Llegó ayer a Lavapiés. Su nombre es Lawson. Una llamada telefónica desde Frontera Sur nos conectó. Salió de su país hace tres años. Era profesor y lo ha seguido siendo en la asociación Elin, en Ceuta, como voluntario, enseñando el español que sabe a otros inmigrantes, que como él ansían abandonar la situación de limbo jurídico que supone estar en el Centro de Estancia Temporal (CETI) y llegar a la península. Durante este tiempo la asociación Elin [1] ha sido su familia. Con ellos y ellas ha recuperado la energía para emprender el camino y la confianza en que si las fronteras son poderosas, quienes se atreven a saltarlas también y que al igual que hay gente que utiliza toda la violencia que tiene a su alcance para impedirlo, también existen otras gentes a quienes el amor y el valor inalienable de la hospitalidad les empuja a ponerse de su parte y saltarlas juntos. Y esas gentes están por todo los lados. Están en Murcia, donde unos amigos le han acogido, están en Madrid, donde alguien le ha acogido temporalmente en una casa, están en Francia, donde unos cooperantes, que conoció en la frontera con Argelia, le han invitado a ir a su casa.
La historia se repite, Araminta Ross fue una esclava negra, afroamericana y cristiana, escapada de una plantación que fundó la Red Ferrocarril Clandestino. Una red de apoyo, un ferrocarril humano, cuyos vagones estaban repartidos invisiblemente por todo el país para ofrecer acogida a quienes huían de la esclavitud. El espíritu del Ferrocarril Clandestino se mantiene vivo hoy en muchos lugares del mundo. Nuestro amigo nos hablaba anoche de ello mientras cenábamos juntos. Se emocionaba al hacerlo. Junto a ello también narraba el horror, la muerte de tantos jóvenes en las costas de Ceuta, como Abdul, su amigo, enterrado hace unos días en un cementerio cristiano, aunque murió recitando el Corán mientras se ahogaba y cuyos restos guardan el nicho 162, frente a frente de los nichos sin nombre que recuerdan, para que no olvidemos, incluso aunque el caso se haya cerrado, de la matanza de Tarajal. Ante la violencia de las fronteras no hay neutralidad porque quienes mueren en su intento de cruzarlas y quienes lo consiguen son seres humanos. NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL. Bienvenido Lawson.
[1] La asociación Elin está formada por dos religiosas vedrunas y un grupo de laicos y laicas que, como su nombre significa, quieren ser un “oasis” en medio de la dureza de la política de fronteras de la que Ceuta y Melilla son todo un símbolo. Más información en http://www.asociacionelin.com/default.asp
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