lunes, 31 de julio de 2023

PERRA (Cristianismo y Justicia. Julio 2023)



La canción “Perra” de Rigoberta Bandini ha hecho furor en la campaña electoral. Su mensaje de que hay contextos y realidades en las que es más deseable ser perra que ser mujer se puede universalizar a la condición humana. Lo he podido comprobar esta mañana cuando paseaba por la calle Atocha. A la altura del antiguo Casa Luciano, una anciana se ha puesto a gritar porque su perrita, agotada por el calor, se ha desmayado: Linda, Linda, no te mueras, gritaba desesperada, sin soltar el bastón, para cogerla en brazos.

Sus gritos rompieron el ritmo acelerado de algunos viandantes, incluyendo el mío y hasta el señor de un quiosco próximo se acercó con una botella de agua al pequeño grupo improvisado de SOS, en apoyo a la perrita, ofreciendo sus manos, a modo de cuenco, para que pudiera beber.

Finalmente, Linda se reanimó un poco. La anciana se calmó y un joven se ofreció para coger a la perrita en brazos y acompañar a la anciana hasta su casa, que vivía muy próxima, y dejar a Linda en manos del portero.

Una escena enternecedora, pero a la vez terrible por el agravio comparativo con Sisoko. Sisoko es un joven maliense envuelto en una manta y un anorak, que duerme y pasa gran parte del día en una calle esquina con Atocha, muy cerca de donde se desvaneció Linda. Sisoko es todo ojos, unos ojos grandes que intentan decir algo que su boca no sabe pronunciar. Pero también, según como se mire, Sisoko no es más que un bulto, una manta rota y sucia, un anorak oscuro y un montón de bolsas y botellas de plástico vacías amontonadas en una esquina de la calle Atocha. Sisoko es negro, Sisoko es pobre, Sisoko es un sin papeles. Sisoko es mucho más invisible que la perrita Linda.

Estos días también en el contexto de la firma de los Acuerdos de Túnez sobre migraciones entre la Unión Europea, Italia y este país, paradójicamente no dejan de llegarnos noticias, desde la Red solidaria de Acogida, de centenares de personas que están siendo deportadas a zonas fronterizas entre Túnez y Argelia. Personas abandonadas en el desierto, sin acceso a agua ni comida expuestas a temperaturas abrasadoras. Centenares de personas bloqueadas en la frontera con Libia en una zona donde ninguna organización tiene acceso. Personas que están siendo duramente extorsionadas por las fuerzas policiales libias y despojadas de sus móviles, impidiendo así su única posibilidad de comunicación con el exterior. Personas que son tratadas y viven peor que perros.

¡Tenemos que reaccionar!, la naturalización de la violencia de las políticas de fronteras, y sus consecuencias, ya sea en una esquina de la calle Atocha o en el infierno de Libia o Argelia o los Acuerdos de Túnez nos hacen cómplices. 

Pasado el vértigo electoral y la alegría de haber conseguido frenar a la derecha y la ultraderecha en su avance al Parlamento, tenemos que seguir exigiendo como ciudadanía, al nuevo gobierno, que no mire hacia otro lado ante el drama de las migraciones, que no sea cómplice de las necropolíticas de fronteras, que exija la paralización inmediatas de deportaciones y abandonos en el el desierto en países como Túnez, Argelia o Libia, que se coordinen operaciones de rescate de las personas atrapadas y extorsionadas en las fronteras.

En definitiva, que se desarrollen vías legales para que la realidad migratoria no esté en manos de las mafias o los traficantes con la complicidad de los estados, sino que las vidas migrantes importen y nadie prefiera ser perra.


jueves, 27 de julio de 2023

Perra

https://blog.cristianismeijusticia.net/2023/07/27/perra 

Mi  colaboración de Julio para Cristianismo y Justicia  

Cuento para Mabel Tapia, compañera de MUSEO SITUADO

Estos días hemos estado de despedidas las gentes de la red colaborativa MUSEO SITUADO. en Lavapiés. Nuestra querida compañera Mabel, subdirectora del Museo Reina Sofia, activista artista de la vida, se embarca en nuevos proyectos vitales.

Gracias por todo lo compartido y vivido, gracias porque juntos y juntas hemo agujereado un museo, hasta hacerlo del barrio.

Este cuento va por tí

Érase una vez unas semillas que vivían escondidas en una cabellera de plata

Dicen que sus ancestras portaban semillas en el pelo para fecundar la tierra de las mujeres libres, quizás por eso Mabel cuando llegó a Lavapiés guardaba un secreto bajo su cabello blanco que le hacía oler a ceibo, jazmines y jacaranda. Porque en su larga diáspora por el mundo los surcos invisibles de su cabellera se habían transformado en un desván de semillas-sueños de muchos colores. Olores y sabores, que buscaban una tierra para florecer y manos e inteligencia colectiva para ser cultivadas.

Al llegar a Lavapiés y encontrarse con sus gentes rebeldes, de su cabello se desprendieron primero unas pequeñas semillas que portaban sueños de acogida y de palabras nuevas, palabras de bienvenida, palabras como abrazo, esta es tu casa, tarenga o jerejef, que al encontrarse con la inteligencia y las manos resilientes y creativas de compañeros y compañeras senegaleses, bangladeshies y marroquies hicieron florecer en pleno corazón del Museo Reina Sofía una Escuela de español donde se deletreaban en lenguas diversas ningún ser humano es ilegal

Las semillas secretas que guardaba Mabel bajo su cabellera eran muy transgresoras y desobedientes, no sabían de sistemas de seguridad ni de leyes de extranjería, creían firmemente en la libertad de movimiento de personas por el mundo y en el derecho a tener derechos y por eso en este tiempo han florecido también prodigiosamente en la Escuela de Derechos, que va ya por su cuarta promoción.

Pero de todas las semillas sin duda, las que más amaban la belleza y estaban convencidas que el arte es un instrumento de acción política y de revolución, eran las de ceibo. Mabel las habían encontrado y guardado con esmero en su ciudad natal Mar del la Plata, pero durante el tiempo en el que vivió en Francia, quizás por la humedad del Sena, o por las luchas de los san papiers, o porque en Parìs, Ok, lá lá siempre nace l` amour fue el lugar donde las semillas de ceibo se hicieron mucho más poderosas y universales.

Por eso, por eso al llegar a Lavapiés y encontrarse con sus gentes rebeldes florecieron en la Escuela de mMediación situada Aissatou Ndiaye, en donde vecinos y vecinas del mundo se forman a través de saberes compartidos para transmitir desde su cultura y sus lenguas el poder transformador y de denuncia de las obras de arte.

Pero no todo quedó ahì porque las semillas de jacaranda, que eran especialmente viajeras y pragmáticas, imaginaban las obra de arte circulando por el mundo de Sur a Norte del planeta, de museo en museo y sobre todo de plaza en plaza, para el disfrute de todas y por eso florecieron en los Cursos de Manipulación, embalaje transporte y montaje de bienes culturales que ya van por su segunda promoción.

Pero donde sin duda la cabellera blanca de Mabel desprendió con fuerza todo su secreto fue en hacer del Museo Reina Sofìa un patio de vecinas diversas, donde la alegría de los juegos de los niños del mundo atravesaba los duros muros de piedra y se bailaba a ritmo de cumbia y danza africana. Un picnic abierto al barrio, un lugar de fiesta lucha y pensamiento feminista y antirracista en complicidad con la Laboratoria y las Territorias y todos los colectivos sociales del barrio.

Pero las semillas que porta Mabel en su cabellera son siempre viajeras y refuerzan su poder mágico de vida atravesando geografías y saltando fronteras con el deseo de acabar con ellas. Por eso ahora se están preparando para un nuevo viaje, aunque aquí dejan un olor y un aroma que permanecerá para siempre en la memoria colectiva del barrio de Lavapiés y que no olvidaremos jamás,

Buen viaje

Lavapiés 18 de Julio 2023










viernes, 21 de julio de 2023

Lectura recomendada para el verano : Pretérito perfecto, de Mercedes Navarro (Verbo Divino, Estella 2023)

Hace veinticinco años llegó a mis manos un libro de Mercedes Navarro que abrió enormemente mi perspectiva sobre la vida religiosa femenina. Un libro de cabecera durante mucho tiempo que me alentó en la búsqueda y el compromiso por otra vida religiosa posible. Ese libro se llamaba Siete Palabras y todos sus capítulos tenían el título de un gerundio. El libro era un canto provocador a la libertad, a la utopía y a la conciencia femenina- feminista en la iglesia. Hoy 25 años después Mercedes no escribe en gerundio sino en Pretérito Perfecto. Lo hace no desde la nostalgia o la conciencia de que los sueños, las luchas, las preguntas, los irrenunciables que han marcado su vida forman parte del pasado, sino que el pretérito perfecto es el verbo de la plenitud. Por eso Pretérito perfecto es sobre todo un libro que narra la experiencia de una existencia vivida en búsqueda y evolución constante. Es un libro biográfico, pero en él somos muchas y muchos quienes nos podemos sentir identificados. Un libro en el que la palabra Ruaj es recurrente. Un libro en el que quienes somos lectores o lectoras habituales de Mercedes Navarro no solo no quedaremos decepcionadas, sino que la re-descubriremos en “estado puro”.

Pretérito perfecto es un libro escrito con la libertad, la desnudez y el sentido crítico de quien a sus setenta años y 50 de vida religiosa, generosamente comparte luces y sombras, proyectos frustrados y esperanzas discretas con capacidad de sostener vidas, a la vez que su irredenta capacidad de soñar e imaginar futuros alternativos. Porque adentrarse en el evangelio como lo hace Mercedes, como mujer orante, investigadora y siempre crítica, es el útero donde nacen sus sueños. Leer el evangelio, nos dice su autora es como pasear frente a un infinito mundo de sueños, aunque en la iglesia paradójicamente pesen aún más la costumbre, la inercia y el miedo, a la creatividad y al riesgo.

Quizás por eso el primer capítulo lleva por título he soñado. En él Mercedes relata algunos de sus sueños y los de su generación y junto a ellos también algunos de sus fracasos y expectativas frustradas, porque los sueños, si llevan aparejadas propuestas, siempre son transgresores y por tanto peligrosos para el orden establecido. Así sucedió también con el sueño de Jesús y su fracaso. Sólo reconociendo el fracaso de Jesús y los nuestros propios podremos experimentar paradójicamente que más allá de esta experiencia es posible alumbrar algo nuevo, es posible la Resurrección.

En su libro Mercedes nos recuerda que hay que seguir apostando por los sueños, pero no por cualquier sueño, sino por aquellos que recuperan y reinterpretan el pasado y que tiene también capacidad de iluminar el presente, como sucede con los sueños bíblicos. El germen de los sueños habita en el corazón de las mujeres, aun cuando pareciera que se han acabado por frustración o agotamiento. Por ello la autora está convencida que hay que acudir a la memoria transgresora de las mujeres, a las genealogías femeninas, como parteras que empujen también los nuestros y nos ayuden a tener sueños despiertos. Mercedes reivindica y sigue apostando por una sana ingenuidad, que no está reñida con el sentido crítico ni es opuesta al realismo, sino la condición misma para poder vivir la existencia como evolución y cambio.

Junto a he soñado otros pretéritos perfectos dan nombre a los capítulos del libro: He sufrido, he amado, he gozado, he pensado, he creído, he evolucionado. A lo largo de todos ellos nos adentramos en el itinerario de libertad y pasión por el evangelio de una mujer luminosa y a la vez llena de sombras que no se conforma con las respuestas dadas sino siem
pre amante de las preguntas y apasionadamente humana. Una mujer, como señala la última frase con la que termina el libro, que entre lo cumplido y lo incierto, sigue existiendo agradecida. Un libro sin duda que como todas las publicaciones de Mercedes no nos dejará indiferente.



Pepa Torres Pèrez

jueves, 13 de julio de 2023

MAESTRAS DE VIDA: SIMONE WEIL

En el contexto electoral la voz de otra gran maestra de vida: Simone Weil, se acerca a mi oído y como guardando un secreto me cuenta su historia y su compromiso político

Nací en Paris el febrero de 1909 en el seno de una familia acomodada judía y en un tiempo oscuro amenazado de totalitarismo y barbarie como así fue. Mi familia estaba convencida que la cultura era un instrumento imprescindible para hacer a los pueblos y a las personas tolerantes y libres y así nos educaron, tanto a mi querido hermano André, como a mí, en el gusto y la pasión por el estudio y la reflexión crítica. Desde niña la brillantez intelectual de mi hermano fue para mí un estímulo importante y a veces también motivo de desánimo e incluso de desesperación, porque desde muy pequeña me apasiono el conocimiento de la verdad y durante gran parte de mi vida creí que solo podría acceder a ella a través del conocimiento y la reflexión teórica

Mucho más tarde comprendería que es el propio deseo de búsqueda de la verdad lo que nos va conduciendo a encontrar su rastro y que la verdad más que una idea pide ser encarnada. La búsqueda de la verdad y la compasión hicieron de mí una mujer inquieta y crítica hasta el final de mi vida, difícil de clasificar. De ellas brotó también mi amor por la filosofía, cuya pasión se haría aún mucho más intensa siendo alumna de mi querido profesor y posteriormente siempre amigo Alain (Émile Chartier). ¡Sus enseñanzas me hicieron despertar a tantas utopías y grandes deseos: la justicia social, la libertad democrática, etc, y a olvidarme de todo lo que no sirviera para tal fin, ¡cosas tan básicas como la forma de vestir o incluso comer!.

Mi paso por la Soborna y la Escuela Normal Superior de Paris, con apenas 19 años contribuyó también enormemente a que mi pasión por la filosofía se hiciera más radical y social y políticamente comprometida. La cuestión de la explotación de las masas obreras en el trabajo y el hambre en el mundo se convirtieron para mí en una urgencia ética. Recuerdo una tarde que Simone de Beauvoir y yo coincidimos en una tertulia donde ella planteó que el mayor problema de la humanidad era encontrar sentido a la existencia. Y yo con toda mi pasión juvenil de aquel momento, no pude menos de cuestionar aquella afirmación como propia de alguien que tenía todas las necesidades cubiertas y que la revolución más necesaria para la humanidad no podía ser otra que poner fin al hambre en el mundo.

Mis comentarios, mi agudeza intelectual y mi forma de vestir siempre desaliñada, me hicieron muy conocida en los ambientes intelectuales de la Sorbona, máxime cuando además era la única mujer de mi clase y empecé a participar en grupos de desobediencia civil y a denunciar la política colonialista francesa. En este tiempo mi experiencia de Dios se me fue confirmado inseparable de la praxis ética y la justicia, hasta el punto de como escribí por aquellos años: creer en Dios no es otra cosa que la acción justa.

Trabajé como profesora de filosofía en la escuela de Le Puy y me incorporé activamente al movimiento sindical, sumándome a las reivindicaciones obreras de los trabajadores más explotados y a dar clases gratuitas a los mineros. Algo que, a la dirección de mi centro, presionada por los padres de mis alumnos, les pareció impropio de una profesora de filosofía e hicieron lo posible por destituirme. Viajé a Alemania para conocer más de cerca el movimiento sindical y el marxismo, hasta que en 1943, tras una larga crisis de salud e ideológica, tomé la decisión de abandonar la política partidista por la violencia y el odio que engendraba, pero seguí siendo fiel al compromiso con los humillados y explotados.

Fue entonces cuando tomé la decisión de abandonar la enseñanza de la filosofía para vivir desde dentro la experiencia de pobreza y explotación. Así lo hice trabajando como obrera en la fábrica de electricidad Alsthom donde, como escribiría más tarde, viví la experiencia de que la sociedad moderna se edificada sobre trabajos para los cuales el ser humano debe obligarse a no pensar. La dureza del trabajo y sus consecuencias terribles para la salud: quemaduras, accidentes laborales, problemas de audición, ritmo inhumano que llevan a las personas a deslizarse hacia el estado de bestia de carga dejarán una honda huella en mi espíritu y me llevarán a participar de la desdicha ajena como propia y junto a ella la solidaridad entre iguales.

Después de la fábrica de Alsthom pasé por muchas otras, pero fue en la Renault donde viví las experiencias más duras y humillantes, la brutalidad de otros seres humanos que (…)imponían la crueldad y la opresión. Allí tuve la experiencia como escribí a mi gran amiga Albertine Thévenon, que una opresión inexorable e invencible no engendra como reacción inmediata la rebelión, sino la sumisión. A partir de este momento supe que dedicaría todo lo que me quedara de vida a luchar para que el ser humano pudiera tener oportunidades para vivir de una forma digna y fraterna. Mi salud se debilitó enormemente y en un viaje que hice a Portugal en 1935 para recuperarme, entre pescadores tuve una experiencia religiosa que marcaría para siempre mi existencia como escribí a mi querido amigo el padre Perrin:

Tenía el cuerpo y el alma despedazados, aquel contacto con la desdicha había matado mi juventud (…) Al estar en una fábrica, confundida a los ojos de todos y a los míos propios con la masa anónima, la desdicha de los otros penetró en mi carne y en mi alma (…). Lo que allí sufrí me marcó para siempre (…). Con este estado de ánimo y en unas condiciones físicas miserables, llegué a ese pequeño pueblo portugués, que era igualmente miserable, sola, por la noche, bajo la luna llena, el día de la fiesta patronal (…) Las mujeres de los pescadores caminaban en procesión junto a las barcas; portaban cirios y entonaban cánticos, sin duda muy antiguos, de una tristeza desgarradora (…). Allí tuve de repente la certeza de que el cristianismo es por excelencia la religión de los esclavos, de que los esclavos no podían dejar de adherirse a ella, y yo me sentí entre ellos.

Fue poco después cuando retomé de nuevo la docencia y la escritura filosófica sin dejar nunca de apoyar a los miles de refugiados que llegaban de Alemania acogiéndoles en mi casa y en la de mi familia. El golpe de estado de Franco y la defensa de la república en España fue para muchos de mis contemporáneos y contemporáneas un revulsivo ante el que nos quisimos ser meros espectadores, Marché entones al frente como periodista en la columna Durruti. Allí el horror de la guerra y la decepción de la izquierda me provocaron una intensa crisis de la que saldrían algunos de mis artículos y reflexiones filosóficas más discutidas. Al volver a Francia me incorporé de nuevo al activismo pacifista contra la política colonial francesa en Indochina. Dos años después en un viaje de descanso a Italia, en Asís, en la capilla de Santa María de los Ángeles. tuve una segunda experiencia de encuentro con Dios que marcará mi vida para siempre y algo más fuerte que yo me obligó por primera vez a ponerme de rodillas. Al año siguiente en Solesmes, tras asistir a los oficios de Semana Santa: me sentí de nuevo visitada por Cristo y amada por Él intensamente:

Sentí una presencia más personal, más cierta, más real que la de un ser humano, inaccesible tanto a los sentidos como a la imaginación, análoga al amor que se transparentaría a través de la más tierna sonrisa de un ser amado. Desde ese instante, el nombre de Dios y el de Cristo se han mezclado de forma cada vez más irresistible en mis pensamientos.

Por aquellos años escribí algunos de mis textos más conocidos: Meditación sobre la obediencia y la libertad y Sobre las condiciones del marxismo. Examen critico de las ideas de revolución y progreso.

Ya entonces el horror de los totalitarismos, y la guerra marcarán mi reflexión y mi vida para siempre. Fue entonces cuando empezó a tomar cuerpo en mi un proyecto que nunca pude realizar, pero que intenté darlo a luz con todas mis fuerzas: un cuerpo de enfermeras en primera línea del frente. El 1 de Junio de 1940 los alemanes entraron en Paris y forzada por mis padres tuve que huir con ellos hacia Marsella. Allí conocí a mis grandes amigos Jean Lambert, Gilbert Khan, Gustave Thivon, Helene Honrat, que a mi muerte publicarán muchos de mis textos inéditos. A través de ellos conocí también al padre Perrin, mi gran confidente espiritual. En esta ciudad fui detenida varias veces por mi implicación con la Resistencia. En este tiempo el deseo de estar junto a los trabajadores más humildes me llevará a trabajar como temporera en el campo y a experimentar, como escribí por aquel entonces, un agradecimiento sincero por(…) haberme sacado de la categoría social de los intelectuales y haberme dado la tierra y con ella la naturaleza (…). Será este un tiempo inmensamente creativo, como si intuyera mi muerte próxima.

En mayo de 1942 mi familia y yo con cientos de refugiados embarcamos hacia Casablanca y desde allí a Nueva York. Pero yo no dejé en el empeño de regresar a Europa y así lo hice llegando hasta Londres, dispuesta a colaborar más intensamente con la Resistencia al nazismo. Sin embargo, mis planes se vieron muy pronto truncados por mi frágil salud. Mi deseo de solidaridad me llevó a dejar de comer hasta que el pan no llegara a todos, Mi muerte aconteció el 24 de Agosto en 1943 en Ashford, alejada de mi familia y mis amigos, identificada con los últimos y los perdedores de la historia a los que había ido poco a poco entregando toda mi vida : mi pensamiento intelectual, mi frágil cuerpo y la libertad de un corazón siempre anhelante en búsqueda de la verdad y de encarnarla.

miércoles, 5 de julio de 2023

Noches insomnes (Alandar Julio 2023)


Me cuesta dormir estas noches. No se si es la ola de calor o el alto voltaje de un mapa político en manos de la ultraderecha, o quizás ambas cosas. En mis noches insomnes la creatividad se me dispara y juego a sub-vertir acontecimientos que suceden por el día y que forman parte de la realidad kafkiana que se nos impone y que demasiado frecuentemente terminamos por naturalizar.

Anoche subvertí el juicio de un amigo mantero que actualmente lleva en España 5 años. Es solicitante de asilo, camarero en una cafetería del barrio de Salamanca e intérprete de una Escuela de derechos en el Museo Reina Sofia. Llegó a España por Tenerife cruzando la frontera mortal del Atlántico mientras otros compañeros de la patera no tuvieron esa suerte. Al llegar a las costas españolas le metieron en un CIE creándole un estado de tristeza en que creyó que iba a morir, pues nada más ajeno a su sueño europeo que saberse preso al llegar a tierras españolas. Días después, sin darle ninguna explicación, junto a otros compañeros, le metieron en un avión y cuando creía que le estaban deportando dirección a Dakar su tristeza se volvió alegría al descubrir que el avión aterrizó en Barajas.

Le dejaron en la calle sin ninguna orientación y el mismo, como pudo y contactando con paisanos llegó a Lavapiés. Alguien le dio dinero para el metro y nada más bajarse y salir a la calle lo primero que vio fue dos chicas besándose. Se extrañó, pero también ese beso le hizo sentir libertad. Unos paisanos le acogieron en una habitación compartida con otras personas y enseguida se dio cuenta que para sobrevivir no tenía más opción que vender bolsos de Luis Vuitton. Hoy tres años después, convertido en camarero profesional la justicia le acusa de un delito contra la propiedad intelectual en el que la víctima es Luis Vuitton (por cierto, la segunda fortuna más poderosa en Francia, y actualmente con sede en Suiza para no pagar impuestos).

Con ese juicio por medio no le renovarán su asilo y perderá su trabajo. Es mucho lo que se juega además de la multa y la indemnización que tendrá que pagar a esta transnacional si le declaran culpable. Pero nada de eso le suele interesar a los jueces, que prefieren no mirar a los ojos de los manteros cuando firman sentencias. Hoy cuando acudió al juicio, no pudo celebrarse, pues los policías no se presentaron por estar de vacaciones y tampoco los representantes legales de la marca. El juez decidió entonces que había que aplazarlo para dar una oportunidad a los policías y a la marca.

En mis noches insomnes juego a buscar finales alternativos donde los y las invisibles no son ninguneados, donde se reparan dignidades quebradas y se resarcen derechos, donde las oportunidades se les brindan a los pequeños y no a los que les expolian. Así imaginando finales alternativos frente a la dureza de la realidad y la violencia de la “justicia” con los empobrecidos y empobrecidas somos muchos y muchas los que nos recargamos de imaginación y utopía para no cejar en el empeño de subvertir el desorden clasista, racista, y colonial que los mercados nos imponen

sábado, 1 de julio de 2023