miércoles, 9 de abril de 2014

Hay vida más allá de la crisis (ALANDAR. ABRIL 2014)

                                                                        MUGALARIS

Existen. Los conozco. En el país Vasco los llaman “mugalaris”:“los que en la noche ayudan a cruzar fronteras”, los que en lugar de levantar vallas y muros alzan puentes y se hacen ellos mismo también puentes, los y las que están “en medio” pero no son “centro“, sino identidad fronteriza, los mediadores y mediadoras “no asépticos”, cuya posición es imposiblemente neutra, pues su corazón está siempre junto a las víctimas y los empobrecidos. En estos últimos meses su existencia se me hace especialmente necesaria ante el espesor de algunos acontecimientos y los brotes de violencia xenófoba y racista que peligrosamente emergen en nuestros barrios al calor de la manipulación informativa sobre lo que está sucediendo en los montes de Ceuta [1].
Los he visto en Lavapiés en las últimas semanas alzando el sentido común en asambleas difíciles e inventando estrategias organizadas de defensa no violenta ante una convocatoria de manifestación fascista y racista bajo el lema: “Paremos la invasión“. Les he visto desmontando la violencia de quienes ya no pueden más y creen que si les atacan hay que responder con las mismas armas. Les he visto moderar posiciones extremas buscando salidas posibles y no “utópicas” a situaciones de violencia previsible, bien concretas. Les he visto echando mano del humor para desdramatizar y desbloquear situaciones en diálogos cerrados. Les he visto dispuestos a “cubrir” con sus cuerpos los cuerpos de otros compañeros y compañeras sin papeles ante posibles ataques racistas en la calle, los comercios, las asociaciones, etc. Les he visto haciendo y sirviendo “chocolate sin porras” en el desayuno popular organizado por los colectivos del barrio para tomar la plaza como protesta pacífica frente a la manifestación organizada coreando al unísono: Ni en Lavapiés ni en ningún barrio. Y también les he visto identificados y cacheados por la policía e incluso a algunos y algunas de ellas detenidos, por unas fuerzas de seguridad ciudadana cada vez más ciegas, quizás por las ordenes que reciben y que deciden obedecer, que les hace ser cada vez más miopes entre quienes constituyen una amenaza para la paz ciudadana y quienes la custodian organizadamente desde estrategias activas de no violencia.
También estos meses nos llegan ecos de ellos desde distintas geografías. Por ejemplo en Euskadi, donde su existencia está siendo imprescindible en el avance del cumplimiento de los acuerdos de paz, esta buena noticia que desde su irrupción parece que nos resistimos a celebrar y que sin embargo debería estar subrayada con letra verde en todos los calendarios. Gentes, que como muestra el documental “pluja seca” son como ese tipo de lluvia tan habitual en Irlanda, en la que las gotas de agua se evaporan antes de llegar a calar. Una lluvia apenas perceptible pero tremendamente eficaz que sientes que te toca y desaparecen sin dejar huella. No son anónimos, tienen nombres y apellidos, pero de todos ellos y ellas quiero mencionar a dos por su intervención con éxito como mediadores en otros muchos conflictos internacionales bien complejos, gentes como Brian Curri (Sudáfrica) o el ya desparecido Alex Reic (Belfast).
También estos meses he visto “mugalaris” ante la Fiscalía General del estado exigiendo que se investigue la actuación de la Guardia Civil por los acontecimientos ocurridos el pasado 6 de Febrero, cuando un grupo de personas subsaharianas fueron abandonadas a la muerte en la playa española del Tarajal y convertidos en blanco de pelotas y balas mientras pedían socorro. Existen también mugaladris en los montes de Ceuta y en la frontera Sur, muchas de ellas con rostro y nombre de mujer: Paula, Elena, Inma, asociaciones como “caminando fronteras” o las religiosas vedrunas que viven el cuerpo a cuerpo con quienes las desafían, acogiendo su clamor, su grito, su esperanza, sus sueños sus riesgos y convirtiéndose también en sus altavoces, haciendo correr sus historias para que ninguna quede abandonada al olvido y señalar así la vergüenza de una Europa cómplice, que expolia África y mata a sus gentes a la puerta de sus fronteras.
Su grito llegó hace unas semanas al edificio “blindado” de las Oficinas del Parlamento Europeo en Madrid donde otros y otras muchas mugalaris recordamos algunos de sus nombres, la muerte, los heridos, el horror de aquella noche - y tantas otras en otras tantas fronteras[2]. Encendimos velas en su memoria, y como centinelas de su esperanza acogimos los sueños de quienes siguen esperando el momento propicio para saltarlas. Nuestros rostros eran diversos: blancos, negros, cobrizos, y también nuestros acentos: uolof, bengalí, francés, castellano, etc, pero el grito era unánime: “no más muertes en las fronteras. Ningún ser humano es ilegal”.

                                            Pepa Torres Pérez.
                                            Red Interlavapiès



























1]
http://politica.elpais.com/politica/2014/02/16/actualidad/1392576581_845257.html. Noticias como éstas falsean datos que refuerzan la xenofobia y el endurecimiento de las políticas de extranjería.
[2] Algunos de los pasos fronterizos en el mundo con más muertes a sus espaldas son la frontera dominico-haitiana, la frontera África Subsahariana-Marruecos- Europa y la frontera Centroamérica- México- EEUU

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