Nos conocimos en la concentración del 27 F, PASAJE SEGURO YA. Yo estaba con un grupo de gente muy diversa con una pancarta de Bienvenidos Refugiados. Ella iba sola. Me llamó la atención su edad y la pasión con que repartía las octavillas de apoyo a los campos de refugiados y refugiadas de Lesbos abriéndose paso entre la masa. Cuando se le acabaron las octavillas decidió quedarse junto a nosotros. Se puso al lado de una compañera con diversidad funcional que desde su silla de ruedas sostenía la pancarta junto a los compañeros subsaharianos coreando incansablemente: Que cierren los CIES y abran las fronteras; Ningún ser humano es ilegal; Frontera y represión no es la solución.
En medio de los gritos y el gentío otra compañera que estaba a mi lado me compartió ilusionada que había decido marcharse a los campamentos de Calais, en Francia con un grupo de Catholic Worker europeos para apoyar a los menores no acompañados. Fue esta conversación la que hizo que la mujer rompiera el silencio y nos contara su historia. Ella no sabía nada de inmigración ni de refugiados hasta que hace unos meses su hija se había marchado como cooperante a Lesbos, a los campamentos de refugiados de Betterdaysformoria y Pikpa y esto no sólo había cambiado la vida de su hija, sino también la suya propia. Lo que su hija le había ido contando sobre las condiciones en que llega la gente, especialmente, las mujeres y los niños, sus historias de dolor y de esperanza le había hecho darse cuenta que ella también tenía que hacer algo.
Prosiguió su relato contándonos que, con otra amiga, habían empezado a hacer octavillas informativas para repartirlas donde quieran que fueran. Hasta ahora lo habían hecho sobre todo en su barrio, en las tiendas, en la peluquería, en el centro de mayores, la asociación de vecinos, y la piscina municipal. También habían empezado a organizar reuniones para poner videos que su hija le hace llegar sobre el cada día en Lesbos, para mostrar todo lo que gente lucha por vivir y la necesidad de apoyo y solidaridad internacional
Su conversación iba generando cada vez más interés entre quienes sosteníamos la pancarta de modo que los compañeros subsaharianos se sumaron también a ella recordando que en su largo periplo desde sus lugares de origen hasta llegar a España fueron también las mujeres quienes más les habían ayudado, ofreciéndoles agua, comida o ayudándoles a esconderse. Nuestra conversación quedó cortada por la lectura del manifiesto del acto y cuando nos quisimos dar cuenta la mujer ya se había marchado de nuestro lado. No nos dijo su nombre, pero nos dejó una octavilla con su mensaje: “Mi hija está allí y doy fe de que es urgente la ayuda directa para estos campamentos”
http ://lesvos solidarity.org/index.php/en/
No hay comentarios:
Publicar un comentario