Comentario al Evangelio día 4 de enero (Jn 1,35-42)
¿Maestro, dónde vives?
Esta pregunta sigue viva en nuestros ambientes hoy aunque no se exprese en lenguajes religiosos. El anhelo de sentido y de plenitud de nuestro mundo se expresa en códigos culturales que necesitamos interpretar. Más allá de las crisis de los sistemas religiosos el corazón humano está sediento de una experiencia honda que le colme y le dé fundamento.
El Evangelio tiene capacidad para conmovernos y transformar radicalmente nuestras vidas si nos abrimos a su novedad desinstaladora. Hay encuentros que nos modifican, que marcan un antes y un después en nuestra existencia, como le sucedió a los primeros discípulos.
Hay diálogos que contagian y animan a la esperanza y la utopía del Reino. ¿Cómo cultivamos en nuestras comunidades cristianas el sacramento del encuentro y estamos atentos a los deseos que despierta?.
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