viernes, 7 de junio de 2024

Ministerios " Desordenados" de las mujereen la iglesia (II)


En la iglesia hay Ministerios ordenados, pero hay también como dice una compañera de las comunidades CEMI, Tomasi Ruiz Torres: Ministerios desordenados, que se refieren al servicio y compromiso con el mundo que toda cristiana hemos adquirido desde nuestra condición de bautizadas. Una diaconía con el mundo y para el mundo, que es al mismo tiempo una llamada inaplazable a vivir plenamente la participación eclesial, no para reproducir el clericalismo dominante, sino desde la circularidad de la mesa del reino y la comunidad de iguales.

En la iglesia todavía lo normativo ocupa más centralidad que la vida misma y por eso son necesarios los Ministerios desordenados, ministerios que estiran la iglesia allá donde se hace estrecha, porque como dice también el papa Francisco, la iglesia no puede ser una aduana ni un puesto fronte
rizo sino un comunidad abierta y abierta y acogedora
para todos con su vida a cuesta, empezando por las más vulneradas. 

Creo que algunos ministerios desordenados que vivimos muchas mujeres en la iglesia son :

El ministerio de empujar a la iglesia para que sea iglesia en salida y de abrir puertas, transitar fronteras y poner micrófonos al alcance de las voces más silenciadas para que su gritos y anhelos dejen de ser invisibles y alcancen el corazón de piedra del sistema ya sea político religioso hasta transformarlo.

El ministerio de acompañar en las periferias existenciales y generar cultura del dialogo y del encuentro. Un ministerio que tiene mucho que ver con la mediación, con el ser hacer puente con las realidades más liminales, con los movimientos sociales y los movimientos de liberación de las mujeres, para hacer que la vida sea un banquete inclusivo sin primeras ni ultimas.

También el ministerio de ser cantaoras y no plañideras, de rescatar la vida y la esperanzas en situaciones límites y hacer que la realidad de más de sí, contra todo pronóstico. Estos ministerios enganchan con genealogías bíblicas que nos preceden y sostiene como Débora, la jueza de Israel: Levántate y entona un cantar ( Ju 5), María de Nazaret en su Magnificat o las mujeres portadoras de perfumes la mañana de pascua

¿COMO VIVIMOS ESTOS MINISTERIOS DESDE LAVAPIES?

Especialmente compartiendo la vida con las personas migrantes, especialmente con las personas “sin papeles”. Lo primero de todo, llamando a las puertas de su vida y su relación porque la solidaridad no se impone, se ofrece, pide hospedaje, de la misma manera que ellos y ellas reclaman justicia, derechos, hospitalidad frente a una política de fronteras cada vez más salvaje e inhumana.

Nuestra comunidad es comunidad de vida abierta y comprometida con la diversidad, sin derecho de admisión. Entendemos la diversidad como una gran oportunidad y un gran enriquecimiento, para nuestras vidas y para la convivencia y asi lo vivimos desde nuestro propio ser comunitario, pues la comunidad está formada por una compañera laica y dos compañeras de distintas congregaciones religiosas, más otras personas que a veces viven puntualmente con nosotras, ya sean personas migrantes, o personas comprometidas con la inmigración y contra las fronteras

Hacemos muchas cosas, porque la injusticia además de generar mucho sufrimiento da mucho trabajo. Pero lo más importante no es lo que hacemos sino lo que vivimos. Compartimos vida, sueños, amistad, complicidades, impotencias, esperanzas, luchas, desobediencias, con las personas golpeadas por las políticas de fronteras y el racismo institucional: manteros, vendedores de latas, trabajadoras de hogar sin papeles, etc. Lo hacemos desde la implicación en los movimientos sociales y las organizaciones de mujeres, convencidas que ningún ser humano es ilegal y que, aunque el mercado necesita manos quienes llegan a nuestros barrios son personas, con mucho que ofrecer y compartir desde sus tradiciones y saberes. Desde su capacidad de agencia creamos juntas y juntos redes de apoyo como la Red Inter Lavapiés, u organizaciones como Territorio Doméstico o Senda de cuidados, trabajo y cuidados digno.

Con todas estas personas somos comunidad de sentido y comunidad de lucha, compartimos también nuestras diversas espiritualidades y vamos haciendo un diálogo interreligioso desde la vida que para nosotras es fuente de sentido y de una inmensa esperanza, en medio de estos tiempos que vivimos de genocidios como el de Palestina y de polarizaciones políticas.

Para mi particularmente que soy también teóloga, esta realidad de barrio de comunidad de sentido y comunidad lucha es la fuente de la que bebo dar razón de mi fe y narrar los destellos de un Ministerio de Amor y dignidad que nos urge a tejer comunidad desde la desde las periferias y a poner poniendo mi palabra y cuerpo de mujer en ello , como decimos en la Revuelta de mujeres en la iglesia hasta que la igualdad sea costumbre.





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