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domingo, 13 de julio de 2025

Boletín Red Interlavapiès ( Julio 2025)

https://mailchi.mp/e3c97a6a2160/aqui-nos-quedamos 

Recién salido del horno el último boletín de la Red Interlavapiès  

Gracias a todas y todos los y las que con vuestro apoyo hacemos posible tanta vida  en medio de todo lo que esta cayendo  

viernes, 27 de diciembre de 2024

Navidades con derechos

 
Me pregunto cómo la CONFER ha podido dar el premio Carisma al alcalde de Madrid y él anda alardeando de ser un buen cristiano, cuando niega el padrón y con ello la puerta de entrada a los derechos más básicos de miles de personas que no tienen un contrato de alquiler a su nombre, viven en habitaciones alquiladas o en la calle  en  nuestra  ciudad. Negar este derecho, que por otro lado es una  obligación por ley de los ayuntamientos, es una forma perversa de racismo institucional. PADRÒN POR DERECHO   

viernes, 27 de septiembre de 2024

A nado ( Cristianismo y Justicia. Septiembre 2024)

Oigo los gritos de entusiasmo y alegría de un grupo de adolescentes jugando al futbol bajo mi ventana. Me produce un gran contraste con las noticias escuchadas estos días sobre la criminalización los menores marroquís que han llegado a la costa de Ceuta a nado, con flotadores hinchables, intentando confundirse con los bañistas. Las risas y los gritos divertidos que tengo de fondo, mientras escribo este artículo, me confirman una vez más la perversidad de un sistema en el que no todas las vidas valen lo mismo y lo naturalizada que tenemos esta mortal diferencia.

Los discursos de odio se cuelan cada vez más en los medios de comunicación y en las redes sociales y cada vez resulta más difícil neutralizarlos. Defender los derechos de las personas migrantes y reconocer, que son precisamente eso: “personas”, se hace cada vez más políticamente incorrecto. La izquierda europea parece estar vendida también en esta batalla tras la aprobación del Pacto Migratorio Europeo, mientras el expolio de los sures continúa y sus gentes se ven privadas no sólo del derecho a migrar, sino también del derecho a no hacerlo.

Solo una noticia sobre lo acontecido estos días recoge un detalle que no puede pasarse desapercibido pues es una grieta de esperanza: Algunos bañistas les apoyaron en su intento de escapar de las fuerzas de seguridad e incluso intercambiaron ropa con ellos. Son niños y pedían auxilio, comentó una mujer entrevistada.

Mientras tanto el Centro de menores de Ceuta está al 422 % de su capacidad y el diálogo político en el Congreso para buscar alternativas a la modificación de la Ley de Extranjería, sigue bloqueado por intereses partidistas. Mientras tanto, la mentira y la manipulación mediática a través de los bulos siguen alimentando el racismo institucional y la xenofobia en Europa, como hemos visto tristemente también estos días con el asesinato del menor de Mocejón.

Se nos hace hoy más urgente que nunca ofrecer narrativas alternativas sobre las personas migrantes desde la perspectiva de sus aportaciones, más que desde sus problemáticas, incidiendo en una ciudanía universal, en nuestra humanidad compartida y en los valores que introducen en nuestras sociedades envejecidas y narcisistas, rompiendo como dice el papa Francisco con la esclerosis cultural que nos amenaza (FT 134), porque:

“No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede a un costado de la vida. Esto nos debe indignar hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Esto es dignidad (FT 68)

Dentro de un rato vendrá a buscarme B, Zafir. B. Zafir es camarero y es también mediador. A la vez que trabaja para mantener a su madre enferma y a sus hermanos pequeños en Castillejo, sigue formándose, porque como él dice, quiere hacer algo para ayudar a las personas y que la vida sea mejor para todos. B, Zafir entró en España escondido en un camión, cuando apenas era un niño. Ahora tiene 23 años. Consiguió su permiso de residencia por una modificación del Reglamento de la Ley de extranjería que forzamos desde la sociedad civil. Cuando las leyes son injustas es urgente cambiarlas. Las vidas de muchos y muchas B. Zafir nos lo reclaman.



viernes, 28 de junio de 2024

Fiesta fin de curso de Red Interlavapiés

 

Porque estar y luchas juntx desde esta comunidad diversa que somos la Red Interlavapiés  nos llena siempre de energía y coraje, celebrar este fin de curso recogiendo la cosecha  ha sido  una gran alegría. Gracias a todx 
   

viernes, 21 de junio de 2024

viernes, 7 de junio de 2024

Ministerios " Desordenados" de las mujereen la iglesia (II)


En la iglesia hay Ministerios ordenados, pero hay también como dice una compañera de las comunidades CEMI, Tomasi Ruiz Torres: Ministerios desordenados, que se refieren al servicio y compromiso con el mundo que toda cristiana hemos adquirido desde nuestra condición de bautizadas. Una diaconía con el mundo y para el mundo, que es al mismo tiempo una llamada inaplazable a vivir plenamente la participación eclesial, no para reproducir el clericalismo dominante, sino desde la circularidad de la mesa del reino y la comunidad de iguales.

En la iglesia todavía lo normativo ocupa más centralidad que la vida misma y por eso son necesarios los Ministerios desordenados, ministerios que estiran la iglesia allá donde se hace estrecha, porque como dice también el papa Francisco, la iglesia no puede ser una aduana ni un puesto fronte
rizo sino un comunidad abierta y abierta y acogedora
para todos con su vida a cuesta, empezando por las más vulneradas. 

Creo que algunos ministerios desordenados que vivimos muchas mujeres en la iglesia son :

El ministerio de empujar a la iglesia para que sea iglesia en salida y de abrir puertas, transitar fronteras y poner micrófonos al alcance de las voces más silenciadas para que su gritos y anhelos dejen de ser invisibles y alcancen el corazón de piedra del sistema ya sea político religioso hasta transformarlo.

El ministerio de acompañar en las periferias existenciales y generar cultura del dialogo y del encuentro. Un ministerio que tiene mucho que ver con la mediación, con el ser hacer puente con las realidades más liminales, con los movimientos sociales y los movimientos de liberación de las mujeres, para hacer que la vida sea un banquete inclusivo sin primeras ni ultimas.

También el ministerio de ser cantaoras y no plañideras, de rescatar la vida y la esperanzas en situaciones límites y hacer que la realidad de más de sí, contra todo pronóstico. Estos ministerios enganchan con genealogías bíblicas que nos preceden y sostiene como Débora, la jueza de Israel: Levántate y entona un cantar ( Ju 5), María de Nazaret en su Magnificat o las mujeres portadoras de perfumes la mañana de pascua

¿COMO VIVIMOS ESTOS MINISTERIOS DESDE LAVAPIES?

Especialmente compartiendo la vida con las personas migrantes, especialmente con las personas “sin papeles”. Lo primero de todo, llamando a las puertas de su vida y su relación porque la solidaridad no se impone, se ofrece, pide hospedaje, de la misma manera que ellos y ellas reclaman justicia, derechos, hospitalidad frente a una política de fronteras cada vez más salvaje e inhumana.

Nuestra comunidad es comunidad de vida abierta y comprometida con la diversidad, sin derecho de admisión. Entendemos la diversidad como una gran oportunidad y un gran enriquecimiento, para nuestras vidas y para la convivencia y asi lo vivimos desde nuestro propio ser comunitario, pues la comunidad está formada por una compañera laica y dos compañeras de distintas congregaciones religiosas, más otras personas que a veces viven puntualmente con nosotras, ya sean personas migrantes, o personas comprometidas con la inmigración y contra las fronteras

Hacemos muchas cosas, porque la injusticia además de generar mucho sufrimiento da mucho trabajo. Pero lo más importante no es lo que hacemos sino lo que vivimos. Compartimos vida, sueños, amistad, complicidades, impotencias, esperanzas, luchas, desobediencias, con las personas golpeadas por las políticas de fronteras y el racismo institucional: manteros, vendedores de latas, trabajadoras de hogar sin papeles, etc. Lo hacemos desde la implicación en los movimientos sociales y las organizaciones de mujeres, convencidas que ningún ser humano es ilegal y que, aunque el mercado necesita manos quienes llegan a nuestros barrios son personas, con mucho que ofrecer y compartir desde sus tradiciones y saberes. Desde su capacidad de agencia creamos juntas y juntos redes de apoyo como la Red Inter Lavapiés, u organizaciones como Territorio Doméstico o Senda de cuidados, trabajo y cuidados digno.

Con todas estas personas somos comunidad de sentido y comunidad de lucha, compartimos también nuestras diversas espiritualidades y vamos haciendo un diálogo interreligioso desde la vida que para nosotras es fuente de sentido y de una inmensa esperanza, en medio de estos tiempos que vivimos de genocidios como el de Palestina y de polarizaciones políticas.

Para mi particularmente que soy también teóloga, esta realidad de barrio de comunidad de sentido y comunidad lucha es la fuente de la que bebo dar razón de mi fe y narrar los destellos de un Ministerio de Amor y dignidad que nos urge a tejer comunidad desde la desde las periferias y a poner poniendo mi palabra y cuerpo de mujer en ello , como decimos en la Revuelta de mujeres en la iglesia hasta que la igualdad sea costumbre.





miércoles, 1 de mayo de 2024

¿ESPERAR O ESPERANZAR? ( Alandar Mayo)

En este Primero de Mayo activo mi memoria sin nostalgia y acude a mi cabeza un texto de Pablo Freire que, durante algunos años de mi vida, cuando acompañaba a jóvenes de la JOC (Juventud Obrera cristiana) nos resultaba siempre inspirador y quedó para siempre grabado en mi conciencia:

“Es preciso tener esperanza, pero esperanza del verbo esperanzar porque hay gente que tiene esperanza del verbo esperar y la esperanza del verbo esperar no es esperanza, es espera. Esperanzar es levantarse. Esperanzar es construir. Esperanzar es llevar adelante. Esperanzar es juntarse con otros para hacer que la realidad cambie”.

Hoy acompaño, o mejor soy compañera en algunos tramos de la vida de jóvenes migrantes. Mujeres y hombres valientes que cruzan fronteras arriesgando su vida en ello agarrados a la esperanza de un sueño. Mujeres que huyen de la violencia o la pobreza, portadoras de saberes y resistencias ancestrales, “custodias de la vida”, pese a todo pronóstico. Hombres que demasiado pronto han tenido que buscarse la vida en la calle y que al pisar Madrid aprenden rápidamente que sobrevivir no es un delito, cargándose una manta a la espalda. Animadoras de discotecas, con sueños de estudiar medicina o derecho, que comparten minúsculas habitaciones con otras recién llegadas, para evitar la dureza e intemperie de dormir en la calle. Mientras, las noticias los señalan y criminalizan, haciéndoles responsables de todos los males que afectan la sociedad española, decidiendo ignorar una verdad poderosa: los jóvenes migrantes no son un peligro, sino que están en peligro.

Ellos y ellas son también la nueva mano de obra explotada y precarizada en España. Seleccionados a golpe de vista, según la musculatura de sus cuerpos, desde un coche en marcha en la Plaza Elíptica para trabajar a destajo “sin papeles” en la construcción, o como trabajadoras internas sin derechos, a las que se les descuenta de su salario la habitación donde duermen.

Mujeres y hombres jóvenes expertos en esperar, pero sobre todo en esperanzar, en llevar adelante sus sueños y los de sus familias, sin olvidar quienes son, aunque aquí se les confunda el nombre y su realidad singular, su historia, quede reducida a estereotipo o a un número al ingresar en el CIE.

Este 1 de Mayo el, timón que en su vida es la esperanza les lleva a salir a la calle, a visibilizar su realidad, a cantar consignas y reclamas en el 1 de Mayo Interseccional, convocado por las iniciativas de sindicalismo social que poco a paso van emergiendo en nuestras ciudades: manteros, trabajadoras de hogar, kelis, Rider, desahucios. etc Un nuevo rostro de trabajadores y trabajadoras que reclaman un cambio radical del sistema, para poner en el centro la vida y no el capital ni el mercado, asi como nuevas formas de sindicalismo social , desde abajo, antirracistas, feministas y anticapitalistas. Porque no solo esperamos, sino que ESPERANZAMOS y reivindicamos, como convoca el lema de movilización de este año: NUESTRO MUNDO (un mundo común) FRENTE A SU SISTEMA

                                    Pepa Torres Pérez







domingo, 7 de abril de 2024

Iftar en la Mezquita de Bangladesh


Un año más la comunidad musulmana de Bangladesh nos invita a los colectivo sociales del barrio  para partcipar en su Iftar, Un placer de poder hacerlo y seguir luchando juntas y juntos por un barrio sin racismo   y sin fronteras. Juntas celebramos el Iftar y  juntas  luchamos contar las necro políticas de  de fonteras, el pacto migratorio europeo  y el genocidio de Palestina ...Seguimos, día a día hacemos barrio y comunidad  

miércoles, 5 de julio de 2023

Noches insomnes (Alandar Julio 2023)


Me cuesta dormir estas noches. No se si es la ola de calor o el alto voltaje de un mapa político en manos de la ultraderecha, o quizás ambas cosas. En mis noches insomnes la creatividad se me dispara y juego a sub-vertir acontecimientos que suceden por el día y que forman parte de la realidad kafkiana que se nos impone y que demasiado frecuentemente terminamos por naturalizar.

Anoche subvertí el juicio de un amigo mantero que actualmente lleva en España 5 años. Es solicitante de asilo, camarero en una cafetería del barrio de Salamanca e intérprete de una Escuela de derechos en el Museo Reina Sofia. Llegó a España por Tenerife cruzando la frontera mortal del Atlántico mientras otros compañeros de la patera no tuvieron esa suerte. Al llegar a las costas españolas le metieron en un CIE creándole un estado de tristeza en que creyó que iba a morir, pues nada más ajeno a su sueño europeo que saberse preso al llegar a tierras españolas. Días después, sin darle ninguna explicación, junto a otros compañeros, le metieron en un avión y cuando creía que le estaban deportando dirección a Dakar su tristeza se volvió alegría al descubrir que el avión aterrizó en Barajas.

Le dejaron en la calle sin ninguna orientación y el mismo, como pudo y contactando con paisanos llegó a Lavapiés. Alguien le dio dinero para el metro y nada más bajarse y salir a la calle lo primero que vio fue dos chicas besándose. Se extrañó, pero también ese beso le hizo sentir libertad. Unos paisanos le acogieron en una habitación compartida con otras personas y enseguida se dio cuenta que para sobrevivir no tenía más opción que vender bolsos de Luis Vuitton. Hoy tres años después, convertido en camarero profesional la justicia le acusa de un delito contra la propiedad intelectual en el que la víctima es Luis Vuitton (por cierto, la segunda fortuna más poderosa en Francia, y actualmente con sede en Suiza para no pagar impuestos).

Con ese juicio por medio no le renovarán su asilo y perderá su trabajo. Es mucho lo que se juega además de la multa y la indemnización que tendrá que pagar a esta transnacional si le declaran culpable. Pero nada de eso le suele interesar a los jueces, que prefieren no mirar a los ojos de los manteros cuando firman sentencias. Hoy cuando acudió al juicio, no pudo celebrarse, pues los policías no se presentaron por estar de vacaciones y tampoco los representantes legales de la marca. El juez decidió entonces que había que aplazarlo para dar una oportunidad a los policías y a la marca.

En mis noches insomnes juego a buscar finales alternativos donde los y las invisibles no son ninguneados, donde se reparan dignidades quebradas y se resarcen derechos, donde las oportunidades se les brindan a los pequeños y no a los que les expolian. Así imaginando finales alternativos frente a la dureza de la realidad y la violencia de la “justicia” con los empobrecidos y empobrecidas somos muchos y muchas los que nos recargamos de imaginación y utopía para no cejar en el empeño de subvertir el desorden clasista, racista, y colonial que los mercados nos imponen

miércoles, 6 de abril de 2022

Blancos y rubios (Alandar Abril 2021)

No puedo con la saturación informativa sobre la guerra de Ucrania, mientras se silencian los más de 25 conflictos bélicos que se siguen produciendo en el mundo y ya no son noticia para casi nadie.

Me runrunea un malestar políticamente incorrecto ante el contraste y la desigualdad manifiesta entre la criminalización de la acogida en otras crisis humanitarias (en Grecia o en Calais…) y la exaltación y plausibilidad de la acogida a las familias ucranianas. Son muchas las personas malienses, palestinas, kurdas, sirias, iraquís o centroamericanas que huyen de otras guerras (incluidas las de las maras) a las que se les niega la acogida o se encuentran con múltiples vericuetos y dificultades burocráticas para conseguir una simple cita que les permita solicitar protección internacional.

No es que no me conmueva el dolor y el sufrimiento de las familias ucranianas que huyen de la guerra, que me parece tremendamente injusto y espeluznante, en medio del manejo de los hilos militaristas de los intereses de la OTAN y la tiranía de Putin. Pero el agravio comparativo es inmenso y resulta tremendamente humillante. Acaso la razón es que son blancos y rubios, o dicho de manera más “educada”, como decía el otro día una compañera de un colectivo vecinal de mi barrio, “forman parte de nuestra cultura y civilización europea y esta guerra amenaza directamente nuestro estilo de vida”.

Pero lo que, sin duda, revela esta oleada de acogida para las familias ucranianas que huyen de la guerra es que si queremos se puede. La voluntad política y social es determinante para alcanzar cambios que se declaran, en otros casos, imposibles.

En estas últimas semanas he estado con cinco mujeres inmigrantes, embarazadas a punto de salir de cuentas, a las que se le ha negado la atención sanitaria y aún no saben dónde van a dar a luz y si les facturarán la atención hospitalaria. Para valorar su situación les han dado cita en la Unidad de Tramitación Sanitaria para inmigrantes... para después del parto. Hemos hecho todo tipo de reclamaciones y la respuesta es siempre la misma: hay colapso, no se puede hacer otra cosa. No hay opciones. También varios amigos llevan meses intentado conseguir una cita electrónica en extranjería para renovar su entrevista de asilo y al reclamar nos dicen que el sistema está bloqueado y que no saben para cuándo podrá haber citas disponibles. Mis amigos están a punto de perder la renovación de su contrato laboral si no consiguen pronto esa cita. Pero la respuesta es siempre el mismo mantra: no se puede hacer nada. La culpa es del colapso.

Sin embargo, muchas y muchos nos preguntamos si del mismo modo que se han puesto en marcha paquetes de medidas sanitarias, sociales y de extranjería para las persona ucranianas, tales como permiso de residencia de un año, ampliable a tres, con posibilidad de trabajar, acceso a la educación y a la salud, plazas públicas para personas vulnerables, embarazadas, comedores sociales, albergues juveniles, plazas gratuitas para jóvenes de entre 3 y 16 años, servicio de traducción e interpretación y abono transporte gratuito, entre otras…no es posible que estas medidas puedan aplicarse al resto de la población migrante y refugiada que huye también de la guerra, del hambre, de la falta de futuro y de otros conflictos bélicos, aunque ya invisibles u olvidados por los medios.

Va a tener razón mi vecina, hay un gran diferencia: no son europeos, no son rubios ni blancos. Son los otros, la negación del nosotros, y para ellos sólo queda la sospecha y la criminalización.


Pepa Torres Pérez

sábado, 15 de enero de 2022

SOBRE RISAS, FRAGILIDADES Y RESPIRACIONES (Alandar Enero 2022)

Retomo mi columna en Alandar tras varios meses de silencio y con más convencimiento si cabe que en la debilidad de lo humano se revela nuestra más profunda verdad pues el latido del mundo es su fragilidad. La lucha contra el linfoma de mi hermana (por ahora vencido) me ha obligado a poner mis energías en esta batalla, también la de mis palabras. Después del tsunami vivido intento volver a mi cotidianidad en la que escribir es siempre oxígeno y respiración. La necesidad no solo de respirar con profundidad y con energía, sino también de hacerlo en comunidad y con alegría, porque respiramos de forma muy distinta cuando estamos alegres que cuando estarnos apesadumbradas. Una maestra de yoga me decía estos días que la respiración triste es poco profunda, lenta y poco constante, lo que hace que nuestro organismo se oxigene con dificultad y provoque tensiones en nuestra mente y nuestro corazón. Sim embargo, la respiración de la risa es profunda, fluida y regular, aporta una gran cantidad de oxígeno a todo nuestro cuerpo y energía a nuestra mente.

 La risa moviliza alrededor de 400 músculos y facilita que entre el doble de aire en los pulmones. Reír no solo no produce arrugas, sino que es el mejor antídoto contra ellas, ya que una mayor oxigenación celular borra las ojeras y el aspecto de cansancio en el rostro. La risa libera también endorfinas, serotonina y dopamina, hormonas que generan bienestar, alegría y efecto analgésico. Todo esto me decía una maestra de yoga, mientras yo pensaba que desde chiquitas tendríamos que ser alfabetizadas con un manual de risas para tiempos oscuros y sin certezas.

Pero ¿es posible referirnos hoy a la alegría sin escandalizar a la gente para la que la vida es solo llanto, es decir, sin el permiso de las víctimas y la complicidad con ellas? Estoy convencida de que sí, porque la alegría a la que me refiero no es la alegría que nace de un optimismo ingenuo al margen de la historia y sus conflictos y de las luchas sociales por transformarla aquí y ahora, sino la alegría de la fe, “la alegría de creer” que diría Madeleine Delbrel. La alegría de sostener la vida en común, en la confianza y en la bondad de Dios y de comprometernos desde ese espíritu a no ser cómplices con la injusticia, la violencia ni el desamor, sino a recrear el buen vivir y el buen convivir allí donde estemos y buscar también mistagogos y mistagogas expertos en ella, en tiempos oscuros.

Porque la risa tiene también sus maestras y sus musas. Una de ellas sin duda en este tiempo ha sido Fatou. Mi vecina senegalesa, recién mamá de Awa, que nació la víspera de Navidad y cuyo papá, Gora, murió el mes de noviembre, como consecuencia de un atropello tras una lucha intensa por la vida en el Hospital de parapléjicos de Toledo. Fatou, aun en medio de su inmensa pérdida y su pena no deja de sonreír y animar a su bebé a hacerlo cuando le habla de su padre, o cuando llega a comer a nuestra casa y se detiene a contemplar un foto de Gora que tenemos en la sala, y en vez de llorar, como haríamos cualquiera de nosotras, sonríe y le dice a Awa en wolof: es tu papá, siempre estaba alegre, y la bebé sonríe.

Esa complicidad madre-hija me recuerda también el poder de otra risa bíblica, la de Sara, la anciana, y su carcajada desconcertarte y esperanzada ante el nacimiento de su hijo, al que puso por nombre Isaac “el que me ha dado la risa”. Porque pese a la dureza del momento que atravesamos y la fatiga pandémica de la que no terminamos de liberarnos, vivimos rodeadas de nuevos Isaac que nos devuelven el poder de la risa y que nos recuerdan que para reír no todo tiene que estar resuelto, ni los problemas del mundo solucionados, sino que reír, y hacerlo en comunidad, es una herramienta política para ello. Son testigos de la fuerza trasgresora y resiliente de la alegría en un mundo donde impera el poder de las privatizaciones, el racismo, el clasismo y el heteropatriarcado que condena a no ser a quienes declara no normativos o descartables. Por eso para el año que empieza tengo solo un propósito que le pido prestado a Mario Benedetti y a Gioconda Belli “defender la alegría” y para “saber tirarnos una buena carcajada y ser felices aun en la noche más honda y cerrada”.

Es mi deseo también para todos los lectores de Alandar: un año lleno de risas compartidas en el fragor de las luchas por la vida y de la fragilidad humana



Pepa Torres Pérez








































sábado, 31 de julio de 2021