viernes, 27 de octubre de 2017

Ezperu que ejtes bien



Siempre he sido una apasionada de los programas de alfabetización. Me inicié con ellos en la Educación Popular, en la década de los 80, a través de las aulas de educación de personas adultas. Pablo Freire y su Pedagogía liberadora fueron entonces nuestra inspiración. 

Sus ideas se convirtieron casi en dogmas de fe para una generación en la que la apuesta por la democratización de la cultura y el conocimiento hacia arder nuestro corazón: Nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo. Las personas se educan entre sí con la mediación del mundo. Educar no es trasferir conocimientos sino crear la posibilidad para su propia producción o construcción

Han pasado muchos años desde entonces pero me sigue conmoviendo cada vez que una persona adulta escribe sus primeras palabras y frases y se atreve a mostrarlas o leerlas en púbico. Hace un par de noches lo experimenté nuevamente al recibir un whasap de un amigo bangladeshí que acaba de conseguir su solicitud de asilo y su aprendizaje de la lengua castellana va siendo cada vez más  fluido. Su wasahap sustituyò en este caso al papel y al lápiz tradicional: Ezperu que ejtes bien yo mui contento de aprender español.

El aprendizaje de la lengua de la sociedad de acogida es el primer paso para la integración y las personas migrantes lo saben. De ahí su esfuerzo por hacerlo, pero Pablo Freire tenía razón “nos educamos juntos en interacción con el mundo” y también nosotros hemos de abrirnos a los saberes y a las culturas de estos nuevos vecinos. 

De lo contrario Amin Maalouf [1] ya lo prefijo “Cuando aquel cuya lengua estoy aprendiendo no respeta la mía hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte en una acto de vasallaje y sumisión.

¿Cómo no terminar viviendo juntos en mundo separados?.¿Cómo pasar de la mera coexistencia a una autentica convivencia?. 














[1] Amin Maalouf, Identidades asesinas, Alianza Editorial, Madrid, 2009, p 58 

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