El 21 de Marzo murió a los 89 años de edad Nawal Al-Sadawi, la pensadora feminista, psiquiatra de profesión, más relevante del siglo XX en Egipto. Defensora de los derechos de las mujeres en el mundo árabe, cuyas ideas políticas y feministas la llevaron a la cárcel y al exilio.
Hace varios años, tras la lectura de una entrevista que le hizo Inma Sanchis, recogida en el libro El don de arder (Barcelona, 2004) escribí este relato en homenaje a ella.
MANOS TRANSGRESORAS
Llevo ya 12 meses en esta cárcel. Estoy presa porque lucho contra el capitalismo, el patriarcado y la opresión de raza y de clase. También porque soy crítica con las religiones y eso es mi país resulta igual de amenazante. Soy nieta de una campesina analfabeta e hija de una madre casada a la fuerza con un comerciante. Ambas se empeñaron porque mi vida no fuera repetición de la suya y entendieron que la escuela y la universidad era fundamental para ello. Ambas tuvieron siempre una pasión oculta : dominar la escritura y acceder a lecturas prohibidas y ambas pusieron en mí el deseo de ser maga en el arte de combinar alfabetos y descifrar palabras.
Soy escritora.
Mis manos son como una prolongación de mi cabeza y de mi corazón y mi cabeza y mi corazón no puedo entenderlos sin mis manos.
En mi país las manos de las mujeres están hechas sólo para el cuidado de los hijos, el padre y el esposo, para especializarse en los cacharros de la casa , los bordados para el ajuar de las hijas o para ser adornadas con genha el día de la boda.
Pero yo, hasta donde me llega la memoria, vine al mundo con unas manos transgresoras cuyo tacto busca siempre el placer de lo prohibido.
Siempre se negaron por ejemplo, a familiarizarse con los escritos de los libros llamados "sagrados" , porque entendían que era imposible que lo fueran si legitimaban la violencia , la infelicidad y el sufrimiento de las mujeres de la tierra.
Mis manos, sin embargo, pasaban páginas y páginas de textos devorándolos , si en ellos se preguntaban los por qué de las cosas , por eso mi tacto se familiarizó con la filosofía y la ciencia.
Me costó mucho ir a la universidad. Fui de las primeras mujeres médicas en mi país. Conseguí incluso un buen puesto, hasta que publiqué mi primer libro sobre sexualidad, entonces me prohibieron ejercer.
Soy psiquiatra mis manos han tocado los cuerpos enfermos por rigidez o hambre de caricia de muchas mujeres cuya salud mental ha quedado herida para siempre al sentirse prisioneras en harenes y burkas de muchas clases.
Ahora en esta prisión en la que me encuentro, a la espera de una amnistía prometida que nunca llega, mi cabeza y mi corazón toman alas nuevamente en mis manos transgresoras para hacerse palomas mensajeras.
En papel de water y con el lápiz de cejas que me han prestado escribo estas reflexiones para mis compañeras de la organización de Derechos Humanos :
"Nuestra solidaridad es nuestra fuerza. Asumamos nuestra diversidad en las luchas. Hemos de tener confianza en nosotras. Que nuestras diferencias no nos dividan…Ser feliz es hacer lo que amamos. La creatividad se relaciona con el amor. Nuestras vidas son una prueba de fuego, una lucha por la libertad y la dignidad propia y ajena. No tengamos miedo a ser diferentes, a desarrollar nuestro pensamiento crítico, a tener el valor de cuestionarlo todo : tu padre, tu matrimonio, tu Dios, todo menos el derecho a la vida en abundancia y la felicidad plena de las más humilladas. …"
Y mientras escribo un temblor húmedo recorre mi rostro y siento invisiblemente las manos de miles de mujeres del mundo: intelectuales campesinas, prostituidas, refugiadas, artistas, cuyas manos transgresoras , secan mis lagrimas, y me invitan a seguir resistiendo y luchando hasta que la vida sea una danza inclusiva, sin velos, una fiesta permanente y definitiva para todas .
Soy escritora.
Mis manos son como una prolongación de mi cabeza y de mi corazón y mi cabeza y mi corazón no puedo entenderlos sin mis manos.
En mi país las manos de las mujeres están hechas sólo para el cuidado de los hijos, el padre y el esposo, para especializarse en los cacharros de la casa , los bordados para el ajuar de las hijas o para ser adornadas con genha el día de la boda.
Pero yo, hasta donde me llega la memoria, vine al mundo con unas manos transgresoras cuyo tacto busca siempre el placer de lo prohibido.
Siempre se negaron por ejemplo, a familiarizarse con los escritos de los libros llamados "sagrados" , porque entendían que era imposible que lo fueran si legitimaban la violencia , la infelicidad y el sufrimiento de las mujeres de la tierra.
Mis manos, sin embargo, pasaban páginas y páginas de textos devorándolos , si en ellos se preguntaban los por qué de las cosas , por eso mi tacto se familiarizó con la filosofía y la ciencia.
Me costó mucho ir a la universidad. Fui de las primeras mujeres médicas en mi país. Conseguí incluso un buen puesto, hasta que publiqué mi primer libro sobre sexualidad, entonces me prohibieron ejercer.
Soy psiquiatra mis manos han tocado los cuerpos enfermos por rigidez o hambre de caricia de muchas mujeres cuya salud mental ha quedado herida para siempre al sentirse prisioneras en harenes y burkas de muchas clases.
Ahora en esta prisión en la que me encuentro, a la espera de una amnistía prometida que nunca llega, mi cabeza y mi corazón toman alas nuevamente en mis manos transgresoras para hacerse palomas mensajeras.
En papel de water y con el lápiz de cejas que me han prestado escribo estas reflexiones para mis compañeras de la organización de Derechos Humanos :
"Nuestra solidaridad es nuestra fuerza. Asumamos nuestra diversidad en las luchas. Hemos de tener confianza en nosotras. Que nuestras diferencias no nos dividan…Ser feliz es hacer lo que amamos. La creatividad se relaciona con el amor. Nuestras vidas son una prueba de fuego, una lucha por la libertad y la dignidad propia y ajena. No tengamos miedo a ser diferentes, a desarrollar nuestro pensamiento crítico, a tener el valor de cuestionarlo todo : tu padre, tu matrimonio, tu Dios, todo menos el derecho a la vida en abundancia y la felicidad plena de las más humilladas. …"
Y mientras escribo un temblor húmedo recorre mi rostro y siento invisiblemente las manos de miles de mujeres del mundo: intelectuales campesinas, prostituidas, refugiadas, artistas, cuyas manos transgresoras , secan mis lagrimas, y me invitan a seguir resistiendo y luchando hasta que la vida sea una danza inclusiva, sin velos, una fiesta permanente y definitiva para todas .
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