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miércoles, 16 de julio de 2025

Ex-ponernos al riesgo y al asombro del Amor

  


La primera semana de Julio, Teresa Casillas y yo hemos acompañado unos Ejercicios Espirituales con perspectiva de género desde la pedagogía ignaciana a un grupo  mixto de 31 personas de diversos lugares del estado.    

La experiencia que hemos ofertado parte de las claves de la espiritualidad ignaciana, más allá de su literalidad, ya que hemos puesto el acento en un enfoque de género. Creemos que ha sido de gran ayuda  

-Los textos bíblicos interpretados desde una exegesis feminista y liberadora.

-La apertura de cada una de las personas y el grupo en si mismo al Espíritu- Ruah, que acude que siempre en ayuda de nuestra debilidad (Rom 8, 26).

-Los anhelos y las propias búsquedas profundas de comunión, sororidad y fraternidad que hemos ido compartiendo.

-La integralidad de la pedagogía ignaciana.

-La sabiduría espiritual de algunos compañeros y compañeras de camino que nos han precedido y que nos ha acompañado en este itinerario : mujeres bíblicas, Etty Hillesum, Simone Weill, etc,  

-Y la propia comunidad de espíritu en que nos hemos convertido en estos días 

Todo ello nos ha ayudado a re-conectar con la FUENTE DEL SER y reorientar nuestras vidas de forma agradecida, desde el riesgo y el asombro del Amor. 

Una bonita experiencia también de trabajo en equipo, como pareja de mujeres acompañantes, que nos anima a seguir haciéndolo juntas en próximas convocatorias.

Seguimos ....

Pepa Torres Pèrez 

   

 

 

martes, 1 de julio de 2025

No se trata solo de una. Se trata de todas nosotras ( Comunicado revuelta de Mujers en la iglesia) .

 

No se trata solo de una. Se trata de todas nosotras. No más mujeres víctimas de abusos de poder, de conciencia, espirituales y sexuales en nuestra Iglesia

El pasado día de Corpus Christi, un grupo de hermanas de la Revuelta se manifestaron en silencio a las puertas de la catedral de Lugo, con una pancarta que rezaba “non máis abusos na Igrexa”. 

Al mismo tiempo, tras la noticia de la denuncia por agresión sexual a una menor por parte de un sacerdote de esta diócesis, a Revolta das Mulleres na Igrexa de Galiciapublicaba un comunicado ( https://forms.gle/KaUK5xh48ogxeBqu6 ) en el que expresábamos nuestra solidaridad con las víctimas de abusos en la Iglesia y su entorno (centrada en el caso de la diócesis de Lugo), reflexionábamos sobre sus efectos en la vida eclesial y pedíamos actuaciones concretas de justicia, reparación y transformación para erradicar esta lacra en nuestras comunidades.

Este manifiesto ha recibido el apoyo de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia-Alcem la Veu, las asociaciones feministas de Galicia y un buen número de asociaciones de Iglesia de todo el Estado.

Durante esa manifestación pacífica y silenciosa, nuestras compañeras fueron increpadas públicamente por un sacerdote. “No sois cristianas” o “sinvergüenzas” fueron algunas de sus expresiones, pronunciadas desde el más rancio clericalismo.

Estas mujeres ꟷcomo muchas de nosotrasꟷ han entregado buena parte de su vida al servicio comunitario dentro de la Iglesia católica. Lo ocurrido refleja una violencia estructural y simbólica profundamente enraizada en la Iglesia. No podemos normalizar ni minimizar este maltrato. Porque también son formas de violencia los abusos de poder, de conciencia y espiritual que dañan a todo el cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

Como comunidad de iguales tenemos la responsabilidad de hacer de esta experiencia un proceso de liberación y sanación. Como mujeres creyentes que hemos sido calladas, regañadas o expulsadas simbólicamente de los espacios de fe una y mil veces por atrevernos a reflexionar críticamente, cuestionar determinadas prácticas abusivas o, simplemente, sostener en sororidad a otras, alzamos la voz no solo por nuestras hermanas, sino por toda la Iglesia. Inspiradas por la Ruah que sopla donde quiere, exigimos respeto y reparación.

Denunciar lo ocurrido no es solo un acto de justicia con todas las que sufrimos agresiones, es un acto de fidelidad al Evangelio que nos convoca a proteger la dignidad de todas las personas, especialmente de aquellas en situaciones de especial vulnerabilidad.

Recordamos las palabras del
Documento de Aparecida:

“La Iglesia no puede desentenderse de las luchas por la justicia y la dignidad de los excluidos y excluidas de nuestra sociedad” (DA 384).

Y las palabras del propio Jesús: “Si nosotras callamos, gritarán las piedras” (Lc 19,40). Hoy gritamos nosotras, con nuestra presencia silenciosa.

• Porque no aceptaremos más regañinas clericales que nos relegan a lugares de subordinación.

• Porque nuestras iglesias también son nuestros espacios de fe.

• Porque Dios no grita, escucha. Dios no castiga, abraza.

Dios no miente, revela.

No es contra la Iglesia que protestamos. Es porque queremos una Iglesia que sea comunidad de iguales, que no tema las preguntas, ni los carteles, ni las voces femeninas que claman justicia.

Llamamos respetuosamente a nuestras organizaciones a que se unan a la Revuelta de Mujeres en la Iglesia- Alcem la Veu a pronunciarse públicamente contra el abuso de poder, de conciencia y/o sexual en la Iglesia. Porque el silencio institucional es también una forma de
complicidad.

Con respeto, cariño y sororidad,

Revuelta de las Mujeres en la Iglesia - Alcem la Veu

miércoles, 30 de abril de 2025

LA ESPERANZA Y EL SOPLO DEL DON ( Alandar Abril 2015)

Amanezco esta mañana de Pascua con una convicción profunda en medio del panorama de políticas de la crueldad que actualmente gobierna el mundo: La esperanza no es creer que el mundo tiene arreglo, sino que tiene sentido luchar para que lo tenga, o lo que es lo mismo, la esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido, sin importar el resultado final (Vaclav Havel).Me lo evocan esta mañana las mujeres miròforas, que aun cuando todavía era oscuro, se pusieron en camino hacia el sepulcro (Jn 20. 1-9). Mientras el genocidio de Palestina sigue aconteciendo y los cuerpos de las mujeres congoleñas quemados vivos y convertidos en arma de guerra, cuesta creer lo que hace años proclamó Rhaner: La esperanza ama la tierra. ¿Qué esperanza nos anuncia entonces el Resucitado?.

En estos días de Semana Santa me ha estado acompañando un magnífico libro “El soplo del don” del hermano Christophe, uno de los monjes de Thibirine asesinados en Argelia en la década de los 90. De entre sus páginas destaco este texto que me ha resultado especialmente evocador: Jesús ha entrado hasta el fondo, en la miseria del ser humano, en Dios. Eso es lo que significa la entrada en el seno del Padre. Desde entonces toda situación aparente de lejanía de Dios está presente en el rostro de Cristo abandonado, y en ese rostro, la atestación de la incomprensible proximidad de Dios. Paradójicamente cuanto más lejano más presente está ahí. No tenemos ni idea de hasta donde ha ido él. No hay decaimiento ni abandono que no haya experimentado y del que no haya hecho, por su presencia lugar de la proximidad de Dios” (23/4/1995).

La raíz última de nuestra esperanza pascual creo que se fundamenta en esa proximidad. La esperanza no depende entonces de los datos de la realidad, sino que es más bien la realidad la que depende de nuestra esperanza. La esperanza que brota de la mañana de Pascua es una esperanza enlutada, que no es ingenua, ni romántica, sino que emerge de un cuerpo partido y repartido no para legitimar las cruces del mundo, sino para ponerse en el lugar de los crucificados y crucificadas y acabar con ellas. Por eso la esperanza pascual no es un principio, es ejercicio. Es la práctica de la primacía del amor y la dignidad de la persona por encima de toda legalidad, política o religiosa que la vulnere. Porque es en la projimidad y especialmente en las más vulnerada donde se nos revela el misterio y el escándalo de lo más humano y lo más divino, o dicho en el lenguaje religioso más clásico, el Dios mayor se hace menor. La dimensión más trascendente de la vida se nos revela en lo más ínfimo, en lo más ordinario y vulnerado, si nos atrevemos a contemplar la realidad desde su hondura, perforándola al modo de los zahories expertos en encontrar manantiales de vida ocultos en los aparentes desiertos personales y sociales de la historia.

Decía también la filósofa malagueña María Zambrano[1], exiliada durante más de 45 años en América Latina y Francia y cuya hermana, Araceli, fue detenida y torturada por la Gestapo, gravemente enferma desde entonces, que la esperanza es aliada de la fe, es el fondo último de la vida misma. Se alza como un puente sobre toda situación sin salida. Marca el camino señalando siempre otra orilla (…) la esperanza como un puente une caminos que sin él no conducirían sino a un abismo o un lugar intransitable. Se manifiesta a menudo desasida, sin agarre, sin razones, pero con capacidad de sostener la vida de quien la experimenta, convirtiéndose así en la sustancia de la vida de quienes a menudo todo lo han perdido (…) Crece en los pueblos oprimidos y en quienes viven el desamparo, tomando la forma de la resistencia, generación tras generación, mientras Occidente permanece encerrado y aislado en su angustia sin horizonte y en el uso de una inteligencia que pretende regir la realidad sin entrar en contacto con el sufrimiento y la fragilidad, e ignorando que lo más importante de la vida se recibe (…)

Subrayo de su reflexión dos cuestiones que me interesan especialmente: la primera se refiere a la paradoja de que las situaciones límites, ya sean sociales o existenciales son ecosistemas propicios a la esperanza y en ellas desarrolla su capacidad de abrir caminos en realidades intransitables. O, dicho de otro modo, las periferias como trincheras de esperanza. La segunda, es que la esperanza es un don que se recibe. Porque el Dios de Jesús camina con nosotras historia adentro sin apearse de ella y sin abandonarnos por densos y oscuros que sean los acontecimientos que atravesemos. Por eso no se trata tanto de llevar la esperanza, como si fuéramos sus poseedoras como de acogerla, como un don que recibimos en la hondura y la gratuidad del corazón y en la proximidad con quienes transitan las periferias humanas, sociales o existenciales.

La esperanza resulta entonces algo así como la dinamo de los pueblos, el principio dinámico que moviliza interna y externamente personas y comunidades y lo hace desde abajo y desde adentro. Porque la comunidad y su inteligencia colectiva son parteras de creatividad y horizonte común, habita tercamente el corazón humano, que es el lugar donde anidan los deseos más profundos. Por ello acoger y alentar la esperanza pascual requiere también un encargo: Cuidar el soplo del don, como diría el hermano Chistophe, o dicho en el lenguaje bíblico del Libro de los Proverbios cuidar el corazón porque en él están las fuentes de la vida, las fuentes de la esperanza (Prov 4,23). ¿Nos ponemos a ello?



Pepa Torres Pérez




[1] María Zambrano, Los bienaventurados, Alianza Editorial, Madrid, 2022, pág. 132- 135

miércoles, 5 de marzo de 2025

Revuelta de Mujeres de la iglesia de Donostia


 Un gustazo haber podido participar en esta jornada formativa y reivindicativa de las Mujeres en la iglesia exigiendo igualdad. Aurrera 

martes, 5 de noviembre de 2024

Vivir con nuestros muertos (Alandar Noviembre 2024)


El título de este artículo no es mío, sino que es el nombre de un espléndido libro escrito por la rabina
francesa Delphine Horvilleur sobre la pérdida de los seres queridos y la inseparabilidad de la vida y la muerte en la existencia humana. Junto con otro titulado A la salud de los muertos. Relatos de quienes quedan, de la antropóloga Vinciane Despret, son los libros -sin contar el Evangelio-, que más me han ayudado a integrar en mi propia vida el misterio, el dolor y la esperanza de la muerte, casi siempre inoportuna. Este noviembre, “mes de los muertos”, quiero escribir sobre ello. He tenido la suerte de que las personas queridas que he acompañado a vivir hasta el fin han sido personas que han podido vivir y morir con dignidad, conscientes del trance que atravesaban y han podido despedirse de la vida con pasión, con amor y con una inmensa resiliencia y esperanza, pese al dolor y el misterio que las atravesaba. Se puede vivir y morir de muchas maneras y yo he tenido la suerte de ser testigo de esta forma de hacerlo.

Quizás por eso el sentimiento de presencia de estas vidas en mi existencia cotidiana es constante y se me revela como fuerza, como aliento de vida y agradecimiento permanente. Mis muertos no me abandonan. Forman parte de mi día a día. Se me hacen presentes cuando me doy crema en la cara y en este gesto de cuidado la presencia de mi madre se me hace más nítida con una sonrisa cómplice de aprobación, o cuando escucho atenta a mujeres jóvenes que andan buscando ser ellas mismas enfrentando el precio que han de pagar por serlo y trato de apoyarlas con todas mis fuerzas, como hizo conmigo otra de mis muertas más queridas, mi compañera incondicional y siempre amiga Teresa, o cuando me sumo a las movilizaciones contra el genocidio de Gaza cantando “ Libre, Libre Palestina”, como aprendí de Conchita, una de mis muertas más insumisas. Quizás, por ello, por esa naturalidad con la que convivo con mis muertas más queridas, de manera que viven en mí y conmigo a cada instante me resulta tan evocador un poema de Begoña Abad del que me he reapropiado recreándolo:

Cada día no hablo de ti, te guardo (…)

Cada vez que pronuncio palabras esenciales:

pan, agua, caricia, mano , beso (…)

silencio, libertad,

imaginación, misterio,

valentía,

presencia infinita y eterna

Dice Viciane Despret en su libro, que las teorías occidentales del duelo instan a cortar todos los lazos con las personas fallecidas, de manera que a los muertos no les queda otro rol más que el de hacerse olvidar. Sin embargo, los muertos solo están verdaderamente muertos si no les damos conversación, es decir consideración. Por ello nos urge crear y explorar de manera creativa y simbólica la relación con ellos, porque como señala también Anny Duperey, los muertos sólo están muertos si los enterramos, si no trabajan por y con nosotros.

Por tanto debemos acompañarlos y ayudarlos a acompañarnos, ofrecerles y reconocerles un plus de existencia. En el momento en el que el individuo muere, su actividad esta inacabada y puede decirse que permanece inacabada en tanto subsistan seres capaces de reactualizar esta ausencia activa, semilla de consciencia. Creo que en cierto sentido la creencia cristiana de la Resurrección tiene que ver con esto y sobre todo la celebración de los muertos en tantas culturas, pero me refiero especialmente a los rituales mexicanos. Creo también que el miedo a la muerte en el Norte global tiene que ver con la ausencia de esta perspectiva.

Sine embargo hay también otros muertos, millones de muertos, sin nombre, muertos que como dice Judit Butler sus vidas no son dignas de ser lloradas, muertos sin memoria que pierden por tanto su capacidad de revelación, que esperan ser rescatados de la amnesia colectiva: los desaparecidos y desparecidas en tantas fosas comunes en México, Colombia, Argentina, Chile, etc, o en el Mediterráneo o la ruta Canaria, los más de 40.00 muertos masacrados en Gaza. Muertos que son también nuestros, por nuestro silencio o complicidad.

Muertos que piden no ser olvidados y que las historias de abandono, de violencia, de injusticia, de barbarie cuyas vidas representan, nunca más se repitan. Tenemos una deuda de llanto, de grito, de justicia y reparación con ellos y ellas. Muertos que claman ante el desamor y en ese clamor esta su plus de existencia, su presencia incómoda, porque como me recuerda mi muerta más querida, mi hermana Susana, el amor es la vida y nos hace eternas, porque quien ama y es amada no morirá jamás

Pepa Torres Pèrez



martes, 29 de octubre de 2024

Diallo Sissoko, ¡ no te olvidamos !


Diallo Sissoko ha muerto por abandono institucional en un  centro de -mal llamada- acogida. Sobrevivió a la guerra en Mali, a las fronteras, pero no a la indiferencia del estado  ni a la insuficiencia de recursos en un espacio que supuestamente debía cuidar de él.¡Justicia y reparación para para todas las víctimas de la política migratoria española!  

viernes, 27 de septiembre de 2024

Asamblea de inicio de curso de la Revuelta de mujeres en la iglesia ( Madrid)


Iniciamos este curso con mucha energía e inteligencia colectiva  y la exigencia de Verdad, justicia y  reparación con las mujeres víctimas de abusos. Iniciaremos nuestro trabajo con un taller sobre ello.

No te lo pierdas   

lunes, 16 de septiembre de 2024

sábado, 20 de abril de 2024

sábado, 30 de marzo de 2024

Noche en vigilia (Sábado Santo)













 

La injusticia y el sufrimiento no tienen la última palabra sobre la historia. Hay formas de vivir  que revelan que el amor es más poderoso que la muerte y que la Palabra encarnada de Dios actúa fecundamente en la historia, de modo que nunca retorna a Él vacía, aunque tenga que atravesar la densidad del sufrimiento. La palabra de Dios es creadora y apuesta siempre por la vida frente a toda forma de violencia, opresión o muerte. Así se nos ha ido revelando a lo largo de la historia de la salvación como los textos de la Vigilia Pascual ponen de manifiesto. Ni siquiera el pecado puede romper esta opción amorosa de Dios por la humanidad y la creación.Pese a nuestras dificultades, esclavitudes e infidelidades Dios sigue apostando por nosotros, incluso en los momentos de absoluta oscuridad, cuando no vemos ninguna salida, cuando nos asalta la certeza de que todo está perdido. Dios se nos ofrece “de balde” sin imponerse, sino mas bien exponiéndose a nuestra libertad y acogida. Como dice el papa Francisco su amor inquebrantable “nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría “(EG 3). Su gratuidad tiene capacidad de  transformar el corazón de piedra en un corazón de carne y sellar una nueva alianza que en Jesucristo alcanza su plenitud.

Por eso la vida cristiana no termina en la cruz, sino que nace en la noche de Pascua. En la tradición mística de la Iglesia existe una corriente dentro de la espiritualidad femenina que identifica la cruz con la imagen de un parto en el que a Dios se les rasgan las entrañas y da a luz una nueva humanidad. La Resurrección de Jesús lo renueva todo nos abre a la novedad de su Espíritu vivificante y reciclador. Pero a la vez la Resurrección se nos da en primicia (1 Cor 15,20) y como toda primicia tiene algo de seminal, porque lo nuevo siempre nace pequeño. Quizás por eso necesitamos liberar nuestra concepción de la Resurrección de todo tipo de triunfalismo ya que la experiencia de la Resurrección  es siempre humilde y un tanto opaca porque la  realidad no deja de perder su densidad y dureza y sólo   podemos captar su huella con los ojos de la fe. La Resurrección nos cambia la mirada, la libera del daltonismo espiritual que a veces nos invade, que consiste en detectar sólo el rojo del sufrimiento que nos rodea y a tener una especie de incapacidad para detectar el verde esperanza que también está junto a nosotros.

También nosotros y nosotras, como las mujeres que acudieron aquella mañana de Pascua al sepulcro, podemos estar empeñados en buscar a Cristo en un lugar equivocado. Es en el corazón de la vida, en nuestra Galilea cotidiana donde podemos hallarle y reconocerle en la hondura de lo ordinario dotándolo de sentido y fuerza regeneradora. Como el ángel a las mujeres son muchos los mensajeros que pone nuestro camino para señalarnos que su lugar no es la muerte si no la vida, no es el llanto ni el duelo, sino la alegría. El Resucitado nos “primerea” en el amor y nos invita a involucrarnos con Él en la tarea de acompañar a las personas y hacer de la vida una fiesta permanente y no una pesadilla, a ser una iglesia “en salida” presente en los periferias que necesitan la luz del Evangelio (EG24, 20).

 

jueves, 11 de enero de 2024

DIÁCONOS Y “DIÁCONAS” DESORDENADAS (Alandar Enero 2024)


Hace unos días en un conversatorio en la Cátedra Chaminade Tomasi Ruiz Torres, utilizó esta expresión para referirse al servicio y compromiso con el mundo que todo cristiano hemos adquirido desde nuestra condición de bautizados. Una diaconía que es al mismo tiempo una llamada inaplazable a vivir plenamente como laicos la participación eclesial, no para reproducir el clericalismo dominante, sino desde la circularidad de la mesa del reino y la comunidad de iguales. Con su permiso he decidido reapropiarme de esta expresión y universalizarla al máximo más allá de su sentido eclesial. 

Etimológicamente la palabra diákonos significa servidor, refiriéndose, en el mundo grecolatino, a quienes sirven desde el punto de vista físico, material y corporal. Lo mismo ocurría en la cultura judía en tiempos de Jesús al considerar la diaconía como servicio doméstico, realizado por esclavos, siervos y mujeres. Jesús va a referirse a sí mismo como El que sirve (Mt 20,28).

En el contexto de un mundo dominado por la ley del más fuerte, la meritocracia, la crisis de los cuidados y el desprecio de los últimos y ultimas, el servicio está absolutamente desprestigiado y su significado “manipulado” y convertido en numerosas ocasiones en servilismo acrítico. Sin embargo, en esta guerra contra la vida en la que como civilización estamos inmersos, el planeta y la humanidad sólo podrán salvarse por la interdependencia, el servicio y la solidaridad. Por eso en el actual orden global que vivimos se hacen imprescindibles diáconos y "diáconas" que “desorden“ el mundo, que sub-viertan los valores impuestos por el capitalismo y el patriarcado: racista, clasista, machista , heteronormativo y colonial, y su capacidad de colonizar conciencias.

Necesitamos diáconos y “diaconas” que se apunten a anteponer el valor de lo comunitario y la construcción de un nosotras cada vez más amplio e inclusivo, que rompa con las crueles consecuencias del individualismo, la indiferencia, los clubes privados y los derechos de admisión. Mujeres, hombres y otras identidades no binarias, que no se conformen con el esto es lo que hay, sino que desde la inteligencia colectiva y el poder de construir sueños de bien vivir,  agujereen los infiernos humanos y gesten espacios habitables donde la vida merezca la alegría y el sentido de ser vivida y no sea una pesadilla para nadie. 

Diáconos y “diáconas” desordenadas para quienes las personas sean más importantes que los mercados, los intereses bancarios y sus letras pequeñas. Personas que no pretendan convencer, sino persuadir, de que es posible vivir de otra manera, que los y las diferentes no son un problema sino una oportunidad y que ser inmigrante es ser un igual a mí en dignidad y en derechos. 

Diáconos y “diáconas” desordenadas, desobedientes a las consignas del sistema y obedientes al Evangelio, que anteponen la ley del amor a la legalidad injusta, y al miedo, o la sospecha; que apuestan incansablemente por el respeto y la no violencia activa frente al enfrentamiento y la polarización, social que enturbia la convivencia. 

Personas que desde el cada día se van haciendo expertas en levantar puentes, en lugar de muros y generar cultura del encuentro en nuestros barrios y en la vida pública, frente a los discursos del odio y el racismo que se va extendiendo moco un tumor maligno en nuestros ambientes.

¿Nos apuntamos a este nuevo ministerio “desordenado”?

miércoles, 13 de diciembre de 2023

LA OPERACIÓN EVANGELIO (Alandar Diciembre 2023)


Quizás por mi formación como filóloga y porque mi vida se arraiga en una espiritualidad sostenida en que el misterio de lo humano y del cosmos se hace silencio y de ese silencio brota una Palabra creativa y creadora siempre a favor de las víctimas, quizás por eso, soy una mujer amante de las palabras. Por serlo estoy también convencida que el lenguaje nunca es neutro y que toda revolución o cambio de paradigmas implica una mutación de lenguaje o una depuración del mismo y que ninguna palabra es verdadera si antes no ha sido gestada desde la hondura y del silencio.

También por eso el poder secuestra los lenguajes y las palabras. Las violenta y doméstica transformando sus significados y extendiéndolos a través de la manipulación mediática. De este modo borra de la memoria de las personas y los pueblos su sentido originario, reapropiándose de ellas y dejándonos cada vez más huérfanos y huérfanas de palabras e intentando así minar nuestra capacidad de nombrar la realidad. Lo cual es siempre porque lo que no se nombra no existe. En consecuencia, la perversión del lenguaje es una de las herramientas de todos los sistemas de poder para legitimarse a sí mismos, para intentar justificar la violencia, la injusticia. el expolio que producen y ¡hasta los genocidios!

Un caso paradigmático es la “Operación Evangelio “, una expresión que nada tiene que ver con su sentido originario: “Buena noticia” para los empobrecidos y empobrecidas, para los humillados y humilladas de la historia. Una Buena Noticia identificada con la alegría, la esperanza, y el compromiso con la utopía de hacer histórico y viable un mundo donde la paz y la justicia se besen (Salmo 85,10) y no haya nunca más más sufrimiento ni llanto (Ap 21,4).

Sin embargo, la Operación Evangelio es el nombre que el ejército israelí y el MOSAD (agencia de espionaje) ha dado a una estrategia militar de ataque en Gaza, donde a través de un sofisticado sistema de drones identifican y atacan, aun con mayor virulencia de la que ya es habitual, posibles refugios de los lideres de Hamas para acabar con ellos de manera mundialmente ejemplificante. La Operación Evangelio es una herramienta muy potente al servicio del odio y la legitimación del genocidio de Gaza que ya lleva en su haber las muertes de más de diecisiete mil gazatíes. Entre ellos cerca de 6000 niños y niñas, de modo que Gaza es hoy un inmenso cementerio de pequeños, según datos de la nada sospechosa UNICEF.

Mientras tanto, el gobierno más poderoso del mundo continúa utilizando palabras como lealtad inquebrantable [1] para referirse a la incondicionalidad de su apoyo a la guerra de Gaza y a la defensa de los intereses políticos y económicos del gran lobby sionista dentro y fuera de Israel. Mientras tanto Netanyahu continúa animando a la guerra santa inspirado en la Torah y en el privilegio de sentirse “pueblo elegido”. Mientras tanto en Cisjordania aumentan los ataques de soldados y colonos contra las familias palestinas. Mientras tanto, millones de personas en miles de plazas del mundo gritan en las calles no es una guerra es un genocidio.

Mientras tanto los gobiernos de la Unión Europea intercambian palabras y discursos, sin llegar a una palabra eficaz que ponga límite y fin a esta guerra y juzgue a Netanyahu por crímenes contra la humanidad. Mientras tanto, esta Navidad seguirán naciendo niños palestinos como Jesús de Nazaret hace más de 2000 años sin un techo para cobijarse, sin más abrigo que la solidaridad de los últimos y ultimas. Nuevamente la Palaba, el Misterio se hace carme y nos mueve y remueve al no en nuestro nombre.

Pepa Torres Pèrez 










domingo, 28 de mayo de 2023

Con motivo del centenario de las Apostólicas del Corazón de Jesús Luz Casanova nos habla hoy:


Me parece mentira estar otra vez aquí. Parece que fue ayer, pero han pasado ya 100 años y aún más desde que aquella joven aristócrata, hija de los marqueses de Onteiro, que era yo, llegué con mi familia desde Avilés a Madrid en el año 1855. No podía imaginar como las periferias de esta ciudad y quienes las habitan transformarían mi vida de esta manera. Me educaron para brillar en los salones de la corte y reproducir los valores e ideales de mi clase social, pero la irrupción de las personas empobrecidas en mi vida, en aquel Madrid de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, de niños sin escuelas y mujeres y hombres hambrientos buscando la vida en las calles como fuera para poder sobrevivir, me abrió los ojos a una nueva conciencia.

Fue como el despertar de una realidad engañosa, el mundo no era como me lo habían contado y yo no me podía quedar tan tranquila. Una vez que abres los ojos y ves y decides mantener la mirada ante la realidad injusta y dejarte mirar por las personas empobrecidas, ya nunca nada vuelve a ser lo mismo.

Yo que siempre valoré la educación tan exquisita que había recibido por parte de mis institutrices de origen europeo, que me abrieron los ojos a otra forma de entenderme como mujer y disfrutar de la cultura, de la belleza, de la música, del deporte, porque quizás no lo sepáis, fui también una gran nadadora… al mirar a las personas empobrecidas cara a cara, mis privilegios se me hicieron cada vez más incómodos hasta que descubrí la manera de ponerlos al servicio de los últimos y últimas de la ciudad. Esta casa y esto que celebramos hoy tiene mucho que ver con ello.

Madrid era un hervidero de ideas nuevas, de revueltas, de reclamos sociales, la miseria de los suburbios era un grito insostenible, aunque las clases acomodadas y algunos sectores de la iglesia se empeñaran en hacerse los sordos. Pero yo me negué a ser mera espectadora de estos acontecimientos, sino que decidí vivirlos desde dentro y posicionándome del lado de los pobres.

Desde muy joven encontré en la espiritualidad la fuerza y el empuje de la vida, una fuerza presente en la hondura de todo ser humano, que nos invita a no dejar las cosas como están, a no resignarnos sino a transformar la historia y el propio corazón a favor de los últimos y ultimas. Movida por esa fuerza que se me hacía presente en los encuentros con las personas empobrecidas que reclaman reconocimiento, justicia y dignidad, di los primeros pasos de esta forma de vida que hoy se llama ser apostólica del corazón de Jesús, la congregación religiosa que hoy celebramos 100 años.

Siempre admiré a Ignacio de Loyola. Me atrajo de él su espíritu de búsqueda y discernimiento permanente, el compromiso de inserción en el mundo y la posibilidad de vivir una espiritualidad contemplativa en la acción, contemplativa en la relación, pero desde mi ser de mujer y en el siglo XX. Lo cual siempre resulta complicado en esta sociedad y mucho más en esta iglesia todavía tan patriarcal.

Tuve grandes amigos jesuitas, que me apoyaron y creyeron en mí hasta el final, como Jose María Rubio, pero también otros que no entendieron mi forma de actuar y me abandonaron en los momentos más difíciles, siendo esto para mí un duro golpe. También como Ignacio de Loyola fui muchos años laica. Una laica comprometida con el apostolado social. Solo muchos años después, como Ignacio, me haría religiosa, en la congregación que, junto con otras compañeras, fundamos para asegurar el futuro de todos los proyectos sociales y educativos que pusimos en marcha en las periferias de Madrid a partir de 1902.

¡Pero como es la vida, las vueltas que da la historia!, Ahora 100 años después, para asegurar el futuro de los proyectos que como congregación hemos emprendido volvemos a ponerlos en manos de los laicos, en lo que llamamos la misión compartida. Entendemos que el futuro no nos pertenece, el futuro es de los pobres y lo que somos y tenemos queremos que sea para ellos y ellas, más allá de nuestra permanencia como congregación en la historia

Todavía me acuerdo de la conversación con aquella costurera que me encontré un día por la calle y me conto la preocupación de tantas mujeres de los suburbios de Madrid ante la carencia de escuelas para sus hijos, e inmediatamente sentí un dolor tan grande en mi corazón que al día siguiente empecé a escribir a personas amigas y conocidas a ver que podíamos hacer, porque tocaba involucrarse.

Sentí un fuego que me ardía por dentro y que hizo brotar de mis labios una frase que quedaría para siempre marcada en mi corazón y en mi conciencia y en las de mis compañeras: Que por mí no quede. Así surgió lo que luego llamaríamos la red de escuelas de la Preservación de la fe o la Obra para la Educación Popular. Llegamos a abrir hasta 75 escuelas de barrio.

O cuando en aquel viaje de vuelta del santuario de Lourdes sentí tal dolor en mi interior ante la realidad de las personas empobrecidas enfermas que carecían de medios para ser atendidas y cuidadas, que, en el mismo tren, en un papel, que le pedí al revisor, empecé a escribir la idea del Patronato de enfermos. Una red socio sanitaria de atención a los pobres, constituida toda por personal voluntario. Una red que nace en las periferias, pero que más adelante se ubicará en esta casa como su sede central. De ahí que en la puerta actual todavía se mantenga el nombre, para no olvidar nuestros orígenes.

¡Que alegría estar aquí de nuevo!, pero veo que la casa está en obras, Menudo lio, pero para lío, cuando la construimos. Mi familia vivía más o menos cerca de este lugar y una noche que no podía dormir bajé a lo que entonces no era más que un solar y me pregunté con angustia: ¿Estaré loca? ¿Cómo vamos a pagar todo esto?.

Y así empezamos la construcción de este edificio, sin dinero, firmando pagarés en blanco, convencidas que de algún modo el dinero llegaría en el momento preciso de hacer los pagos, fiadas más en Dios que en nuestras propias fuerzas y recursos. …Y así fue…y así siguió siendo siempre una y otra vez …Nunca tuvimos miedo a ensayo error…Creer es confiar y arriesgar. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la red de colaboradores y colaboradores laicos que se implicaron en estos proyectos. Personas seducidas como yo, por esa corriente de vida sumergida que acontece en las periferias, que sintieron su grito y abrazo urgiéndonos a forzar en común otra iglesia y otro mundo posible, desde abajo, con sabor a fiesta y banquete popular.

Estos colaboradores fueron sobre todo mujeres: Pilar Salcedo amiga incondicional y siempre laica hasta el final de su vida con nosotras, o mi querida Adela Ventura, que formaría parte del grupo fundador de la congregación religiosa y abriría la comunidad de Roma en la periferia de Torpignatara en plena guerra mundial, pero también varones como Bonafós.

En esto nos adelantamos a la época, fuimos precursoras del voluntariado social y un voluntariado liderado por mujeres, con autoridad femenina, con lo que esto suponía en una sociedad que negaba la capacidad de las mujeres para votar. Por eso hoy estoy tan contenta de este movimiento de mujeres cristianas feministas que lleva por nombre la Revuelta de las Mujeres en la Igleisa- Alcem la veu, que en Madrid nació también precisamente en esta casa. Recuerdo que en lo inicios atravesamos muchas dificultades, porque la gente a veces no entendía nuestra manera de trabajar, nuestro trato con los pobres, el deseo de aprender y contar con ellos y ellas. Fueron años muy duros. Las periferias se volvieron muy hostiles para la iglesia por la situación de abandono en que vivían, se hicieron fuertemente anticlericales, y todo se complicó aún más cuando llego la epidemia de la gripe y el tifus. Los suburbios se aislaron y nadie quería entrar a trabajar en ellos, pero nosotras nunca dejamos de hacerlo, eran nuestros amigos nuestra gente querida, no podíamos abandonarlos. Su clamor era para nosotras un grito, pero también y a la vez como sigue siendo hoy un abrazo de amor y esperanza contra toda desesperanza.

¡Cuántos recuerdos me trae este lugar! Recuerdos alegres por tantas fiestas y encuentros como celebramos en este patio hoy en obras. Siempre pensé que la gente cristiana tenemos que ser más cantora que plañidera y festejar la vida a cada rato, aunque mañana no sepamos lo que va a pasar. Eso hacia también Jesús, acusado de comedor y bebedor y estar rodeado de gente de mala fama.También dijeron eso de mí. Pero siempre pensé que la fiesta es generadora de resistencia y comunidad y la alegría compartida es en sí revolucionaria, porque es capaz de s
ostenernos también cuando llegan los tiempos amargos. La verdad es que en esta casa también vivimos tiempos amargos, sin duda los peores durante la guerra civil, esa absurda contienda entre hermanos que dejo tanta muerte, tanto odio y tanta pobreza.

Al principio cuando llegaban las noticias de que las monjas y los frailes estaban siendo detenidos y otros abandonaban los conventos mi preocupación mayor eran que no nos subieran los impuestos y no tener nada para dar de comer a los miles de personas que venían a esta casa en busca de alimento para sus familias. Pero un día un grupo de milicianos armados vinieron a por mí. Buscaban a la aristócrata, decían. Uno creyó reconocerme, pero cuando vieron mis manos, el que lideraba el grupo dijo, ¿no veis que estas manos son de obrera y no de rica?, y se marcharon sin detenerme. Y era verdad la aristócrata había dejado de serlo hacía ya muchos años por la fuerza transformadora de quienes habitan las periferias. 

Pero después de esta visita decidimos que era mejor que algunas de nosotras estuviéramos escondidas porque constituíamos una amenaza para el resto. Fue entonces cuando, con el nombre de Madame Dantaibille, las religiosas del Sagrado Corazón, siempre amigas, me acogieron en una de sus casas en Marsella junto a otros refugiados. Pero mi instancia allí fue muy breve y en cuanto pude volví a España y me instalé en Pamplona con otras compañeras, para proteger a las más jóvenes. Aproveché este tiempo para escribir. Me encantaba hacerlo por eso he dejado una abundante obra escrita, pero ese es otro tema, que los dejo para otra conversación

Antes de que acabara la guerra cuando se empezaba a ver el final de los acontecimientos conseguí algunos salvoconductos para moverme para cruzar España y ver en persona la situación en que habían quedado las comunidades, los proyecto que habíamos puesto en marcha antes de la guerra. Y así en trenes abarrotados de gente que huía o que desesperadamente buscaba a sus familiares sentí de nuevo un ardor interior imparable que nos urgía a empezar de nuevo y a acompañar y combatir tanta pobreza y sufrimiento. 

Y así lo hicimos, sin más recursos que la ley interior del amor y su creatividad prodigiosa, sin importarnos nunca en que bando había luchado la gente, en una España divida entre vencedores y vencidos. Nuestra fuerza y nuestro motor no fue otro que el más ardiente amor al Evangelio y la máxima estima de la dignidad de la persona, junto con el deseo de que todas las personas se sintieran con derecho a contar con nosotras

La muerte me sorprendió en el año 1949, con dos sueños en la cabeza: articular el laicado en la congregación y compartir la vida con quienes habitan las periferias de América Latina. El primero quedó un poco más en el olvido de mis compañeras, pero el segundo se llevó enseguida a cabo en el año1954. Una comunidad de Apostólicas del Corazón de Jesús empezó a compartir su vida con el pueblo mexicano. Las comunidades se fueron extendiendo, más tarde en Perú y luego años después en Bolivia, Republica Dominicana, El Salvador y más recientemente en África, en Angola y Sudán del Sur.

Muchas cosas han pasado desde mi muerte. El Concilio Vaticano II, varios papados, la caída del muro de Berlín, la globalización, la revolución digital, el acontecimiento Francisco, la pandemia, el cambio climático, y el ajuste de tuerca del capitalismo neoliberal postcovid, la guerra de Ucrania, y tantas guerras invisibles que existen en el mundo, y los cientos de miles de desplazados y desplazadas que generan. Siempre el clamor de las periferias y su provocación como grito y abrazo, anuncio y denuncia

Yo soñé una congregación siempre en búsqueda, con oído atento al murmullo de los empobrecidos y empobrecidas, flexible, con capacidad de adaptarse e inculturarse según tiempos y lugares

En los años 70 y 80 de la mano de la Conferencia de Puebla y Medellín, la congregación dio un salto cualitativo que nos transformaría profundamente: el salto de la caridad a la promoción de la justicia y la inserción en las organizaciones populares. Abandonamos las obras propias para a trabajar con redes y colectivos implicadas con los derechos humanos y los movimientos sociales. Muchas de mis compañeras abandonaron los colegios y las obras sociales y asumieron trabajos manuales como una forma de vida más próxima a las gentes de las periferias. Se hicieron trabajadoras de hogar, obreras en las fábricas o el trabajo temporero en el campo, traperas en cooperativas de reciclaje, maestras públicas, y otras educadoras y trabajadoras sociales y hasta algunas teólogas, como formas concretas de acoger y anunciar al Dios de las periferias

También en este largo recorrido poco a poco cuando la educación en España fue cubierta por la educación pública fuimos abandonando en los colegios y dejándolos en manos de fundaciones o cooperativas, para pasar nosotras a trabajar con la infancia y la juventud de otra manera: implicándonos en la JOC, o el movimiento Junior, proyectos de educación de calle, reinserción de jóvenes presos, prevención y acompañamiento en drogodependencias o en el fracaso escolar, etc.

Cuando miro hacia atrás veo como nos hemos recreado en todo este tiempo y me doy cuenta de que ha sido posible por la experiencia que tenemos de que Dios se nos muestra como empobrecido y empobrecida ante nosotras y nos pide que le amemos y el amor es siempre creativo y audaz.

Desde hace ya casi dos décadas hay una fundación que lleva mi nombre la Fundación Luz Casanova- EDE. Ellos y ellas siguen también viviendo y recreando mi pasión por la dignidad de las personas más empobrecidas y el reconocimiento de sus derechos sociales de forma innovadora….

Aun quiero contaros una última cosa. A lo largo de toda esta historia los derechos de las mujeres han avanzado mucho pero todavía la feminización de la pobreza y la violencia de género es un clamor ensordecedor que nos llega desde las periferias.

Junto a ello el lugar de las mujeres en la iglesia sigue siendo subalterno y discriminatorio. Por eso desde hace muchos años estamos fuertemente comprometidas con las mujeres y sentimos que su causa es también la nuestra, hasta que la igualdad sea costumbre.

También hoy el clamor de las periferias se escucha en diferentes lenguas y acentos y su abrazo nos lleva a través de cuerpos de piel negra o cobriza. La situación de las personas migrantes y refugiadas son un grito ensordecedor que nos lleva luchar juntas contra el racismo y la necropolítica de fronteras hasta cerrar todos los CIES (Centros de Internamiento de Extranjeros) y hasta que nadie sea ilegal y en ello estamos poniendo la vida

Me parece un sueño todo esto …Hacía tanto tiempo que no recorría esta casa…Pero ¡qué digo! la verdad es que nunca me he ido, siento que mi espíritu sigue vivo en otros rostros otros acentos, otros lenguajes… otros proyectos …pero siempre sostenidos y sostenidas por una misma esperanza, una utopía que pide ser encarnada en comunidad, en colectivo juntando espaldas: el clamor de las periferias grito y abrazo

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Pepa Torres Pérez