como así fue. Mi familia estaba convencida que la cultura era un instrumento imprescindible para hacer a los pueblos y a las personas tolerantes y libres y así nos educaron, tanto a mi querido hermano André, como a mí, en el gusto y la pasión por el estudio y la reflexión crítica. Desde niña la brillantez intelectual de mi hermano fue para mí un estímulo importante y a veces también motivo de desánimo e incluso de desesperación, porque desde muy pequeña me apasiono el conocimiento de la verdad y durante gran parte de mi vida creí que solo podría acceder a ella a través del conocimiento y la reflexión teórica

Mucho más tarde comprendería que es el propio deseo de búsqueda de la verdad lo que nos va conduciendo a encontrar su rastro y que la verdad más que una idea pide ser encarnada. La búsqueda de la verdad y la compasión hicieron de mí una mujer inquieta y crítica hasta el final de mi vida, difícil de clasificar. De ellas brotó también mi amor por la filosofía, cuya pasión se haría aún mucho más intensa siendo alumna de mi querido profesor y posteriormente siempre amigo Alain (Émile Chartier). ¡Sus enseñanzas me hicieron despertar a tantas utopías y grandes deseos: la justicia social, la libertad democrática, etc, y a olvidarme de todo lo que no sirviera para tal fin, ¡cosas tan básicas como la forma de vestir o incluso comer!

Mi paso por la Soborna y la Escuela Normal Superior de Paris, con apenas 19 años contribuyó también enormemente a que mi pasión por la filosofía se hiciera más radical y social y políticamente comprometida. La cuestión de la explotación de las masas obreras en el trabajo y el hambre en el mundo se convirtieron para mí en una urgencia ética. Recuerdo una tarde que Simone de Beauvoir y yo coincidimos en una tertulia donde ella planteó que el mayor problema de la humanidad era encontrar sentido a la existencia. Y yo con toda mi pasión juvenil de aquel momento, no pude menos de cuestionar aquella afirmación como propia de alguien que tenía todas las necesidades cubiertas y que la revolución más necesaria para la humanidad no podía ser otra que poner fin al hambre en el mundo.

Mis comentarios, mi agudeza intelectual y mi forma de vestir siempre desaliñada, me hicieron muy conocida en los ambientes intelectuales de la Sorbona, máxime cuando además era la única mujer de mi clase y empecé a participar en grupos de desobediencia civil y a denunciar la política colonialista francesa. En este tiempo mi experiencia de Dios se me fue confirmado inseparable de la praxis ética y la justicia, hasta el punto de como escribí por aquellos años: creer en Dios no es otra cosa que la acción justa.

Trabajé como profesora de filosofía en la escuela de Le Puy y me incorporé activamente al movimiento sindical, sumándome a las reivindicaciones obreras de los trabajadores más explotados y a dar clases gratuitas a los mineros. Algo que, a la dirección de mi centro, presionada por los padres de mis alumnos, les pareció impropio de una profesora de filosofía e hicieron lo posible por destituirme. Viajé a Alemania para conocer más de cerca el movimiento sindical y el marxismo, hasta que en 1943, tras una larga crisis de salud e ideológica, tomé la decisión de abandonar la política partidista por la violencia y el odio que engendraba, pero seguí siendo fiel al compromiso con los humillados y explotados.

Fue entonces cuando tomé la decisión de abandonar la enseñanza de la filosofía para vivir desde dentro la experiencia de pobreza y explotación. Así lo hice trabajando como obrera en la fábrica de electricidad Alsthom donde, como escribiría más tarde, viví la experiencia de que la sociedad moderna se edificada sobre trabajos para los cuales el ser humano debe obligarse a no pensar. La dureza del trabajo y sus consecuencias terribles para la salud: quemaduras, accidentes laborales, problemas de audición, ritmo inhumano que llevan a las personas a deslizarse hacia el estado de bestia de carga dejarán una honda huella en mi espíritu y me llevarán a participar de la desdicha ajena como propia y junto a ella la solidaridad entre iguales.

Después de la fábrica de Alsthom pasé por muchas otras, pero fue en la Renault donde viví las experiencias más duras y humillantes, la brutalidad de otros seres humanos que (…)imponían la crueldad y la opresión. Allí tuve la experiencia como escribí a mi gran amiga Albertine Thévenon, que una opresión inexorable e invencible no engendra como reacción inmediata la rebelión, sino la sumisión. A partir de este momento supe que dedicaría todo lo que me quedara de vida a luchar para que el ser humano pudiera tener oportunidades para vivir de una forma digna y fraterna. Mi salud se debilitó enormemente y en un viaje que hice a Portugal en 1935 para recuperarme, entre pescadores tuve una experiencia religiosa que marcaría para siempre mi existencia como escribí a mi querido amigo el padre Perrin:

Tenía el cuerpo y el alma despedazados, aquel contacto con la desdicha había matado mi juventud (…) Al estar en una fábrica, confundida a los ojos de todos y a los míos propios con la masa anónima, la desdicha de los otros penetró en mi carne y en mi alma (…). Lo que allí sufrí me marcó para siempre (…). Con este estado de ánimo y en unas condiciones físicas miserables, llegué a ese pequeño pueblo portugués, que era igualmente miserable, sola, por la noche, bajo la luna llena, el día de la fiesta patronal (…) Las mujeres de los pescadores caminaban en procesión junto a las barcas; portaban cirios y entonaban cánticos, sin duda muy antiguos, de una tristeza desgarradora (…). Allí tuve de repente la certeza de que el cristianismo es por excelencia la religión de los esclavos, de que los esclavos no podían dejar de adherirse a ella, y yo me sentí entre ellos.

Fue poco después cuando retomé de nuevo la docencia y la escritura filosófica sin dejar nunca de apoyar a los miles de refugiados que llegaban de Alemania acogiéndoles en mi casa y en la de mi familia. El golpe de estado de Franco y la defensa de la república en España fue para muchos de mis contemporáneos y contemporáneas un revulsivo ante el que nos quisimos ser meros espectadores, Marché entones al frente como periodista en la columna Durruti. Allí el horror de la guerra y la decepción de la izquierda me provocaron una intensa crisis de la que saldrían algunos de mis artículos y reflexiones filosóficas más discutidas. Al volver a Francia me incorporé de nuevo al activismo pacifista contra la política colonial francesa en Indochina. Dos años después en un viaje de descanso a Italia, en Asís, en la capilla de Santa María de los Ángeles. tuve una segunda experiencia de encuentro con Dios que marcará mi vida para siempre y algo más fuerte que yo me obligó por primera vez a ponerme de rodillas. Al año siguiente en Solesmes, tras asistir a los oficios de Semana Santa: me sentí de nuevo visitada por Cristo y amada por Él intensamente:

Sentí una presencia más personal, más cierta, más real que la de un ser humano, inaccesible tanto a los sentidos como a la imaginación, análoga al amor que se transparentaría a través de la más tierna sonrisa de un ser amado. Desde ese instante, el nombre de Dios y el de Cristo se han mezclado de forma cada vez más irresistible en mis pensamientos.

Por aquellos años escribí algunos de mis textos más conocidos: Meditación sobre la obediencia y la libertad y Sobre las condiciones del marxismo. Examen critico de las ideas de revolución y progreso.

Ya entonces el horror de los totalitarismos, y la guerra marcarán mi reflexión y mi vida para siempre. Fue entonces cuando empezó a tomar cuerpo en mi un proyecto que nunca pude realizar, pero que intenté darlo a luz con todas mis fuerzas: un cuerpo de enfermeras en primera línea del frente. El 1 de Junio de 1940 los alemanes entraron en Paris y forzada por mis padres tuve que huir con ellos hacia Marsella. Allí conocí a mis grandes amigos Jean Lambert, Gilbert Khan, Gustave Thivon, Helene Honrat, que a mi muerte publicarán muchos de mis textos inéditos. A través de ellos conocí también al padre Perrin, mi gran confidente espiritual. En esta ciudad fui detenida varias veces por mi implicación con la Resistencia. En este tiempo el deseo de estar junto a los trabajadores más humildes me llevará a trabajar como temporera en el campo y a experimentar, como escribí por aquel entonces, un agradecimiento sincero por(…) haberme sacado de la categoría social de los intelectuales y haberme dado la tierra y con ella la naturaleza (…). Será este un tiempo inmensamente creativo, como si intuyera mi muerte próxima

En mayo de 1942 mi familia y yo con cientos de refugiados embarcamos hacia Casablanca y desde allí a Nueva York. Pero yo no dejé en el empeño de regresar a Europa y así lo hice llegando hasta Londres, dispuesta a colaborar más intensamente con la Resistencia al nazismo. Sin embargo, mis planes se vieron muy pronto truncados por mi frágil salud. Mi deseo de solidaridad me llevó a dejar de comer hasta que el pan no llegara a todos, Mi muerte aconteció el 24 de Agosto en 1943 en Ashford, alejada de mi familia y mis amigos, identificada con los últimos y los perdedores de la historia a los que había ido poco a poco entregando toda mi vida : mi pensamiento intelectual, mi frágil cuerpo y la libertad de un corazón siempre anhelante en búsqueda de la verdad y de encarnarla.

domingo, 28 de mayo de 2023

Con motivo del centenario de las Apostólicas del Corazón de Jesús Luz Casanova nos habla hoy:


Me parece mentira estar otra vez aquí. Parece que fue ayer, pero han pasado ya 100 años y aún más desde que aquella joven aristócrata, hija de los marqueses de Onteiro, que era yo, llegué con mi familia desde Avilés a Madrid en el año 1855. No podía imaginar como las periferias de esta ciudad y quienes las habitan transformarían mi vida de esta manera. Me educaron para brillar en los salones de la corte y reproducir los valores e ideales de mi clase social, pero la irrupción de las personas empobrecidas en mi vida, en aquel Madrid de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, de niños sin escuelas y mujeres y hombres hambrientos buscando la vida en las calles como fuera para poder sobrevivir, me abrió los ojos a una nueva conciencia.

Fue como el despertar de una realidad engañosa, el mundo no era como me lo habían contado y yo no me podía quedar tan tranquila. Una vez que abres los ojos y ves y decides mantener la mirada ante la realidad injusta y dejarte mirar por las personas empobrecidas, ya nunca nada vuelve a ser lo mismo.

Yo que siempre valoré la educación tan exquisita que había recibido por parte de mis institutrices de origen europeo, que me abrieron los ojos a otra forma de entenderme como mujer y disfrutar de la cultura, de la belleza, de la música, del deporte, porque quizás no lo sepáis, fui también una gran nadadora… al mirar a las personas empobrecidas cara a cara, mis privilegios se me hicieron cada vez más incómodos hasta que descubrí la manera de ponerlos al servicio de los últimos y últimas de la ciudad. Esta casa y esto que celebramos hoy tiene mucho que ver con ello.

Madrid era un hervidero de ideas nuevas, de revueltas, de reclamos sociales, la miseria de los suburbios era un grito insostenible, aunque las clases acomodadas y algunos sectores de la iglesia se empeñaran en hacerse los sordos. Pero yo me negué a ser mera espectadora de estos acontecimientos, sino que decidí vivirlos desde dentro y posicionándome del lado de los pobres.

Desde muy joven encontré en la espiritualidad la fuerza y el empuje de la vida, una fuerza presente en la hondura de todo ser humano, que nos invita a no dejar las cosas como están, a no resignarnos sino a transformar la historia y el propio corazón a favor de los últimos y ultimas. Movida por esa fuerza que se me hacía presente en los encuentros con las personas empobrecidas que reclaman reconocimiento, justicia y dignidad, di los primeros pasos de esta forma de vida que hoy se llama ser apostólica del corazón de Jesús, la congregación religiosa que hoy celebramos 100 años.

Siempre admiré a Ignacio de Loyola. Me atrajo de él su espíritu de búsqueda y discernimiento permanente, el compromiso de inserción en el mundo y la posibilidad de vivir una espiritualidad contemplativa en la acción, contemplativa en la relación, pero desde mi ser de mujer y en el siglo XX. Lo cual siempre resulta complicado en esta sociedad y mucho más en esta iglesia todavía tan patriarcal.

Tuve grandes amigos jesuitas, que me apoyaron y creyeron en mí hasta el final, como Jose María Rubio, pero también otros que no entendieron mi forma de actuar y me abandonaron en los momentos más difíciles, siendo esto para mí un duro golpe. También como Ignacio de Loyola fui muchos años laica. Una laica comprometida con el apostolado social. Solo muchos años después, como Ignacio, me haría religiosa, en la congregación que, junto con otras compañeras, fundamos para asegurar el futuro de todos los proyectos sociales y educativos que pusimos en marcha en las periferias de Madrid a partir de 1902.

¡Pero como es la vida, las vueltas que da la historia!, Ahora 100 años después, para asegurar el futuro de los proyectos que como congregación hemos emprendido volvemos a ponerlos en manos de los laicos, en lo que llamamos la misión compartida. Entendemos que el futuro no nos pertenece, el futuro es de los pobres y lo que somos y tenemos queremos que sea para ellos y ellas, más allá de nuestra permanencia como congregación en la historia

Todavía me acuerdo de la conversación con aquella costurera que me encontré un día por la calle y me conto la preocupación de tantas mujeres de los suburbios de Madrid ante la carencia de escuelas para sus hijos, e inmediatamente sentí un dolor tan grande en mi corazón que al día siguiente empecé a escribir a personas amigas y conocidas a ver que podíamos hacer, porque tocaba involucrarse.

Sentí un fuego que me ardía por dentro y que hizo brotar de mis labios una frase que quedaría para siempre marcada en mi corazón y en mi conciencia y en las de mis compañeras: Que por mí no quede. Así surgió lo que luego llamaríamos la red de escuelas de la Preservación de la fe o la Obra para la Educación Popular. Llegamos a abrir hasta 75 escuelas de barrio.

O cuando en aquel viaje de vuelta del santuario de Lourdes sentí tal dolor en mi interior ante la realidad de las personas empobrecidas enfermas que carecían de medios para ser atendidas y cuidadas, que, en el mismo tren, en un papel, que le pedí al revisor, empecé a escribir la idea del Patronato de enfermos. Una red socio sanitaria de atención a los pobres, constituida toda por personal voluntario. Una red que nace en las periferias, pero que más adelante se ubicará en esta casa como su sede central. De ahí que en la puerta actual todavía se mantenga el nombre, para no olvidar nuestros orígenes.

¡Que alegría estar aquí de nuevo!, pero veo que la casa está en obras, Menudo lio, pero para lío, cuando la construimos. Mi familia vivía más o menos cerca de este lugar y una noche que no podía dormir bajé a lo que entonces no era más que un solar y me pregunté con angustia: ¿Estaré loca? ¿Cómo vamos a pagar todo esto?.

Y así empezamos la construcción de este edificio, sin dinero, firmando pagarés en blanco, convencidas que de algún modo el dinero llegaría en el momento preciso de hacer los pagos, fiadas más en Dios que en nuestras propias fuerzas y recursos. …Y así fue…y así siguió siendo siempre una y otra vez …Nunca tuvimos miedo a ensayo error…Creer es confiar y arriesgar. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la red de colaboradores y colaboradores laicos que se implicaron en estos proyectos. Personas seducidas como yo, por esa corriente de vida sumergida que acontece en las periferias, que sintieron su grito y abrazo urgiéndonos a forzar en común otra iglesia y otro mundo posible, desde abajo, con sabor a fiesta y banquete popular.

Estos colaboradores fueron sobre todo mujeres: Pilar Salcedo amiga incondicional y siempre laica hasta el final de su vida con nosotras, o mi querida Adela Ventura, que formaría parte del grupo fundador de la congregación religiosa y abriría la comunidad de Roma en la periferia de Torpignatara en plena guerra mundial, pero también varones como Bonafós.

En esto nos adelantamos a la época, fuimos precursoras del voluntariado social y un voluntariado liderado por mujeres, con autoridad femenina, con lo que esto suponía en una sociedad que negaba la capacidad de las mujeres para votar. Por eso hoy estoy tan contenta de este movimiento de mujeres cristianas feministas que lleva por nombre la Revuelta de las Mujeres en la Igleisa- Alcem la veu, que en Madrid nació también precisamente en esta casa. Recuerdo que en lo inicios atravesamos muchas dificultades, porque la gente a veces no entendía nuestra manera de trabajar, nuestro trato con los pobres, el deseo de aprender y contar con ellos y ellas. Fueron años muy duros. Las periferias se volvieron muy hostiles para la iglesia por la situación de abandono en que vivían, se hicieron fuertemente anticlericales, y todo se complicó aún más cuando llego la epidemia de la gripe y el tifus. Los suburbios se aislaron y nadie quería entrar a trabajar en ellos, pero nosotras nunca dejamos de hacerlo, eran nuestros amigos nuestra gente querida, no podíamos abandonarlos. Su clamor era para nosotras un grito, pero también y a la vez como sigue siendo hoy un abrazo de amor y esperanza contra toda desesperanza.

¡Cuántos recuerdos me trae este lugar! Recuerdos alegres por tantas fiestas y encuentros como celebramos en este patio hoy en obras. Siempre pensé que la gente cristiana tenemos que ser más cantora que plañidera y festejar la vida a cada rato, aunque mañana no sepamos lo que va a pasar. Eso hacia también Jesús, acusado de comedor y bebedor y estar rodeado de gente de mala fama.También dijeron eso de mí. Pero siempre pensé que la fiesta es generadora de resistencia y comunidad y la alegría compartida es en sí revolucionaria, porque es capaz de s
ostenernos también cuando llegan los tiempos amargos. La verdad es que en esta casa también vivimos tiempos amargos, sin duda los peores durante la guerra civil, esa absurda contienda entre hermanos que dejo tanta muerte, tanto odio y tanta pobreza.

Al principio cuando llegaban las noticias de que las monjas y los frailes estaban siendo detenidos y otros abandonaban los conventos mi preocupación mayor eran que no nos subieran los impuestos y no tener nada para dar de comer a los miles de personas que venían a esta casa en busca de alimento para sus familias. Pero un día un grupo de milicianos armados vinieron a por mí. Buscaban a la aristócrata, decían. Uno creyó reconocerme, pero cuando vieron mis manos, el que lideraba el grupo dijo, ¿no veis que estas manos son de obrera y no de rica?, y se marcharon sin detenerme. Y era verdad la aristócrata había dejado de serlo hacía ya muchos años por la fuerza transformadora de quienes habitan las periferias. 

Pero después de esta visita decidimos que era mejor que algunas de nosotras estuviéramos escondidas porque constituíamos una amenaza para el resto. Fue entonces cuando, con el nombre de Madame Dantaibille, las religiosas del Sagrado Corazón, siempre amigas, me acogieron en una de sus casas en Marsella junto a otros refugiados. Pero mi instancia allí fue muy breve y en cuanto pude volví a España y me instalé en Pamplona con otras compañeras, para proteger a las más jóvenes. Aproveché este tiempo para escribir. Me encantaba hacerlo por eso he dejado una abundante obra escrita, pero ese es otro tema, que los dejo para otra conversación

Antes de que acabara la guerra cuando se empezaba a ver el final de los acontecimientos conseguí algunos salvoconductos para moverme para cruzar España y ver en persona la situación en que habían quedado las comunidades, los proyecto que habíamos puesto en marcha antes de la guerra. Y así en trenes abarrotados de gente que huía o que desesperadamente buscaba a sus familiares sentí de nuevo un ardor interior imparable que nos urgía a empezar de nuevo y a acompañar y combatir tanta pobreza y sufrimiento. 

Y así lo hicimos, sin más recursos que la ley interior del amor y su creatividad prodigiosa, sin importarnos nunca en que bando había luchado la gente, en una España divida entre vencedores y vencidos. Nuestra fuerza y nuestro motor no fue otro que el más ardiente amor al Evangelio y la máxima estima de la dignidad de la persona, junto con el deseo de que todas las personas se sintieran con derecho a contar con nosotras

La muerte me sorprendió en el año 1949, con dos sueños en la cabeza: articular el laicado en la congregación y compartir la vida con quienes habitan las periferias de América Latina. El primero quedó un poco más en el olvido de mis compañeras, pero el segundo se llevó enseguida a cabo en el año1954. Una comunidad de Apostólicas del Corazón de Jesús empezó a compartir su vida con el pueblo mexicano. Las comunidades se fueron extendiendo, más tarde en Perú y luego años después en Bolivia, Republica Dominicana, El Salvador y más recientemente en África, en Angola y Sudán del Sur.

Muchas cosas han pasado desde mi muerte. El Concilio Vaticano II, varios papados, la caída del muro de Berlín, la globalización, la revolución digital, el acontecimiento Francisco, la pandemia, el cambio climático, y el ajuste de tuerca del capitalismo neoliberal postcovid, la guerra de Ucrania, y tantas guerras invisibles que existen en el mundo, y los cientos de miles de desplazados y desplazadas que generan. Siempre el clamor de las periferias y su provocación como grito y abrazo, anuncio y denuncia

Yo soñé una congregación siempre en búsqueda, con oído atento al murmullo de los empobrecidos y empobrecidas, flexible, con capacidad de adaptarse e inculturarse según tiempos y lugares

En los años 70 y 80 de la mano de la Conferencia de Puebla y Medellín, la congregación dio un salto cualitativo que nos transformaría profundamente: el salto de la caridad a la promoción de la justicia y la inserción en las organizaciones populares. Abandonamos las obras propias para a trabajar con redes y colectivos implicadas con los derechos humanos y los movimientos sociales. Muchas de mis compañeras abandonaron los colegios y las obras sociales y asumieron trabajos manuales como una forma de vida más próxima a las gentes de las periferias. Se hicieron trabajadoras de hogar, obreras en las fábricas o el trabajo temporero en el campo, traperas en cooperativas de reciclaje, maestras públicas, y otras educadoras y trabajadoras sociales y hasta algunas teólogas, como formas concretas de acoger y anunciar al Dios de las periferias

También en este largo recorrido poco a poco cuando la educación en España fue cubierta por la educación pública fuimos abandonando en los colegios y dejándolos en manos de fundaciones o cooperativas, para pasar nosotras a trabajar con la infancia y la juventud de otra manera: implicándonos en la JOC, o el movimiento Junior, proyectos de educación de calle, reinserción de jóvenes presos, prevención y acompañamiento en drogodependencias o en el fracaso escolar, etc.

Cuando miro hacia atrás veo como nos hemos recreado en todo este tiempo y me doy cuenta de que ha sido posible por la experiencia que tenemos de que Dios se nos muestra como empobrecido y empobrecida ante nosotras y nos pide que le amemos y el amor es siempre creativo y audaz.

Desde hace ya casi dos décadas hay una fundación que lleva mi nombre la Fundación Luz Casanova- EDE. Ellos y ellas siguen también viviendo y recreando mi pasión por la dignidad de las personas más empobrecidas y el reconocimiento de sus derechos sociales de forma innovadora….

Aun quiero contaros una última cosa. A lo largo de toda esta historia los derechos de las mujeres han avanzado mucho pero todavía la feminización de la pobreza y la violencia de género es un clamor ensordecedor que nos llega desde las periferias.

Junto a ello el lugar de las mujeres en la iglesia sigue siendo subalterno y discriminatorio. Por eso desde hace muchos años estamos fuertemente comprometidas con las mujeres y sentimos que su causa es también la nuestra, hasta que la igualdad sea costumbre.

También hoy el clamor de las periferias se escucha en diferentes lenguas y acentos y su abrazo nos lleva a través de cuerpos de piel negra o cobriza. La situación de las personas migrantes y refugiadas son un grito ensordecedor que nos lleva luchar juntas contra el racismo y la necropolítica de fronteras hasta cerrar todos los CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros) y hasta que nadie sea ilegal y en ello estamos poniendo la vida

Me parece un sueño todo esto …Hacía tanto tiempo que no recorría esta casa…Pero ¡qué digo! la verdad es que nunca me he ido, siento que mi espíritu sigue vivo en otros rostros otros acentos, otros lenguajes… otros proyectos …pero siempre sostenidos y sostenidas por una misma esperanza, una utopía que pide ser encarnada en comunidad, en colectivo juntando espaldas: el clamor de las periferias grito y abrazo

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Pepa Torres Pérez