sábado, 29 de noviembre de 2025

Bici crítica por el padrón por Derecho


El pasado 27 de noviembre más de 400 ciclistas  tomamos las calles de Madrid exigiendo Padrón por derecho. Una de las paradas fue en La Puerta de Toledo en el centro de Servicios Sociales del distrito Centro para  denunciar la exclusión de los derechos más básicos que suponen las trabas burocráticas que  impiden el ejercicio de este derecho, que por otra parte es una obligación  de los ayuntamientos.

PORQUE NO SOMOS INVISIBLES

PADRÓN POR DERECHO  

viernes, 28 de noviembre de 2025

El Atrio de los gentiles ( Teruel)

Teruel no solo existe, sino que abre caninos. He tenido la suerte de poder participar en el espacio " El atrio de los gentiles"  convocado desde la diócesis , donde hemos abordado la realidad de las personas divorciadas en la iglesia, las mujeres y los derechos de las personas LGTBQ...

Seguimos .... 

https://www.iglesiaenaragon.com/hasta-que-la-igualdad-sea-costumbre-pepa-torres-reclama-en-teruel-una-iglesia-que-escuche-el-grito-de-las-mujeres 

domingo, 23 de noviembre de 2025

Celebración del Del 25 N en Lavapiés. calentando motores el 23 N en el barrio


 Impresionante nuestra  fuerza y nuestra diversidad. Ni una menos .... ni en Palestina, ni en Lavapiès. Pongamos fin a la violencia racista de género contras las mujeres  

viernes, 21 de noviembre de 2025

Premiso Alandar 2025: Ivone Gevara


 ¡Que alegría haber podido representar a la teóloga feminista Ivone Gebara en la recepción de su premio, junto al Sindicato de Inquilinas y los y las periodistas palestinos!. Tarde inolvidable

martes, 4 de noviembre de 2025

Del capitalismo caníbal a la conversión a la tierra (Alandar Noviembre)

 

Estoy leyendo dos libros que me tienen atrapada: Teología en un mundo en guerra contra la vida (AAVV 2025) y Mujer, tierra y espíritu creador (Elizabeth A. Johnson 2022). Ambos coinciden en la necesidad urgente de la conversión a la tierra, la necesidad que tenemos como especie de enamorarnos del planeta y dejar de ser espectadores y espectadoras pasivos para recuperar nuestra condición de ser holobiontes. Es decir, sociedades colaborativas de organismos que viven juntos, ayudándose unos a otros. Uno de los mayores dramas de Occidente es seguir construyendo la organización material de las sociedades en contra de la naturaleza y de los vínculos y las relaciones que sostienen la vida, lo cual nos conduce a la barbarie y el expolio, generando millones de víctimas humanas y no humanas. Por ello pensar en sociedades sostenibles nos desvela la necesidad de vivir enraizándonos en nuestra condición terrestre y limitada, para que pueda dar fruto un nosotras ecosocial y sostenible, en el que todas las vidas importen.

No podemos seguir alimentando este capitalismo caníbal, depredador de ecosistemas y especies, a costa de las zonas de sacrificio. Con esta expresión se identifica a regiones geográficas que están sujetas a daños medioambientales o a falta de inversión económica (generalmente comunidades de bajos ingresos y racializadas), que soportan los daños ambientales y desechos tóxicos que las grandes trasnacionales producen. Lo cual conlleva al empobrecimiento y la vulnerabilidad de las comunidades residentes, que se convierten en vidas desechables. Algunos de los países de origen de muchos de nuestros nuevos vecinos migrantes y solicitantes de asilo, asiáticos y africanos, han huido de estas zonas de sacrificio para poder vivir.

La trama del sufrimiento de la tierra, los ecosistemas y la especies, entre ellos la humana, es la suma de múltiples complejidades y complicidades y nos recuerda que el desastre ecológico va muy unido a lo que Achille Mbembe llama la necroeconomia. Es decir, la dinámica de muerte con la que el capitalismo, en alianza con el colonialismo, destruye la vida con la acumulación de riqueza a cualquier precio y se implanta no solo en estructuras leyes y políticas económicas, sino también en las propias conciencias, prácticas y sensibilidades. Por ello la conversión a la tierra ha de ir de la mano de la urgencia de una metanoia del sistema y de las formas de vida que nos adentren en los caminos del decrecimiento y la eco justicia global. Pero ¿Cómo hacerlo para no quedarnos en nominalismos inútiles? Comparto algunos caminos posibles señalados en las lecturas con las que inicio este articulo y que pasan por conjugar vitalmente tres verbos: Revisar, sospechar y actuar

-Revisar nuestros privilegios y practicar las tres D: despatriarcalizarnos, descolonizarnos, descapitalizarnos. Si no lo hacemos seguiremos reproduciendo las formas de vida y el sistema que cuestionamos

-Sospechar de nuestros modos de vida. En un mundo interconectado cada gesto tiene consecuencias globales y locales. ¿y donde me visto, cómo como, cómo consumo? Nada es neutro. ¿Cuánto de nuestro día dedicamos al sostenimiento de la vida y cuanto a su descuido?

-Actuar colectivamente, apostar por lo común. Fortalecer lo público son buenos antídotos frente al sálvese quien pueda y la mercantilización de la vida. Hacer política desde abajo y desde adentro, aun en contra de nuestros propios intereses. Poner en el centro el bien común, los intereses de los más vulnerados y vulneradas.

Aún estamos a tiempo. La vida reclama y nos reclama



Pepa Torres Pèrez





domingo, 2 de noviembre de 2025

Vivir con nuestros muertos/as

IN MEMORIA DE QUIENES NOS HABITAN AUN CUANDO NO ESTÁN
CON NOSOTRAS FISICAMENTE

El título de este artículo no es mío, sino que es el nombre de un espléndido libro escrito por la rabina francesa Delphine Horvilleur sobre la pérdida de los seres queridos y la inseparabilidad de la vida y la muerte en la existencia humana. Junto con otro titulado A la salud de los muertos, Relatos de quienes quedan, de la antropóloga Vinciane Despret, son los libros -sin contar el Evangelio-, que más me han ayudado a integrar en mi propia vida el misterio, el dolor y la esperanza de la muerte, casi siempre inoportuna. Este noviembre, “mes de los muertos”, quiero escribir sobre ello. He tenido la suerte de que las personas queridas que he acompañado a vivir hasta el fin han sido personas que han podido vivir y morir con dignidad, conscientes del trance que atravesaban y han podido despedirse de la vida con pasión, con amor y con una inmensa resiliencia y esperanza, pese al dolor y el misterio que las atravesaba. Se puede vivir y morir de muchas maneras y yo he tenido la suerte de ser testigo de esta forma de hacerlo.

Quizás por eso el sentimiento de presencia de estas vidas en mi existencia cotidiana es constante y se me revela como fuerza, como aliento de vida y agradecimiento permanente. Mis muertos no me abandonan. Forman parte de mi día a día. Se me hacen presentes cuando me doy crema en la cara y en este gesto de cuidado la presencia de mi madre se me hace más nítidacon una sonrisa cómplice de aprobación, o cuando escucho atenta a mujeres jóvenes que andan buscando ser ellas mismas enfrentando el precio que han de pagar por serlo y trato de apoyarlas con todas mis fuerzas, como hizo conmigo otra de mis muertas más queridas, mi compañera incondicional y siempre amiga Teresa, o cuando me sumo a las movilizaciones contra el genocidio de Gaza cantando “ Libre, Libre Palestina”, como aprendí de Conchita, una de mis muertas más insumisas. Quizás, por ello, por esa naturalidad con la que convivo con mis muertas más queridas, de manera que viven en mí y conmigo a cada instante me resulta tan evocador un poema de Begoña Abad del que me he reapropiado recreándolo:

Cada día no hablo de ti, te guardo (…)

Cada vez que pronuncio palabras esenciales:

pan, agua, caricia, mano , beso (…)

silencio , libertad,

imaginación, misterio,

valentía,

presencia infinita y eterna

Dice Viciane Despret en su libro, que las teorías occidentales del duelo instan a cortar todos los lazos con las personas fallecidas, de manera que a los muertos no les queda otro rol más que el de hacerse olvidar. Sin embargo, los muertos solo están verdaderamente muertos si no les damos conversación, es decir consideración. Por ello nos urge crear y explorar de manera creativa y simbólica la relación con ellos, porque como señala también Anny Duperey, los muertos sólo están muertos si los enterramos, si no trabajan por y con nosotros. Por tanto debemos acompañarlos y ayudarlos a acompañarnos, ofrecerles y reconocerles un plus de existencia. En el momento en el que el individuo muere, su actividad esta inacabada y puede decirse que permanece inacabada en tanto subsistan seres capaces de reactualizar esta ausencia activa, semilla de consciencia. Creo que en cierto sentido la creencia cristiana de la Resurrección tiene que ver con esto y sobre todo la celebración de los muertos en tantas culturas, pero me refiero especialmente a los rituales mexicanos. Creo también que el miedo a la muerte en el Norte global tiene que ver con la ausencia de esta perspectiva.

Sine embargo hay también otros muertos, millones de muertos, sin nombre, muertos que como dice Judit Butler sus vidas no son dignas de ser lloradas, muertos sin memoria que pierden por tanto su capacidad de revelación, que esperan ser rescatados de la amnesia colectiva: los desaparecidos y desparecidas en tantas fosas comunes en México, Colombia, Argentina, Chile, etc, o en el Mediterráneo o la ruta Canaria, los más de 40.00 muertos masacrados en Gaza. Muertos que son también nuestros, por nuestro silencio o complicidad. Muertos que piden no ser olvidados y que las historias de abandono, de violencia, de injusticia, de barbarie cuyas vidas representan, nunca más se repitan, Tenemos una deuda de llanto, de grito, de justicia y reparación con ellos y ellas. Muertos que claman ante el desamor y en ese clamor esta su plus de existencia, su presencia incómoda, porque como me recuerda mi muerta más querida, mi hermana Susana, el amor es la vida y nos hace eternas, porque quien ama y es amada no morirá jamás

Pepa Torres Pèrez