La plaza de Lavapiés es un escenario vital de múltiples sucesos cotidianos. Es lugar de encuentro y relación, lugar de propuesta y contestación, pero hace unos días lo fue también de “protesta interreligiosa” contra el terror, el bombardeo de Siria, las muertes y las violaciones de derechos humanos en la frontera Sur y Este de Europa .Tras los terribles atentados de París, Mali y los bombardeos sobre Siria, etc, los musulmanes del barrio, liderados por sus imanes, propusieron a un grupo de cristianos y cristianas, tomar juntos la plaza y hacer una lectura pública de textos sagrados. Nuestro deseo al juntarnos era visibilizar que las religiones no son un problema en la convivencia sino que las causas del terror y la violencia tienen más que ver con los negocios de las armas, las guerras, las fronteras y la injusticia.
En el acto participaron también colectivos laicos, compañeros en el día a día de hacer del barrio una casa común, un espacio de hospitalidad para quienes vivimos en él y quienes siguen llegando. Iniciamos la plegaria con una sura del Corán y a continuación íbamos intercalando diferentes textos de la tradición humana y también de la tradición judeo-cristiana, así como de tradiciones laicas. Poco a poco, la gente, con megáfono en mano, se iba atreviendo a hacer de forma espontánea su propia plegaria.
Éramos blancos, negros, cobrizos, hombres, mujeres, jóvenes… primeras y segundas generaciones. Había dolor en el ambiente, por los muertos y preocupación, por los vivos…Malik, un joven maliense nos recordó que el mayor número de personas asesinadas por el Estado, mal llamado “Islámico” eran musulmanes y que nada más contrario al Islam que la violencia, a la vez que nos compartió, emocionado, la preocupación por su familia, a la que hace más de cinco años que no ve porque todavía no ha conseguido regularizar su situación. Malik pidió por la paz y porque todas las personas, sin distinción de su lugar de origen, fueran respetadas, porque no puede haber paz,sino no hay respeto y Derechos Humanos. El imán nos invitó a darnos las manos y a levantarlas, invocando juntos Salam (Paz). Cuando agarré la mano de Malik estaba temblando.
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