El Feminismo es para todo el mundo, de bell hooks (Traficantes de sueños, 2017). 
El nombre de su autora es una construcción inventada  para reivindicar  sus orígenes afroamericanos mezclando el nombre y el apellido de su madre y abuela. Al escribirlo en minúsculas cuestiona el canon gramatical hegemónico desde su experiencia  de mujer y de negra. La novedad del libro radica precisamente en esto, en el planteamiento que hace de la interseccionalidad entre clase, raza y género  interrogándose desde esta perspectiva por el sujeto del feminismo. 
Con un estilo ágil y sencillo revisa críticamente contenidos como Feminismo global, crianza feminista, Mujer y empleo, otras formas de masculinidad, etc, para ir desarrollando la que constituye la tesis central del libro: el feminismo no debe aspirar a una política meramente reformista sino a una transformación radical de  las vidas que ponga fin a toda forma de violencia, de racismo, de sexismo o de clasismo. Por eso el feminismo no es una cuestión de mujeres sino que ha de ser para todo el mundo

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