jueves, 8 de noviembre de 2018

Premio de la Asociaciòn ACOPE a las Apostólicas del Corazón de Jesús por su solidaridad con las mujeres presas




Mensaje de agradecimiento por la recepción del premio de la Asociación de Colaboradoras con las presas ( ACOPE)


Buenas tardes y muchas gracias por la invitación a este acto y el reconocimiento de este premio que para nosotras, las Apostólicas del Corazón de Jesús, significa reforzar aún más los lazos que desde hace 25 años venimos compartiendo con Acope. 

Dicen los y las orientales que hay un hilo rojo invisible que nos une a las personas y colectivos que participamos de unos mismos anhelos, de unas mismas utopías y que éste es el que hace que antes o después irremediablemente nos encontremos. Sin duda que este hilo rojo en nuestro caso es la sensibilidad y la apuesta de Acope, desde sus orígenes, por tener un oído atento al murmullo de las mujeres más empobrecidas y hacerlo desde una perspectiva de género, de manera que las mujeres seamos protagonistas de nuestra propia liberación y podamos desarrollar existencias más allá de los roles y papeles asignados, en definitiva más allá de esta gran cárcel, que encierra a su vez muchas otras, que es el patriarcado.

Este hilo invisible nos ha ido conectando de muy diversas formas a lo largo de estos 25 años. La primera de ellas fueron las propias mujeres presas. ¡Cuánta realidad oculta bajo este etiquetaje social! ¿verdad?. Para nosotras, como para Acope, estas mujeres no son anónimas tienen nombre, historia, biografías concretas. Se trata en muchos casos de mujeres que viven o han vivido en periferias donde a menudo hemos compartido con ellas, con su hijos e hijas, con sus madres y abuelas historias muy duras de marginación pero también de resiliencia, de esperanzas, de riesgos y de luchas titánicas por salir de la exclusión en un sistema que se construye sobre la feminización de la pobreza y la violencia contra las mujeres. 

Como Nines, que estuvo 8 años en Brieva y que cuando empezó a tener permisos y volver a su barrio en Valencia, que entonces era también el nuestro, nos enseñó muy bien a distinguir que una cosa era trabajar para la cárcel y otra bien distinta para las presas e identificaba a Acope con las segunda. 

O como Encarna, vecina del barrio de las Quinientas en Albacete, que fue trasladada de La Torrecica a Alcalá Meco donde vivió las las perdidas emocionales más duras de su vida y que participar en el programa del Vivero, que Acope tenía en este lugar, le ayudó poco a poco a volver a sacar su resiliencia y energía para afrontar la vida y reinventarse a si misma. 

Nuestro hilo rojo nos cruzó también cuando desde la Coordinadora Prisión y Sociedad, en Albacete hace 20 años al poner en marcha el programa para mujeres Abrir ventanas Acope nos sirvió como referencia imprescindible en el modelo intervención a seguir: 

-Acompañar, no juzgar 

-Animar no dirigir 

-Colaborar con las mujeres 

-Minimizar los efectos de la prisión sobre sus vidas 

-Tejer vínculos que favorezcan la creación de espacios personalizadores que posibiliten asumir responsabilidades, tomar decisiones, reforzar cambios personales y forzar cambio estructurales . 

En definitiva una intervención social basada en el acompañamiento y el pacto para favorecer la desinstitucionalización, la autonomía y la reconstrucción del propio autoconcepto y responsabilidad 

Un hilo que ha hecho posible que desde hace cuatro años Acope desarrolle un programa en la cárcel de Albacete en el módulo de mujeres. Cárcel que es un ejemplo más lo de lo que supone un sistema penitenciario pensado desde y para los varones. Cuya visión androcéntrica agrava aún más la discriminación de las mujeres, en materia de formación y reinserción, tanto desde la concepción de los espacios físicos, claramente indiferenciados, a la implantación de ningún modelo alternativo en la ejecución de penas 

Y por último un hilo rojo que nos ha hecho confluir es la posibilidad de participar durante muchos años como voluntarias en el recurso residencial de Acope para apoyar y acompañar a las mujeres en sus permisos penitenciarios y en el que tantas compañeras nuestras han participado. 

Oportunidad que ha sido para nosotras de gran aprendizaje y ha marcado nuestro corazón y nuestras vidas de experiencias de sororidad más allá del etiquetaje social y las asimetrías que el sistema pretende imponernos. 

Experiencia y aprendizaje compartido con las voluntarias de Acope y personas acogidas en el piso que nos lleva a seguir apostando tercamente por la rebeldía y la esperanza en complicidad otras redes y colectivos hasta que la vida de ninguna mujer sea nunca más golpeada por la violencia, la pobreza o la legalidad insta, convencidas como diría Concepción arenal que todas las coas son imposibles mientras lo parecen. 

Termino estas palabras de agradecimiento y compromiso compartido con unos versos de Miguel Hernández interpretados con perspectiva de género: 

Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo 

Van por la tenebrosa vía de los juzgados: 

Buscan a una mujer (…) 

La absorben, se la tragan. 

(…) Una mujer que ha soñado con las agua del mar (…) 

Una mujer que aguarda dentro de un pozo sin remedio 

No le atarás el alma.. 

Pues para todas las mujeres que mantienen sueños de libertad y de equidad de género para todas ellas y con ellas compartimos este premio. Muchas gracias 







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