sábado, 1 de abril de 2017

Un premio merecido: Mercedes Navarro, premio a la libertad de pensamiento


El pasado mes de Marzo la teòloga feminista andaluza Mercedes Navarro, recibió el Premio de la Fundación Herbert Haag para la Libertad en la Iglesia correspondiente a 2017, y que recibió también la teóloga croata Jadranka Rebeka Anic.

La teologia de Mercedes Navarro ha abierto y abre camino para las para las mujeres, más allá de los cánones habituales y los marcos prescritos. A las puertas de esta Pascua recomiendo,para profundizar en su pensamineto, el libro "Morir de Vida" ( Estella,2011, Vervo Divino) así  como el discurso con que acogiò  el premio :

Distinguidos miembros de la Fundación, estimado Presidente, señoras y señores:

Me siento profundamente agradecida a la Fundación Herbert-Haag por este inesperado premio, que es para mí reconocimiento y estímulo en la difícil tarea de construir la igualdad real de mujeres y varones en la Iglesia y en el mundo.

Este premio es una celebración de la libertad. Así lo entiendo, así lo vivo y lo comparto: como una fiesta, porque, aunque se me premia a mí, en mí se premia y se celebra una manera de ver el mundo y la iglesia, una manera de ser teóloga y hacer teología, un modo de entender la vida religiosa, de ser religiosa y estar en este estilo de vida encarnando un carisma.

Toda esta cosmovisión se premia y se celebra porque está atravesada por la libertad, una libertad siempre en construcción. A través de mí, el premio celebra la libertad de muchas mujeres, de muchas teólogas, de muchas religiosas. Somos muchas, conectadas mediante objetivos y procesos que son a la par comunes y diversos.

Eso me llena de una gran satisfacción. Formo parte de una hermosa historia de libertad de mujeres, de una historia de religiosas libres, de cuyas vidas y logros me siento heredera, y formo parte de un presente palpitante de vida libre, dentro y fuera de la Iglesia. Este premio me vuelve más agradecida y consciente y, dado que la consciencia aumenta la libertad, el premio me hace, también, más libre.

Soy lo que soy por ser religiosa. La vida religiosa ha sido y sigue siendo mi camino de libertad. Soy feminista y me comprometo por la igualdad humana y la transformación de este mundo y de la Iglesia como religiosa y gracias a que lo soy. Entré en la vida religiosa porque quería ser más libre. Mi vocación está fuertemente cimentada en la libertad.

La decisión de unirme a una congregación cuyo espíritu es la liberación de los cautivos nació muy temprano y creció en un entorno social en el que se abrían puertas y ventanas a un futuro prometedor y entusiasta para la sociedad y la Iglesia. 

Era el año 1968. Un año que marcó simbólicamente un cambio cualitativo en mi proceso de libertad. En dicho proceso destacan mi vocación de teóloga y biblista, es decir, de pensadora y exegeta impregnada de conciencia feminista. Ser “teóloga feminista” incluye la libertad.

Cuando estudiaba Psicología en Salamanca, leí el “Examen de ingenios para las ciencias”, de Huarte de San Juan, médico y pensador español del siglo XVI, quien decía que al teólogo le corresponde el ingenio “caprichoso” (del latín capra), pues la finalidad de su pensamiento es abrir caminos inéditos y arriesgados, como hacen las cabras en el monte. 

Y yo supe que tenía ese “ingenio caprichoso”. Como teóloga y biblista feminista, busco “caminos de cabras” en el monte del pensamiento y esta búsqueda es, sin duda, un continuo desafío a la libertad. No estoy sola. 

Hoy, compartiendo este premio, me acompaña otra religiosa, teóloga y feminista, pero hay otras muchas religiosas pensadoras feministas compañeras de camino, que abren sendas inexploradas y arriesgadas, externas e internas, de libertad. A todas dedico este premio y doy sinceramente las gracias. Este reconocimiento es también reconocimiento de todas ellas.





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