Un catarro primaveral me ha obligado a ir al centro de salud. Hacía meses que no visitaba ninguno. Sin embargo desde que se aprobó el Real Decreto16/2012, más conocido por el decreto de exclusión sanitaria, ha sido uno de los lugares de mi barrio que más me ha tocado visitar. Como yo, muchas personas hemos formado parte de los grupos de acompañamiento de la plataforma yo si sanidad universal. Cuyo objetivo era y sigue siendo intentar garantizar la asistencia a todo el mundo, animar a la desobediencia al decreto e informar a los profesionales sobre cómo hacerlo.
En nuestra tarea como acompañantes hemos visto de todo: el miedo de las personas sin papeles a ir al médico por temor a ser facturados, y sus consecuencias a la hora de solicitar la residencia, como le pasó a un amigo paquistaní, vendedor de agua, que una noche fue atropellado y no conseguimos de ninguna llevarle a urgencias. O un inolvidable 30 de Diciembre en el que a un amigo senegalés que se le había roto una mano, en el centro de salud de su barrio le negaron las curas, aun a riesgo de perderla, por no tener papeles, hasta que un administrativo desobediente consiguió meterle en el sistema informático y conseguir así que le atendieran.
Hasta incluso muertes. Como la de Janet Beltrán una compañera empleada de hogar nicaragüense que murió al no ser atendida en el hospital de Toledo. Pero también hemos visto la creatividad y la complicidad de muchas personas: sanitarios, administrativos, vecinos, etc, que nos reconocíamos en los hospitales o en los centros de salud por la chapa blanca y rosa con los lemas: Yo si atiendo, yo si acompaño o la pegatina si la salud es un derecho atender es una obligación.
En mi visita reciente al médico el otro día, por motivos de mi catarro, me di cuenta gratamente que las cosas han cambiado desde hace un año en los centros de salud. A su entrada, me sorprendieron, para empezar, dos grandes carteles: Sí, tienes derechos, seguidos del lema de la campaña puesta en marcha Javier Barbero “Madrid sí cuida. Madrid Libre de Exclusión Sanitaria”. La presencia de inmigrantes sin papeles que acudían su médico con toda naturalidad previa solicitud del DAR, que les garantiza también derecho a la receta y al derivación a los centros de especialidades me pareció un pequeño milagro no caído del cielo, sino de la solidaridad y las luchas ciudadanas.
Los milagros cotidianos, que tantas veces nos pasan desapercibidos. Gracias Pepa.
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