miércoles, 15 de febrero de 2023

Adam Smith y los cuidados (Alandar Febrero 2023)

Se equivocó Adam Smith. Lo que mueve la vida no es la competencia ni la mano invisible de los mercados. Lo que mueve y sostiene la vida es ese torrente sumergido de vida que constituyen las cadenas de cuidados, esos miles de acciones invisibles pero imprescindibles que aseguran el milagro de su sostenibilidad cada día. Sus escenarios transcurren en la trama de lo cotidiano y requieren una actitud contemplativa experta en lo invisible. Por eso es urgente no solo una ética, sino también una épica del cuidado que nos ayude a ponerlas en el centro de la vida, la economía, la cultura, la ciencia, la política, las religiones, como reclaman las ecofeministas.

La vida nos remite constantemente a ello si nos atrevemos afinar la sensibilidad. Lo experimenté ayer mismo cuando al bajarme del metro una voz me llamó a gritos. Era un joven africano vestido de amarillo, que con bayeta en mano limpiaba los torniquetes de la estación del metro. Al principio me costó reconocerle, identificar la voz, la cara, la historia. Pero tras el desconcierto inicial por fin lo hice. Su cuerpo y su semblante habían cambiado mucho. Le conocimos recién llegado a Madrid, procedentes de Frontera Sur, con el cuerpo y el alma golpeados por la furia de las leyes que regulan las fronteras y quienes las custodian.

 Porque cuidaron de él en tiempos de ira y abandono sobre su cuerpo negro y sin papeles él cuida de hoy de nosotros los pasajeros apresurados del metro con su sonrisa luminosa y una experiencia poderosa en su piel:  no es el cada uno a lo suyo, ni la indiferencia, ni el no meternos en líos, sino que lo que sostiene la vida son los vínculos, la cooperación, el cuidado mutuo, la amistad social y el amor político. Por eso los cuidados no pueden vivirse al margen de la comunidad en las que somos y sin la cual, lo reconozcamos o no es imposible sobrevivir. Porque ser humano es serlo en relación e interdependencia. Así lo experimento también cada jueves en las concentraciones de apoyo en defensa de una salud pública de calidad y universal en la puerta del centro de salud de mi barrio. Frente al descuido y el mal trato que viven los profesionales sanitarios por parte de la Consejería de Sanidad de la comunidad de Madrid, los vecinos salimos a la calle para cuidarles y que nos cuiden, exigiendo: Salud pública de calidad y universal como hicimos el 12 de Febrero al grito de Atención primaria la más necesaria, entre otros.  

Vivimos en sociedades demasiado desmemoriadas, deseosas de pasar la página de la pandemia como si nada hubiera pasado. Sin embargo, en tiempos de confinamiento aprendimos con una lucidez insospechada que el cuidado no puede ser un privilegio ni un derecho de unos pocos, sino que estamos llamados como humanidad   a cuidarnos juntos y juntas y que entender de otro modo el autocuidado es el principio de nuestra deshumanización.

Así lo aprendí con mis vecinos senegalesas y bangladesís, muchos sin papeles, cuando convirtieron su mezquita en una despensa solidaria y estuvieron en primera línea de solidaridad o del Museo Reina Sofia, que cuando todos los espacios se cerraron, incluyendo los servicios sociales, pusieron a disposición de los colectivos sus   instalaciones sus medio y recursos para el cuidado comunitario. 

El capitalismo postpandemia y sus ajustes de tuerca sobre la vida de los más vulnerados no ha hecho más que empezar, reproduciendo nuevas formas de expolio e inclusión.

Se equivoco Adam Smith … ¿o tal vez no?

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