Esta tarde de sábado en la que me dedico a mí misma me atrapa la lectura de este libro. Somos un anhelo que nos trasciende, leo en la primera página… La llama mística sigue viva en la época del eclipse de Dios…
La nostalgia del infinito continúa encendiendo nuestra mente. ser humano es teándrico, la Presencia que lo origina y lo atrae es permanente. No depende del lugar donde estamos, del momento del día en que vivimos, de los pensamientos que tenemos, de las actividades que hacemos. Vivimos inmersas en el Misterio.
Teresa de Jesús o la mística de la felicidad
Juan de la Cruz o la mística del desamparo
Blaise Pascal o la mística del corazón
William Blake o la mística de la imaginación
Soren Kierkegaard o la mística de la libertad
Miguel de Unamuno o la mística de la duda
Rainer María Rilke o la mística de la noche
Georges Bataille o la mística de la transgresión
Simone Weil o la mística del amor fati
Emile M. Cioran o la mística de la nada
Etty Hillesum o la mística de la alegría
Thomas Merton o la mística del rostro
Libro sin desperdicio, aunque se eche de menos que el autor haya introducido tan pocas mujeres…
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