Cuando mis amigos y amigas del mundo se enfrentan a la tarea de aprender castellano la conjugación de los verbos suele ser una de sus mayores dificultades. Lo mismo sucede en la gramática de la solidaridad y la justicia en la que los verbos también se nos resisten. Preferimos los sustantivos que sirven para nombrar las cosas y si son abstractos mejor que mejor. Conjugar los verbos significa pasar a la acción y hacerlo en primera persona del singular y del plural, es decir implicándonos en ello colectivamente y dejando que afecten a nuestras vidas.
Desde que era joven me llamó siempre la atención la insistencia que la teóloga Dolores Aleixandre ponía en este aspecto. Con ella aprendí que la espiritualidad y el compromiso cristiano si lo son han de ser expertos en verbos más que en sustantivos y promotores de la revolución de los adverbios. Es decir, que es en el abajo de la historia y no en el arriba, en los supuestamente alejados y no en los que se sienten poseedores de la salvación el lugar donde el Dios de la historia nos cita para abrazarnos con su misericordia.
El papa Francisco es también un experto en verbos. Su ministerio más que doctrinal y de grandes y elevados discursos teológicos es pastoral y se refleja en sus gestos y acciones, como cuando en vez de sacar un documento sobre el diálogo interreligioso acudió a rezar a la mezquita de Bangui en Centroáfrica e invito a subir al papa móvil al imán Tidani Moussa Nalbi para recorrer juntos la ciudad. El interés de Francisco por los verbos queda también de manifiesto en su mensaje para la Jornada Mundial del migrante y refugiado del año 2018 que lleva por título : acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados [1].
Conjugar vitalmente con otros y otras el verbo acoger significa, ampliar las posibilidades para que las personas migrantes y refugiadas puedan entrar de modo seguro en nuestro país exigiendo que se abran corredores humanitarios y que nuestro gobierno que cumpla su compromiso con las 17.337 personas permanecen estancadas en los campos de refugiados de Grecia o Turquía y de las cuales apenas ha acogido a 1.800.
Acoger es también el grito que urge nuestra solidaridad y respuesta a la huelga de hambre que desde el mes de Octubre mantienen en Ceuta cuarenta personas de procedencia asiática: Paquistán, Bangladesh, Sri Lanka, para denunciar su situación de bloqueo y aislamiento en esta ciudad, donde desde hace 10 meses están aparcados en una situación de limbo jurídico y corriendo el riesgo de ser deportados a sus países de origen.
El verbo acoger se conjuga en la gramática de la solidaridad con otros verbos afines, que se nos urgen a la movilización ciudadana para exigir cambios en las políticas migratorias desde lo macro a lo micro, medidas como las siguientes:
- Flexibilizar la reunificación familiar y agilizar la concesión de asilos individualizados, justos, y eficientes, sea cual sea el país de origen o de llegada y la emisión de visados humanitarios.
-Anular el acuerdo de la Unión Europea con Turquía y poner fin a las devoluciones en caliente en frontera sur, declaradas nuevamente ilegales por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU
-Frenar la criminalización de las actividades de supervivencia que realizan las personas migrantes (manteros, lateros, etc), buscando una solución participada con estos colectivos
-Cerrar los CIES y apostar por un cambio profundo de modelo de gestión de las migraciones, basado en la acogida y el reconocimiento de los Derechos Humanos
-Reforzar la ayuda humanitaria destinando el 0,4% de la renta nacional bruta a ayuda oficial al desarrollo en la actual legislatura
Pero si el verbo acoger y sus “afines” son fundamentales no lo es menos el verbo integrar, que tiene dos antónimos que todo buen aprendiz de esta gramática ha de conocer para evitar sus nefastas consecuencias: asimilar y excluir.
La exclusión es el caldo de cultivo para la inadaptación y la violencia y la asimilación, un gran empobrecimiento. Como hace unos meses proponía el manifiesto ciudadano Madrid del refugio a la acogida, conjugar el verbo integrar hoy pasa por medidas urgentes que han de ser incorporadas en la agenda política municipal entre las que destaco algunas:
-Garantizar sistemas de mediación municipal en alquiler para combatir la discriminación en el acceso a la vivienda
-Establecer mecanismos y programas de salud pública en especial atención psico-social para personas en movimiento.
-Poder empadronar en las Juntas de distrito
-Garantizar servicios de mediación lingüística en los servicios sociales y sanitarios
-Acceder al derecho a una tarjeta de ciudadanía que reconozca derechos básicos hasta que se consiga el permiso de residencia
Pero, como afirma también el papa Francisco la integración sólo es posible desde la cultura del encuentro, el reconocimiento y la gestión de la diversidad no como una amenaza sino como una oportunidad, como “un reflejo de los multiformes dones de Dios”. Por eso conjugar vital y comunitariamente estos verbos pasa por empeñarnos en encontrar lo que Laura Casielles llama “los idiomas comunes”, “las palabras elementales” [2]
Aprender cómo decir perdón en el idioma del que irrumpe,
Y buenos días, y toma, y he venido a conocerte,
Aprender cómo decir gracias,
En el idioma de los que rasgan y también se desgarran…
(…) Aprender cómo se dice pasa, esta es mi casa
(…) entender, aprender, cual es en cada tierra
La etimología del alma (…)
Pese a la ola de xenofobia que amenaza Europa y el pánico moral [3] que señala a las personas migrantes como responsables del mismo, somos muchos y muchas quienes deseamos aprender en profundidad la gramática de la solidaridad frente a la de la indiferencia globalizada.
Somos muchas las personas y grupos que nos resistimos a vivir encerrados en las pompas de jabón que nos ofrece la cultura de la comodidad frente a los gritos de quienes están a las puertas de la Europa fortaleza y claman por su derecho a la vida, la hospitalidad, la justicia, el reconocimiento.
Por eso para conjugar mejor los verbos Acoger, proteger, promover, integrar La Delegación Diocesana de Inmigración de Madrid –ASTI nos convoca el 18 de Noviembre en el Centro de Acogida y Encuentro San Lorenzo (Calle Salitre 33. Lavapiés) a encontrar formas colectivas de conjugar estos verbos
Allí nos vemos
[1]http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20170815_world-migrants-day-2018.html
[2] Laura Casielles. Los idiomas comunes, Madrid, Hiperión, 2010, pág 40
[3] Z.Bauman define el pánico moral de Occidente como un temor extendido entre un gran nùmero de personas que tienen la sensaciòn de que un mal amenaza el bienestar de la sociedad, Cf. Z. Bauman Extraños llamando a la puerta, Paidós, Barcelona, pág 9
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