La Verónica aparece en los Evangelios Apócrifos como aquella mujer que cuando Jesús iba camino del Calvario le secó el sudor de su frente con un pañuelo y su rostro quedó grabado para siempre en él. Algunos la identifican con la mujer hemorroisa (Mc 5, 25-34) que sanó Jesús, pero en los Evangelios canónicos no aparece. Sin embargo, sea histórico o mítico, el espíritu de la Verónica hoy está presente en el mundo a través de tantas mujeres que consuelan el sufrimiento, movidas por el riesgo y la gratuidad del amor. Existen muchas Verónicas entre nosotros y esta Semana Santa recorren el camino de la Pascua a nuestro lado.
Verónicas son las mujeres que acogen y alivian el dolor de los migrantes cuando son acosados y perseguidos en las rutas migratorias, como las Patronas. Las Patronas son un colectivo de mujeres campesinas mexicanas en la ciudad de Veracruz que preparan tortillas y botellas de agua para lanzarlas a las personas migrantes que viajan en la Bestia, el tren que atraviesa México, con destino a la frontera con Estados unidos. Ellas calman su sufrimiento en el calvario del intento de miles de personas centroamericanas que huyen de la pobreza y la violencia, y aspiran a tener una vida digna para ellas mismas y sus familias, jugándosela en el intento.
También el espíritu de la Verónica hace camino con nosotros en las mujeres que forman la Plataforma de afectados por la Hipoteca. Estas mujeres apoyan y acompañan a las familias que van a ser desahuciadas y resisten juntas el calvario del desalojo echándole creatividad para intentar que no se produzca o buscando alojamiento alternativo para que no se queden en la calle. Ellas consuelan este desamparo extremo como le sucedió a Jesús camino del Calvario con aquella mujer anónima.
Pero especialmente relevantes en esta crisis del cov19 que estamos atravesando el espíritu de riesgo y compasión de la Verónica se encarna en tantas mujeres profesionales del cuidado, sanitarias, auxiliares, personal femenino de residencias de mayores, voluntarias de grupos de apoyo en los barrios, etc, empeñadas en poner la vida en el centro y alentarla y nos ayudan a reconocer que el Evangelio no es doctrina, ni de otro tiempo, sino que se hace histórico y acontece también hoy.
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