domingo, 10 de enero de 2016

Brindis de Navidad ( Alfa y Omega Enero 2016)

Las primeras en llegar fueron nuestras amigas “internas” que habían decidido que la nochebuena no se quedaban a cenar en casa de los “señores”, aunque el día de Navidad algunas de ellas tenían que estar a las 9 en el trabajo, porque había comida familiar y les tocaba prepararla. Un poquito después llegaron nuestros amigos los que trabajan en fruterías, que habían tenido que ir a llevar encargos de compras a casas. Luego fueron llegando en cuadrilla los que reparten publicidad en la boca del metro o venden rosas y sombreros por las calles. Los últimos en hacerlo, para apurar hasta el último momento la posible venta de un bolso o una camiseta del Real Madrid, fueron los manteros. Todos trajeron algo. 
La generosidad es una de las características de nuestros amigos del mundo. Nuestra cena de nochebuena parecía el festín mesiánico: arepas de Colombia, arroz besmati y verduras con gambas de Bangladesh, pollo con salsa de cacahuete de Senegal, cebiche de Perú, pastella de Marruecos, pollo al anís de Ecuador, asado de Bolivia y pechugas a la piña con compota española. A La diversidad gastronómica se sumó la diversidad de lenguas, en las que como nuevos pastores y pastoras de Belén, cantamos la alegría de la amistad y el amor que salta fronteras y que nos hace reconocernos como lo que somos: familia humana sin “derechos de admisión”. 

Estaban también entre nosotros una pareja de amigos de Palencia que buscaban vivir una nochebuena diferente y se sumaron a nuestra nochebuena transfronteriza. Éramos 25 y aun pudimos hacer sitio para los que no avisan y llegan de imprevisto. Y así llegamos al momento más emotivo de la cena: el brindis de la medianoche, donde recordamos a la familia de origen: el hijo que murió en una balacera en Colombia unos meses antes que su madre le pudiera reagrupar, los padres ancianos que no se han vuelto a ver desde hace años porque miles de Kms y la falta de permiso de residencia les separan de ellos… Pero a la vez, como las burbujas de la sidra sin alcohol con que llenamos nuestras copas, brindamos también por nuestras esperanzas y sueños agradeciendo el don de estar vivos y de luchar juntos por el presente que tenemos y por el futuro que anhelamos. Y así, como la vida misma, combinamos las risas y el llanto, la alegría y las penas y las colectivizamos. 

Pero en nuestro brindis hay siempre un momento “estrella”. Es cuando recordamos a los que están en algún frontera pensando el modo de cruzarla o saltarla, a quienes quizás esa noche estaban organizándose para hacerlo y uniéndonos a ellos les mandamos fuerza y acogida…Y así fue. Nuestro brindis se cumplió. Esta Nochebuena 400 personas intentaron cruzar a Ceuta por Benzú (Marruecos).182 lograron entrar. Injusta y tristemente dos de ellos murieron. Seguiremos compartiendo la cena y brindando “en memoria suya” hasta que no haya fronteras. 
              
                                                                 Pepa Torres Pérez

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